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“No hay tanta mafia rusa. Lo que sí hay, y con entidad propia, es mafia marbellí”
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EL HIJO DEL CONSIDERADO ‘PADRINO RUSO’ DE LA COSTA DEL SOL

“No hay tanta mafia rusa. Lo que sí hay, y con entidad propia, es mafia marbellí”

Stefano no puede vivir sin la música. Es su oxigeno vital. Su existencia, marcada por las notas de un pentagrama siniestro, le situaron en el punto

Foto: “No hay tanta mafia rusa. Lo que sí hay, y con entidad propia, es mafia marbellí”
“No hay tanta mafia rusa. Lo que sí hay, y con entidad propia, es mafia marbellí”

Stefano no puede vivir sin la música. Es su oxigeno vital. Su existencia, marcada por las notas de un pentagrama siniestro, le situaron en el punto de mira cuando su padre, Roman Frumson, fue asesinado en 1998 en su residencia cuando él dormía en la habitación de al lado. A Stella, su madre, la culparon del asesinato. Falleció años después de salir de prisión aplastada por un muro que se desplomó sobre ella en el patio su casa. Ante estas sacudidas de la vida, su catarsis ha sido la música. Stefano se edificó un universo para sobrevivir y, con la ayuda de la Fundación Frumsom y la delegación de la UNESCO, persigue el sueño de llegar a ser compositor.

Cuando a Stefano se le habla de su padre se emociona. El no cree ni palabra de lo que se ha dicho de Roman Frumson. Sólo sabe que de pequeño le tomaba en brazos y tocaba el violín hasta que se quedaba dormido en su regazo. Ahora, le ha hecho un homenaje componiéndole una pieza al piano. Roman Frumson estaba considerado por la Policía como el ‘padrino’ de la mafia rusa en la Costa del Sol, se le relacionó, entre otras actividades ilícitas, con el blanqueo de capitales en negocios inmobiliarios y con la prostitución de lujo.

En el sector inmobiliario de Marbella estaba considerado un gran inversionista, al que muchos no dudaban en calificar de auténtico magnate. La boda con la madre de Stefano en el lujoso hotel Don Carlos por el rito judío, en la que gastó millones de pesetas, dio la vuelta al mundo en las televisiones. Años después, nadie sabe aún si por un ajuste de cuentas o por un crimen pasional, la policía encontró su cadáver acribillado a balazos en el dormitorio de su casa.

Según Stefano, “se ha mentido mucho sobre este tema. El juez Santiago Torres, que puso entre rejas a Gil, fue el mismo que llevo el caso de mi padre. Cuando culparon a mi madre de su muerte nos afectó mucho porque sabíamos que no era verdad. No tuvieron nunca pruebas reales contra ella. Pero a los que investigaban les interesaba que ella estuviera detenida, así no pudo mover ninguno de los bienes de mi padre en el extranjero. La gente que estaba dentro de la investigación han desparecido ahora del mapa, el inspector de policía dejó el cuerpo y montó un negocio, hubo policía implicada en el caso que nos robaron propiedades, incluso la procuradora ingresó en un centro psiquiátrico”.

Caso Archivado

El caso se archivó por falta de pruebas. Stefano, que ahora estudia derecho en Londres, siempre querrá saber qué pasó aquel fatídico día en el que perdió la vida su padre. Dentro del culebrón de la investigación apareció en escena Boris Peter Abramson, presunto amante de su madre, Stella Semenov. Este ciudadano ruso, investigado por extorsión, secuestro, prostitución coactiva, tráfico ilegal de drogas y tráfico de armas, cumplió prisión como presunto autor de la muerte de Roman. Actualmente, sus sociedades Nother Finance, Timia Fachi y Saturnia Regna, dedicadas al negocio inmobiliario, han sido relacionadas con Fernando del Valle, el presunto cerebro de la red de blanqueo destapada en la Operación Ballena Blanca.

La vida de Stefano Frumson transcurre ahora entre Londres y Marbella. “¿Me preguntas que si soy consciente de la mafia rusa que hay en Marbella? No creo que haya tanta mafia rusa en Marbella, lo que sí existe es la mafia marbellí con entidad propia. He visto personas detenidas, a las que yo conozco personalmente, y se exagera mucho respecto a este tema porque, al poco tiempo, las tienen que dejar libres. Las cosas desde fuera se ven de distinta manera. Hay que estar aquí para saber lo que es la realidad”.

Los días grises marcados por la tragedia ya han desaparecido del universo de Stefano. Sus composiciones son por sí solas una carta de presentación del buen apellido Frumson. A los trece años grabó su primer disco, compuesto por nueve obras escritas por él mismo. Y con él también llegaron los premios en Lisboa, Málaga o en el prestigioso Jugend Musiziert en Alemania y las actuaciones en distintos puntos de Andalucía, del resto del país e incluso Europa. Su música es neorromántica con algunos elementos modernos, sobre todo, expresionistas: “Me han pasado cosas buenas y malas… La inspiración sigue, aunque se ve afectada por todo lo que te sucede. Las muertes de mi padre y de mi madre son dos tragedias personales muy fuertes que te marcan desde todos los puntos de vista. Todo ello está en mi música”.

Stefano no puede vivir sin la música. Es su oxigeno vital. Su existencia, marcada por las notas de un pentagrama siniestro, le situaron en el punto de mira cuando su padre, Roman Frumson, fue asesinado en 1998 en su residencia cuando él dormía en la habitación de al lado. A Stella, su madre, la culparon del asesinato. Falleció años después de salir de prisión aplastada por un muro que se desplomó sobre ella en el patio su casa. Ante estas sacudidas de la vida, su catarsis ha sido la música. Stefano se edificó un universo para sobrevivir y, con la ayuda de la Fundación Frumsom y la delegación de la UNESCO, persigue el sueño de llegar a ser compositor.

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