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El entorno etarra da la espalda a Txeroki, su jefe más sanguinario, en su primer juicio en España
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SÓLO LE ACOMPAÑARON SU PADRE, HERMANO Y VARIOS AMIGOS

El entorno etarra da la espalda a Txeroki, su jefe más sanguinario, en su primer juicio en España

Mikel Garikoitz Aspiazu, más conocido como Txeroki, se sentó ayer por primera vez en el banquillo de los acusados desde su detención en noviembre de 2008.

Foto: El entorno etarra da la espalda a Txeroki, su jefe más sanguinario, en su primer juicio en España
El entorno etarra da la espalda a Txeroki, su jefe más sanguinario, en su primer juicio en España

Mikel Garikoitz Aspiazu, más conocido como Txeroki, se sentó ayer por primera vez en el banquillo de los acusados desde su detención en noviembre de 2008. Ha sido el jefe de ETA más sanguinario de los últimos tiempos con 22 causas pendientes sobre sus espaldas. Se le veía contento, se reía desafiante con su familia, con sus amigos, con su abogada.

El juicio le da igual, la petición de quince años de cárcel del fiscal por el envío de un paquete bomba al presidente del Consejo de Administración del Grupo Correo, Enrique Ybarra, en 2002, no le importa. Sabe que lo más seguro es que esté cuarenta años en la sombra.

Con todo y con eso, Txeroki se quedó solo. En el banco del público estaban para apoyarle su padre, su hermano y media docena de amigos. Pero nadie más. Una vez en la cárcel parece que se olvidaron de él. Y más estando en Francia, donde cumple una condena de seis años por asociación de malhechores.

Lejos quedó la imagen de los juicios repletos de familiares y amigos de los acusados y de familiares y amigos de las víctimas. El juicio contra este etarra, persona que presuntamente participó en el atentado de Capbreton (Francia) y que acabó con la vida de dos guardias civiles en 2007 o el que ordenó el atentado de la T-4 el 30 de diciembre de 2006, no levantó ninguna expectación.

Agachado para ver la cara de los ertzainas

Txeroki, el principal responsable de la ruptura de las negociaciones en la anterior tregua, estaba solo en el habitáculo blindado de la Audiencia Nacional. El entorno etarra no movilizó en esta ocasión autobuses para ir a verle. Aun así, él se mostraba contento, visiblemente más delgado y vestido con vaqueros y un polo a rayas negros, gris y blanco. Tampoco estuvo excesivamente desafiante con el tribunal si se compara con otros jefes etarras como Javire García Gaztelu, Txapote. Siguiendo la línea etarra, no reconoció la legitimidad del tribunal, no atendió a las órdenes de la presidenta, Ángela Murillo, y se negó a declarar.

No hizo mayores espavientos aparte de reírse e ignorar lo que ocurría en la sala. Eso sí, su esencia se vio clara cuando fue capaz de agacharse en el suelo para ver detrás de una cortina a los ertzainas que estaban declarando en su contra. Quería quedarse con sus caras, intentaba identificar a los captores que le enjaularon.

Mikel Garikoitz Aspiazu, más conocido como Txeroki, se sentó ayer por primera vez en el banquillo de los acusados desde su detención en noviembre de 2008. Ha sido el jefe de ETA más sanguinario de los últimos tiempos con 22 causas pendientes sobre sus espaldas. Se le veía contento, se reía desafiante con su familia, con sus amigos, con su abogada.