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El Gobierno pasa factura a Monzón, que recibirá una indemnización de 14,5 millones
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El Gobierno pasa factura a Monzón, que recibirá una indemnización de 14,5 millones

Diez años después de que el ya expresidenta de Indra tratase de sacar a Alierta de Telefónica, el aragonés ha forzado la destitución de un ejecutivo muy polémico.

Foto: El expresidente de Indra, Javier Monzón (EFE)
El expresidente de Indra, Javier Monzón (EFE)

Lo que iba a ser este jueves una batalla en el consejo de administración de Indra, reunión en la que los dos consejeros del Estado en representación del 20% del capital iban a pedir explicaciones al presidente por la caída del valor en bolsa, fue finalmente una balsa de aceite con agradecimientos más o menos fingidos de los presentes hacia Javier Monzón.

El directivo había claudicado el miércoles por la noche tras aguantar un año la presión del Gobierno para que dejara el cargo, un despido forzado gracias a César Alierta, después de que Telefónica tomara el 6% del capital. Paradójicamente, Monzón –que percibirá una indemnización de 14,5 millones de euros– intentó mover la silla al primer ejecutivo de la teleco cuando el PSOE volvió a la Moncloa en 2004.

En la citada reunión del consejo, Juan Carlos Aparicio y Adolfo Menéndez, que en un principio iban a señalar al ya destituido presidente por los malos resultados de 2014, escucharon las explicaciones de Monzón. El directivo expuso que su relevo a favor de Fernando Abril Martorell lo había diseñado él mismo, de acuerdo con el Gobierno y con Telefónica, como nuevo accionista de referencia de la compañía, una reflexión de cara a la galería.

La explicación se sostenía con dificultad porque la pelea de Monzón con el ministro de Defensa, Pedro Morenés, era pública desde que hace un año El Confidencial desvelara las intenciones de Moncloa de relevarle. Varios consejeros sabían de los movimientos que había realizado el ya expresidente para tratar de continuar en el cargo, en el que ha estado 25 años desde que salió precisamente de Telefónica.

Porque las desavenencias de Monzón con el PP se originan precisamente cuando el PSOE regresa al poder en 2004. Gracias a su amistad con el Rey Juan Carlos, con el clan Pujol y con Felipe González, al que tenía como asesor personal, junto al hijo del líder socialista, el directivo intentó desplazar a Alierta de la presidencia de Telefónica, a la que llegó en 2000 de la mano de José María Aznar procedente de Tabacalera. Una guerra de trincheras de la que el aragonés salió vencedor, como en la mayoría de ocasiones.

Alierta aguantó el envite y Monzón prosiguió en Indra hasta que el PP, que no lo consideraba de los suyos, volvió a gobernar. Pronto le hicieron saber que era el momento de su relevo, pero el economista nacido en Madrid se atrincheró gracias a su citada relación con el anterior Rey, que intermedió para evitar su decapitación. Ambos, con el apoyo de Florentino Pérez, otra de sus amistades más próximas, se reunieron varias veces para frenar la intentona de Morenés, que se oponía a las aspiraciones de Monzón de encontrar un fondo próximo a sus intereses que se quedara con la participación del 20% que Bankia había heredado de Caja Madrid. Al contrario, el ministro de Defensa convenció al de Economía para hacerse con ese paquete con el fin de proteger los secretos de Estado que guarda Indra como principal suministrador de tecnología a la seguridad del país.

La compra de ese 20% provocó las protestas a Génova de Daniel García Pita, vicepresidente de Indra y secretario general del consejo, además de abogado que había trabajado para la antigua Caja Madrid y que conoce muchos de los secretos de las elites de la capital, como los del propio Florentino Pérez y de Villar Mir. Con los dos consejeros en nombre del Gobierno ya en el salón de decisiones de Indra y con un informe demoledor sobre la gestión presidencialista, Monzón recurrió a sus privilegiadas relaciones para salvar el envite.

Doblar la mano al presidente

Pero la abdicación de su principal valedor en la primavera pasada lo dejó a la espera de que Mariano Rajoy inclinase el pulgar hacia abajo. Aunque fue ratificado en la junta general de junio de 2014, la suerte estaba echada cuando los hombres del PP se reunieron con Alierta y le ofrecieron tomar una participación testimonial para doblar la mano al mismo hombre que años atrás había intentado relevar al presidente de Telefónica.

La operación empezó a mascullarse en otoño. Telefónica, inmersa en varias operaciones corporativas, como la venta de O2 y las negociaciones con Qatar, tan sólo aguardó la instrucción de Moncloa para actuar. En Navidad, todo estaba decidido. Sólo faltaba la ejecución. Curiosamente, Alierta, con el 6% del capital, forzó la destitución de Monzón, algo que el Gobierno no había podido hacer con su 20%. Una demostración de poder por parte del presidente de la operadora.

Una derrota, eso sí, bien pagada. Porque Monzón tiene derecho a percibir hasta 14,5 millones de euros como indemnización. Una cantidad que hace año y medio estaba incluida en un blindaje, que fue transformado en un plan de pensiones para que fiscalmente le fuera más rentable. El anterior consejero delegado, Regino Moranchel, se llevó 9 millones cuando dejó sus funciones hace dos años. Nunca la bolsa celebró con una subida del 20% la destitución de un presidente de una compañía cotizada.

Lo que iba a ser este jueves una batalla en el consejo de administración de Indra, reunión en la que los dos consejeros del Estado en representación del 20% del capital iban a pedir explicaciones al presidente por la caída del valor en bolsa, fue finalmente una balsa de aceite con agradecimientos más o menos fingidos de los presentes hacia Javier Monzón.

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