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Florentino Pérez pone a ACS en el camino correcto de la solvencia sin trucos contables
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espera obtener rating esta primavera

Florentino Pérez pone a ACS en el camino correcto de la solvencia sin trucos contables

La compañía ha dado los pasos necesarios para conseguir que las agencias de rating le otorguen la acreditación que le permita financiarse sin bancos

Foto: Florentino Pérez. (Efe)
Florentino Pérez. (Efe)

Corría el otoño de 2010 cuando ACS, ya embarcada en la tormenta eléctrica de convertirse en dueña de Iberdrola, intentó vender entre inversores particulares una emisión de bonos por hasta 1.500 millones de euros. Una operación mediante la que Florentino Pérez, los March, los Albertos y los Fluxá pretendían obtener dinero fresco para seguir financiando el asalto a la compañía energética una vez que la banca había decidido no renovar más los créditos a la constructora y a los tres accionistas del núcleo duro, que al mismo tiempo se habían endeudado a título personal en cerca de 2.000 millones. Algunos fueron ejecutados y otros tuvieron que provisionar muchas pérdidas, como los Fluxa.

La operación nunca llegó a realizarse por las exigencias de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que había puesto muchos impedimentos a la que hubiera sido la primera emisión de bonos en la historia de ACS. Veía mucho riesgo para los inversores hasta el punto de que le exigía una rentabilidad similar a la que en aquellos momentos daba la Rumasa de los Ruiz Mateos. En definitiva, que no era solvente a juicio del árbitro de los mercados de capitales.

La oposición del regulador fue un golpe muy duro para Florentino Pérez, que ya había regresado a la presidencia del Real Madrid. Poco después, en pleno crash mundial, el empresario llamó a las puertas de La Caixa para decirle a Isidro Fainé que tenía un problema ingente. El presidente del banco con sede en Barcelona, gran amigo de Pérez, le ayudó a vender el 10% de Abertis a la carrera por 875 millones, participación que fue a manos de la OHL de Villar Mir.

Un anticipo a la ejecución de los préstamos vinculados a la compra de Iberdrola por parte de UBS en el verano de ese 2012, que se tradujeron en pérdidas de 2.000 millones para el grupo de construcción e infraestructuras. Aquella sangrante derrota provocó un cisma entre Florentino y los March, que empezaron a poner tierra de por medio y a reducir su paquete en ACS desde el 22 hasta el 10%.

Sin embargo, esa final pérdida, que le obligó a suspender el dividendo por primera vez desde su constitución, fue el inicio de un camino que puede culminar este verano con la acreditación de empresa solvente por parte de las agencias de calificación financiera. Lo cual será un hito para un grupo que es un referente mundial en infraestructuras, pero que había vivido por encima de sus posibilidades gracias a la ayuda de los bancos amigos, especialmente Caja Madrid. Porque ACS, sometida a un drástico plan de adelgazamiento -venta del negocio de puertos, autopistas en Chile, aeropuertos en Europa, etc...- desde el verano de marras, está a punto de concluir dos operaciones que le permitirán conseguir que Moody´s y Standard & Poor´s la consideren una empresa segura para los inversores.

Si los mercados no se tuercen, el grupo va a cerrar la venta de hasta el 75% de su negocio de energías renovables, que le facilitarán borrar de un plumazo 2.300 millones que tenía escondidos bajo la alfombra, pero que eran visibles para las agencias de rating. Además, Florentino se ha ganado la confianza de bancos que hasta ahora no le habían prestado nunca, como Goldman Sachs y Bank of America Merrill Lynch, para renovar un crédito sindicado de 2.000 millones. Si a estas dos transacciones se suma la venta parcial de algún activo más, la compañía podría obtener la acreditación financiera que persigue desde hace casi cinco años antes del verano, según aseguran fuentes próximas al grupo.

Una credencial que le facilitará emitir bonos -el último intento realizado en noviembre volvió a ser baldio-, con lo que reducirá la dependencia de la banca y rebajará sus costes financieros. Por ejemplo, Enagás paga el 1,25% por bonos a 10 años, mientras que la constructora tiene que abonar más del 3,50% por renovar créditos bancarios.

Una bendita fuente de dinero para un grupo que ha conseguido que España, donde de forma habitual ha tenido que recurrir a favores políticos, como el gaseoducto del Castor, apenas represente el 20% de sus ingresos gracias a la diversificación en Alemania, Australia y Estados Unidos. “ACS tiene aún mucha deuda, pero tiene muchos activos, la mayoría en el extranjero. Por eso bancos que antes no le prestaban, quieren ahora ser sus amigos”, explica una fuente próxima al grupo.

Otra fuente añade que con algún ajuste más y una renovación profesional del consejo, al que ha entrado hasta su hermana, la compañía se va a quedar “muy limpia, sin necesidad de recurrir a trucos contables ni a compras artificiales de autocartera”. Todo un esfuerzo en la dirección correcta, liderado por Marcelino Fernández Verdes, la mejor cabeza de una multinacional que se ha visto superada en capitalización bursátil por Ferrovial -a Florentino no le gusta ser segundo ni en las finanzas- y que aún cotiza un 40% por debajo de sus máximos históricos. Un valor, en cualquier caso, mucho más seguro para los inversores a la espera de la siguiente y gran pirueta.

Corría el otoño de 2010 cuando ACS, ya embarcada en la tormenta eléctrica de convertirse en dueña de Iberdrola, intentó vender entre inversores particulares una emisión de bonos por hasta 1.500 millones de euros. Una operación mediante la que Florentino Pérez, los March, los Albertos y los Fluxá pretendían obtener dinero fresco para seguir financiando el asalto a la compañía energética una vez que la banca había decidido no renovar más los créditos a la constructora y a los tres accionistas del núcleo duro, que al mismo tiempo se habían endeudado a título personal en cerca de 2.000 millones. Algunos fueron ejecutados y otros tuvieron que provisionar muchas pérdidas, como los Fluxa.

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