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"Marta, la incondicional": la 'cultureta' de Cs que se la juega en el feudo de Feijóo
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RIVERA DE LA CRUZ, NÚMERO uno POR A CORUÑA

"Marta, la incondicional": la 'cultureta' de Cs que se la juega en el feudo de Feijóo

Si alguien le dijera, cuatro años después, que se ha convertido en alguien indispensable en un partido, no se lo creería. Esta es la historia de la escritora Rivera de la Cruz a la que Cs llamó

Foto: La escritora y candidata de Ciudadanos por A Coruña al Congreso. (EFE)
La escritora y candidata de Ciudadanos por A Coruña al Congreso. (EFE)

No importa a quién se pregunte dentro del partido por su mayor virtud. La respuesta —de dirigentes, asesores, compañeros de escaño— es siempre la misma. Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 1970) “está siempre ahí”, es alguien “incondicional” y “nunca falla”. Esté más o menos de acuerdo con algo. Primero lo dice y, después, te recuerda que estará ahí. “Unir al grupo”, aseguran, es su otra gran contribución. Organiza cenas y quedadas fuera de la quinta planta del Congreso —cuartel general parlamentario naranja— y, ante alguna tirantez o tensión, siempre busca el punto común. Usa su templanza, carácter optimista y, sobre todo, constructivo.

Cuando en el partido se conoció que su nuevo destino —una vez disueltas las Cortes y convocadas las elecciones del 28 de abril— era encabezar la lista al Congreso por A Coruña, el estado de 'shock' fue casi inmediato. Ciudadanos no tiene representación en las Cortes por ninguna circunscripción gallega, como tampoco logró entrar en el Parlamento autonómico tras las autonómicas de 2016. Que el escaño de Marta estuviera en juego se convirtió para algunos en algo estresante, y desde luego fue triste para la mayoría. También para ella. Algo inimaginable cuatro años atrás, cuando decidió dar el salto a la primera línea, saliendo de su 'zona de confort' como reputada escritora (finalista del Premio Planeta 2006) y con una trayectoria indiscutible ligada a las letras.

placeholder Rivera de la Cruz, desde la tribuna del Congreso. (EFE)
Rivera de la Cruz, desde la tribuna del Congreso. (EFE)

Recibió la llamada de Albert Rivera y sintió la necesidad de dar un paso al frente. Aunque siempre estuvo interesada en la política, nunca creyó que su experiencia pasaría de los análisis y las denuncias públicas. "Ha llegado el momento de que los espectadores, los que miramos desde fuera, tomemos partido. En España han pasado cosas que me hacen pensar que esa responsabilidad ética ha dejado de ser suficiente". Con esas palabras, Rivera de la Cruz confirmaba en 2015 su 'sí quiero' (el político).

Cuatro años después, ya se ha convertido en alguien indispensable dentro de la familia naranja. Defiende a su jefe con uñas y dientes y confía en él como él lo hace en ella. Es una de las voces más escuchadas en las ejecutivas nacionales, reconocen sus compañeros. "Cuando Marta habla, la gente escucha", cuentan algunos de los que se sientan con ella en la sexta planta de la sede naranja de Ventas.

placeholder Begoña Villacís, junto a Rivera de la Cruz. (EFE)
Begoña Villacís, junto a Rivera de la Cruz. (EFE)

A pesar del temor que supuso la decisión de Rivera —"el jefe"— cuando le pidió que acabara con el muro gallego del PP, hasta el momento casi infranqueable, todos sus compañeros de filas coincidían en algo: "Ella puede conseguirlo". A partir de aquel momento, cogió un avión y no ha parado. Las cosas no son fáciles para las siglas naranjas allí. Pisando tierra gallega ha comprendido el poder de los populares en esta comunidad. Estuvieron denunciando el silenciamiento en la televisión pública por no tener representación y la Junta Electoral les ha dado la razón. Ahora el partido debe ser compensado por no haber sido incluido hasta el momento en la cobertura televisiva. Pero la campaña casi ha terminado. Todas las encuestas dan por descontado su escaño, algunas el segundo por esa provincia, y hay muchas posibilidades de que también lo obtengan en Pontevedra con Beatriz Pino.

Rivera de la Cruz, la 'cultureta' de Ciudadanos —pero "de verdad", remarcan sus compañeras— dejando claro que evita "el postureo tuitero" y presumir de lo que sabe. Ella es más de decirte que no puedes dormir un día más sin acercarte a ver 'El fusilamiento de Torrijos' al Museo del Prado, fabular con los mejores detalles de la última de Almodóvar y reconocer que ahora está enganchada a 'La hija de la española', de Karina Sainz Borgo.

placeholder El líder de Ciudadanos, junto a Inés Arrimadas, Marta Rivera de la Cruz y Patricia Reyes. (EFE)
El líder de Ciudadanos, junto a Inés Arrimadas, Marta Rivera de la Cruz y Patricia Reyes. (EFE)

Se metió en política por convicción. Lo pasó mal en el inicio de su andadura a causa de un debate en el que lo único que hizo fue defender la postura de su partido. El asunto era espinoso —violencia de género vs. violencia intrafamiliar—. Estuvo en un segundo plano por petición propia, pero pronto tuvo oportunidades para desquitarse. No solo en la tribuna, sino en distintas intervenciones y en la presidencia de la comisión de Cultura y Deporte, una de las más conciliadoras que ha visto esta legislatura. La relación con los portavoces de PP, PSOE y Unidos Podemos —WhatsApp mediante— continúa.

Acudió algo apenada a la última edición de los Goya, lamentando que Madrid dejara escapar la sede del festival de cine español más importante del año por segunda vez en su historia. Leyó orgullosa un fragmento de la Constitución en el emotivo 40 aniversario después de que lo hicieran el Rey y las máximas autoridades del país. En la última sesión parlamentaria de la legislatura, contuvo la emoción todo lo que pudo. Salió por los pasillos del hemiciclo llorando desconsoladamente, con la pena de una nostalgia que solo entiende quien la sufre. Se terminaba una etapa que no volvería.

placeholder Boda de Marta Rivera de la Cruz. (Pedro Ruiz)
Boda de Marta Rivera de la Cruz. (Pedro Ruiz)

El otro 'sí quiero' llegó en agosto de 2017. Se casó con el abogado coruñés Marcial Martelo de la Maza tras muchos años de relación en una boda novelesca —no podía ser de otra manera— que nadie en el partido olvidará. Tampoco las emotivas palabras que pronunció su padre, descorchando una botella de vino que guardó durante décadas y en honor a su mujer, que ese día faltaba. La recién casada amaneció al día siguiente con un dolor de piernas casi inasumible. Estuvo siete horas bailando. Espera poder bailar la noche del día 28 si puede celebrar no solo su escaño sino el segundo por A Coruña que el PP está a punto de perder.

No importa a quién se pregunte dentro del partido por su mayor virtud. La respuesta —de dirigentes, asesores, compañeros de escaño— es siempre la misma. Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 1970) “está siempre ahí”, es alguien “incondicional” y “nunca falla”. Esté más o menos de acuerdo con algo. Primero lo dice y, después, te recuerda que estará ahí. “Unir al grupo”, aseguran, es su otra gran contribución. Organiza cenas y quedadas fuera de la quinta planta del Congreso —cuartel general parlamentario naranja— y, ante alguna tirantez o tensión, siempre busca el punto común. Usa su templanza, carácter optimista y, sobre todo, constructivo.

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