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La voluntad política del Gobierno del PSOE de acercar posiciones con la Iglesia Católica y, sobre todo, los servicios de Protocolo del Palacio de La Moncloa han obligado al Ejecutivo socialista a elevar el rango de su representación en los funerales de J
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La voluntad política del Gobierno del PSOE de acercar posiciones con la Iglesia Católica y, sobre todo, los servicios de Protocolo del Palacio de La Moncloa han obligado al Ejecutivo socialista a elevar el rango de su representación en los funerales de J

Moncloa había determinado el pasado viernes, cuando el empeoramiento de la salud del Papa hacía prever un cercano desenlace fatal, que fuera la vicepresidenta, María Teresa

Foto: La voluntad política del Gobierno del PSOE de acercar posiciones con la Iglesia Católica y, sobre todo, los servicios de Protocolo del Palacio de La Moncloa han obligado al Ejecutivo socialista a elevar el rango de su representación en los funerales de J
La voluntad política del Gobierno del PSOE de acercar posiciones con la Iglesia Católica y, sobre todo, los servicios de Protocolo del Palacio de La Moncloa han obligado al Ejecutivo socialista a elevar el rango de su representación en los funerales de J

Moncloa había determinado el pasado viernes, cuando el empeoramiento de la salud del Papa hacía prever un cercano desenlace fatal, que fuera la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, la máxima representante del Gobierno español en los funerales de Juan Pablo II. Sin embargo, finalmente será el propio José Luis Rodríguez Zapatero quien encabece de la delegación. Un repentino cambio en el que han tenido mucho que ver los servicios de Protocolo de Presidencia, como han reconocido a El Confidencial fuentes de Moncloa.

Según estas fuentes, éstos recordaron a los máximos responsables del Ejecutivo que la tradición vaticana obliga a que a los funerales acudan los presidentes de Gobierno y a la entronización del nuevo Papa, los jefes de Estado. Es decir, Zapatero y el Rey Juan Carlos, respectivamente.

Esta advertencia y la voluntad política del Gobierno del PSOE de acercar posiciones con la Iglesia Católica llevaban ayer a una fuente oficial consultada por este diario a afirmar que el Ejecutivo hará “exactamente lo que decidan la Santa Sede y la Casa Real española como más conveniente”. Esas palabras resumen la actitud de “máxima disponibilidad del Gobierno” para que el nivel de nuestra representación, en el rango y en los componentes, tanto en los funerales como en la entronización del nuevo Pontífice, sea el que sugieran el Vaticano, por un lado, y Zarzuela, por otro.

Aun así, se insiste en que el Gobierno estará de acuerdo con cualquier otra fórmula que se sugiera desde el Vaticano y la Casa Real respecto a los miembros del Ejecutivo que deban estar presentes en los dos viajes. De momento, junto al presidente del Gobierno, acudirán los ministros de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y el de Justicia, Juan Fernando López Aguilar.

Además, en las próximas horas, el Ejecutivo tiene previsto ponerse en contacto con el máximo dirigente del PP, Mariano Rajoy, para hacerle un ofrecimiento sin precedentes: que el principal partido de la oposición designe a una persona para que se incorpore a la delegación oficial española. Una persona que Moncloa desea que sea el propio Rajoy, como reconocen las fuentes consultadas. Hoy mismo, el líder de la oposición ha aceptado la invitación del Ejecutivo de Zapatero.

La cumbre Zapatero-Blázquez, mañana

Aunque la muerte de Juan Pablo II ha obligado a Rodríguez Zapatero a cambiar su agenda -ha suspendido sus actos electorales en la campaña vasca y su encuentro para hoy con el emir de Bahrein- el Gobierno y el Episcopado han decidido de común acuerdo mantener el anunciado encuentro entre el presidente y el recién elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Ricardo Blázquez, que se celebrará mañana a mediodía en el Palacio de La Moncloa.

En un principio, la idea fue aplazar el encuentro, que estaba fijado antes de conocerse el fallecimiento del Papa Juan Pablo II, pero, finalmente, monseñor Blázquez lo mantuvo tras consultar con la Nunciatura de la Santa Sede en España, a la que, por otra parte, envió ayer un telegrama de pésame el presidente del Gobierno.

No fue, sin embargo, Zapatero, sino la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, vestida de luto riguroso, la que acudió personalmente para expresar al nuncio, Monteiro de Castro, su condolencia por la muerte del Pontífice y escribir en el libro de firmas que “la Historia del siglo XX no se entendería sin su presencia”.

Peregrinar de ministros

Moncloa había determinado el pasado viernes, cuando el empeoramiento de la salud del Papa hacía prever un cercano desenlace fatal, que fuera la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, la máxima representante del Gobierno español en los funerales de Juan Pablo II. Sin embargo, finalmente será el propio José Luis Rodríguez Zapatero quien encabece de la delegación. Un repentino cambio en el que han tenido mucho que ver los servicios de Protocolo de Presidencia, como han reconocido a El Confidencial fuentes de Moncloa.