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¿Separación o abandono? Estos son todos los secretos del culebrón Bestinver
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PARAMÉS QUISO COMPRAR EL 50% DE LA GESTORA

¿Separación o abandono? Estos son todos los secretos del culebrón Bestinver

Paramés formalizó su marcha por escrito el pasado viernes. Lo hizo por carta, con acuse de recibo a Acciona, tras tratar durante un año su salida sin éxito.

Foto: Conferencia anual de inversores 2014 Bestinver.
Conferencia anual de inversores 2014 Bestinver.

Francisco Paramés formalizó su marcha de Bestinver por escrito el viernes de la semana pasada. Lo hizo por carta, con acuse de recibo a sus mayores de Acciona, dueños de la firma gestión de patrimonios, a los que comunicó su intención de abandonar y poner fin de manera abrupta a una exitosa relación profesional de 25 años. Ha sido un desenlace amargo, aunque inevitable después de que ambas partes fueran incapaces de llegar a un acuerdo amistoso tras casi un año de negociaciones bajo el más absoluto secreto.

El portazo de Paramés para salir de Bestinver ha descubierto la historia de idas y venidas existente desde junio del año pasado. Entonces, el gestor estrella comunicó su intención de trasladarse a Londres durante dos años por motivos familiares. La singular decisión fue sometida por parte de Acciona a la condición de abrir una oficina comercial en la City, un requisito que disgustó al cerebro de la gestora, que presentó entones su dimisión como demostración de poder. Tras ese pulso, la relación de confianza quedó rota para siempre.

Los problemas se agolpaban a las puertas de Entrecanales. Entonces, Acciona estaba en una situación de debilidad corporativa, estrangulada por la elevada deuda comprometida en su apuesta renovable (6.000 MW). El amago de marcha del artífice del emporio Bestinver amenazaba con llevarse por delante el rentable negocio financiero de la familia. Obligados a seguir mimando a Paramés, los propietarios de la firma transigieron con su mudanza y ondearon bandera blanca para satisfacer las inquietudes de su gurú.

Sin embargo, el puente entre las dos orillas estaba roto. Paramés propuso formar parte del accionariado de Bestinver. De gestor, a propietario. No en vano, aquella era su criatura y así ocurre en gran parte de las gestoras de autor del sector. Pero los planes de Acciona eran otros. Prefería seguir haciendo de su estrella uno de los mejores asalariados del país, con un sueldo millonario de dos dígitos, pero no estaba dispuesta a compartir los beneficios, por muy dependiente que fuera del talento del Warren Buffett español.

Durante ese periodo de tregua negociadora, con posiciones de partida tan opuestas, surgió la posibilidad de que Paramés y su equipo gestor (Alvaro Guzmán y Fernando Bernad) comprara junto a un inversor hasta el 50% de Bestinver. Era la solución para que la estrella de la firma siguiera remando en el barco de los Entrecanales, a los que las necesidades financieras de Acciona les obligaba a escuchar ofertas por cualquiera de sus activos para poder calmar las exigencias de los bancos acreedores.

Fue la única posibilidad real de acuerdo. Sin embargo, Acciona optó por salvar sus urgencias financieras con el dinero de KKR, al que vendió un tercio de su división de energías renovables por algo más de 400 millones de euros. Esa alianza, sellada a las puertas del verano, anuló la posibilidad de que Paramés entrara en el capital de Bestinver. Es más, a partir de entonces, la familia Entrecanales puso en marcha un plan para reformular el modelo de negocio de la gestora, donde su empleado hacía y deshacía como si fuera el dueño.

Desde ese momento, los rumores sobre la continuidad de Paramés al frente de Bestinver comenzaron a superar los muros de silencio levantados durante el último año. El reconocido gestor seguía sin resolver su situación dentro de la firma, aunque mientras tanto Acciona avanzaba en paralelo en su propósito de tomar las riendas. En este sentido, el nombramiento de Luis Rivera el pasado mes de julio como presidente ejecutivo de la firma evidenció la puesta en marcha de un plan alternativo para superar el órdago de su estrella.

Acciona preparó la transformación del modelo de negocio de Bestinver para protegerse de la posible marcha de Paramés

Había nuevos planes para Bestinver. Alertados del riesgo de fuga de Paramés, el nuevo mandatado de los Entrecanales comenzó el proceso de transformación de la gestora. La naturaleza artesanal y personalista que había hecho de la firma un proyecto de éxito debía dejar paso a un modelo más convencional, donde la omnipresencia de la gestión de autor quedara diluida como un producto de valor añadido dentro del conjunto. Y mientras tanto, el verso suelto de la gestión seguía encerrado en la jaula de oro.

Acciona ha ido jugando sus cartas durante los últimos meses con premura y determinación, convencida de que su gestor estrella, tanto por responsabilidad con los clientes como por razones contractuales, no daría nunca un portazo. No en vano, Paramés estaba obligado a comunicar la ruptura de su relación profesional con seis meses de antelación, además de tener que cumplir un periodo de dos años de no competencia y de conservar durante cinco años un 75% del patrimonio que tiene invertido en Bestinver.

Todos estos salvavidas jurídicos no han evitado el divorcio. Vehemente y analítico por igual, Paramés ha roto la baraja antes que transigir con la nueva Bestinver, aunque en realidad hace más de un año que estaba desvinculado intelectualmente del proyecto que levantó para los Entrecanales. Así, ante la deriva de los acontecimientos, con Beltrán de la Lastra (JP Morgan) apalabrado en Londres como relevo, el gestor gallego ha querido darse el gustazo de ser quien marcara los tiempos para poner el punto y final.

Francisco Paramés formalizó su marcha de Bestinver por escrito el viernes de la semana pasada. Lo hizo por carta, con acuse de recibo a sus mayores de Acciona, dueños de la firma gestión de patrimonios, a los que comunicó su intención de abandonar y poner fin de manera abrupta a una exitosa relación profesional de 25 años. Ha sido un desenlace amargo, aunque inevitable después de que ambas partes fueran incapaces de llegar a un acuerdo amistoso tras casi un año de negociaciones bajo el más absoluto secreto.

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