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Solana se la devuelve a Zapatero y ficha como asesor de Tomás Gómez
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EL PRESIDENTE LE VETÓ COMO CANDIDATO AL AYUNTAMIENTO DE MADRID EN 2003

Solana se la devuelve a Zapatero y ficha como asesor de Tomás Gómez

Javier Solana pudo ser el recambio de Felipe González, el eterno aspirante a sucesor, pero eligió llegar a lo más alto a lo que jamás había

Foto: Solana se la devuelve a Zapatero y ficha como asesor de Tomás Gómez
Solana se la devuelve a Zapatero y ficha como asesor de Tomás Gómez

Javier Solana pudo ser el recambio de Felipe González, el eterno aspirante a sucesor, pero eligió llegar a lo más alto a lo que jamás había aspirado un miembro del PSOE, la secretaría general de la OTAN. Desde allí inició una carrera ascendente que fue elevando su popularidad hasta que unos cuantos compañeros quisieron hacer de él el candidato al Ayuntamiento de Madrid. Todo parecía atado y bien atado hasta que José Luis Rodríguez Zapatero se cruzó en su camino para potenciar la carrera de una genuina representante del nuevo PSOE, la entonces desconocida Trinidad Jiménez. Diez años después, Solana, el mítico mister Pesc, se la devuelve a ambos fichando por la campaña de Tomás Gómez, el hombre que sí paró los pies al hasta ahora incontestable secretario general del PSOE.

Javier Solana y otro veterano miembro del grupo de los renovadores y de lo que en su día fue el Clan de Chamartín, Carlos Solchaga, han entrado a formar parte de un ‘comité de notables’ que asesorarán a Tomás Gómez para las elecciones del próximo 22 de mayo. Entre los integrantes también estará otro sólido apoyo del ex alcalde de Parla, el histórico Gregorio Peces Barba, a quien también le hubiera gustado aspirar a ser alcalde de Madrid y que renunció a batirse por el puesto en unas primarias contra Jaime Lissavetzky.

Pero la historia de los desencuentros entre Javier Solana y José Luis Rodríguez Zapatero se remonta atrás casi diez años. A octubre de 2001, cuando el Partido Socialista de Madrid que entonces lideraba Rafael Simancas contactó directamente con él para ofrecerle un caramelo tan goloso como la candidatura socialista al Ayuntamiento de Madrid. Eran otros tiempos y la hazaña no parecía tan complicada. El rival a abatir era todavía José María Álvarez del Manzano y en el propio PSM piensan que si Solana hubiese sido el candidato, Alberto Ruiz-Gallardón no se hubiera atrevido a dejar la presidencia de la Comunidad de Madrid para comenzar su travesía municipal.

“Eres el pasado”

Con la popularidad de José María Aznar y del PP en horas bajas por capítulos polémicos que no tardarían en llegar como la gestión del Caso Prestige, Solana se animó y aceptó la propuesta. De hecho, hizo saber personalmente a Simancas que estaba dispuesto pero que la propuesta no debería hacérsela él sino el propio Zapatero. “Le dijo que sí, pero que necesitaba un año, hasta octubre de 2002, para dejar la OTAN y poder volcarse en la campaña municipal”. Simancas ya sabía entonces que el líder de la oposición ya tenía otro nombre para esa plaza y pensaba, quizá, que si Solana decía finalmente que sí, su jefe de filas entraría en razón. Pero no hubo manera.

Finalmente, la conversación de marras se produjo y Zapatero le argumentó a Solana por qué no podía ser él el candidato. “Básicamente, porque representaba al pasado”, explican fuentes del partido. Un pasado felipista del que el entonces líder incuestionable renegaba y que hoy abraza con todas sus fuerzas en la persona de su vicetodo Alfredo Pérez Rubalcaba. “Solana estaba que trinaba. Nada más acabar la reunión llamó un montón de veces por teléfono a Simancas pero él, que ya sabía lo que había pasado, no le quería contestar”, añaden.

Solana no ha olvidado nunca aquel desprecio. Aquel portazo en las narices que, de no haberse producido, quizá habría cambiado la historia de los socialistas de Madrid, que llevan sin gobernar el Ayuntamiento desde la época de Juan Barranco. Solo hay que recordad que, en aquellas elecciones, Simancas se hubiera convertido en el presidente de la Comunidad si no hubiera sido por la traición del Tamayazo.

Padrino de Rubalcaba

Pero como dicen que la venganza es un plato que se sirve en frío, Solana solo tuvo que esperar un tiempo para cobrarse su particular recompensa. Porque solo tres años después fue Zapatero, ya presidente, el que le llamó por teléfono para ofrecerle que fuera el candidato. La respuesta ya se conoce y, ante la falta de nombres con peso para enfrentarse a Gallardón, acabó encabezando la lista del PSM un desconocido Miguel Sebastián, que ni siquiera llegó a retirar su acta de concejal tras sus pésimos resultados.

El fichaje de Solana y Solchaga por la campaña de Gómez no deja de ser insólito pues ambos, como renovadores, están más próximos al equipo que gestiona la candidatura de Lissavetzky. Pero, como dice el refrán, la política hace extraños compañeros de cama. Y en esta ocasión, Solana, el despreciado, ha decidido ponerse del lado del bando de los Gómez y compañía. Otro escenario sería la posible sucesión de Zapatero, en la que Solana apoyaría sin fisuras a su apadrinado Rubalcaba, el hombre al que dejó como ministro de Educación cuando él ascendió a convertirse en ministro de Asuntos Exteriores de González.

Javier Solana pudo ser el recambio de Felipe González, el eterno aspirante a sucesor, pero eligió llegar a lo más alto a lo que jamás había aspirado un miembro del PSOE, la secretaría general de la OTAN. Desde allí inició una carrera ascendente que fue elevando su popularidad hasta que unos cuantos compañeros quisieron hacer de él el candidato al Ayuntamiento de Madrid. Todo parecía atado y bien atado hasta que José Luis Rodríguez Zapatero se cruzó en su camino para potenciar la carrera de una genuina representante del nuevo PSOE, la entonces desconocida Trinidad Jiménez. Diez años después, Solana, el mítico mister Pesc, se la devuelve a ambos fichando por la campaña de Tomás Gómez, el hombre que sí paró los pies al hasta ahora incontestable secretario general del PSOE.

Alfredo Pérez Rubalcaba Tomás Gómez