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Banca, medios y cloacas: Podemos recupera 'la trama' para remontar en las encuestas
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EL CASO VILLAREJO COHESIONA LA CAMPAÑA

Banca, medios y cloacas: Podemos recupera 'la trama' para remontar en las encuestas

72 horas después de que Iglesias iniciase la precampaña con un tono rupturista y contra la trama, recibió la oferta de la Audiencia Nacional para personarse como perjudicado en el caso Villarejo

Foto: El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, interviene en el acto con el que el partido inicia su campaña electoral. (EFE)
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, interviene en el acto con el que el partido inicia su campaña electoral. (EFE)

Podemos pasaba de la casta a la trama en marzo de 2017, un año después de que ocurrieran los hechos que ahora investiga la Audiencia Nacional y que sitúan a Pablo Iglesias y su formación como víctimas del comisario Villarejo. El propio Pablo Iglesias daba cuenta entonces de “la necesidad de crear un significante que sirva para señalar lo que está ocurriendo”. La casta, ese antagonismo entre los de abajo y los de arriba muy limitado a la política institucional, se había quedado corta ante las ramificaciones que adquiere el poder fuera de las instituciones, y fue el titulo elegido por el sociólogo y periodista Rubén Juste para su último libro, que condensó a la perfección la nueva idea fuerza del partido: 'Ibex 35. Una historia herética del poder en España' (Capitán Swing).

La trama, como sinónimo de oligarquía pero con connotaciones castizas del 'capitalismo de amiguetes', que ahora cohesiona la campaña electoral de Pablo Iglesias en un intento de endurecer el discurso y desplegar un programa político con melodía transformadora para movilizar a su electorado y taponar las fugas hacia la abstención. El pasado sábado, Iglesias sentaba las bases del que sería su discurso y sorprendía su giro rupturista frunciendo el ceño contra las élites económicas y mediáticas tras unos meses de alianza formal con el Gobierno socialista. Entonces quedó patente, como ya se reflejó en la crónica de este diario, que se volvía a recuperar el imaginario de la trama —un antagonismo que va más allá de lo político— y todo lo que suponía hacerlo a un mes de una trascendental cita con las urnas.

Foto: Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, el pasado 23 de marzo en el acto de retorno de su permiso de paternidad, en Madrid. (EFE)

72 horas después de que Iglesias se subiese al escenario en la plaza del Reina Sofía, arrancando la precampaña tras cumplir con sus tres meses de permiso de paternidad, recibió una llamada del juzgado central de instrucción 6 de la Audiencia Nacional. Se le ofrecía personarse en el caso Villarejo como perjudicado directo por el presunto robo del móvil de una colaboradora con información sensible, tanto personal como política y estratégica del partido. Las tesis de la trama recibían respaldo judicial. Villarejo declaraba un día después de que Iglesias realizase los trámites para personarse en la que será una nueva pieza separada de esta macrocausa, centrada en las ramificaciones mediáticas de una presunta trama parapolicial. Según su abogado, el comisario asoció el presunto robo del terminal y difusión posterior de la información privada que contenía con una "investigación policial".

La trama escalaba al recibir el adjetivo de 'criminal'. Una "trama criminal", arremetía Iglesias a su salida de la Audiencia Nacional, que "vincula a policías corruptos, a medios de comunicación y a grandes empresarios". Se suma así a otras derivadas de las que se ha dejado constancia en el diario de sesiones, como la trama del canapé, la trama corrupta, la trama de los paraísos fiscales o la trama policial. Iglesias, candidato a la presidencia del Gobierno, recibiendo el estatus de víctima política de 'las cloacas del Estado', a un mes escaso de las elecciones. "Una bala en un sobre que puede convertirse en una bala de plata en campaña", resumía el periodista Pedro Vallín. Una bala también para intentar corregir los efectos del denominado 'Informe PISA', un documento fabricado según se concluyó posteriormente sobre las finanzas del partido para desprestigiar a Podemos. Y es que una encuesta interna poselectoral concluyó que casi el 50% de los votantes acudió a las urnas en 2016 creyendo que el régimen de Venezuela había financiado a la formación morada.

Iglesias promete limpiar la democracia de basura tras acudir a la Audiencia Nacional

El objetivo de la campaña de Podemos pasa por taponar la fuga de votantes hacia la abstención, reconectando con su electorado desencantado y movilizando el voto progresista. De momento, lo ha conseguido ya a la interna, pues el giro en el caso Villarejo ha unido en torno a la figura de Iglesias a todo el partido, sus confluencias y aliados, incluidos quienes siguieron la escisión de Íñigo Errejón, que no se presentará a las elecciones generales del 28-A. Lo cual no es poco tras las fratricidas guerras internas por el poder de los últimos meses. Se ha visualizado el enemigo externo, después de meses centrándose en el interno.

El antagonista es la trama, esos poderes más o menos ocultos, "que tienen más poder que un diputado", afeaba Iglesias en su mitin de regreso, pero ante quienes "no nos tiemblan las piernas", añadía, empujando al PSOE al centro y queriendo hacerse con el espacio de la izquierda. Se reivindica lo social y lo material, dejando en un plano más secundario lo territorial, omnipresente en la campaña andaluza con un exitoso resultado para las derechas.

Un relato que ha venido a reforzar la Audiencia Nacional. El discurso de Iglesias se endurecía en su regreso a la primera línea política, buscando distanciarse de un PSOE que recupera votantes que en las anteriores elecciones se decantaron por Podemos como tocando la tecla para capitalizar a los abstencionistas que se autoubican entre el 1 y el 4 de la escala ideológica. Endurecía discurso y programa, pasando de las medidas keynesianas de los primeros días de precampaña a las medidas 'antitrama'. Dentro de este segundo paquete, destaca la propuesta para prohibir por ley que la banca no pueda financiar campañas y que tanto bancos como fondos de inversión no puedan tener más del 1% de las acciones de los medios de comunicación. La trama pretendía poner el foco "no solo en los corruptos, sino también en los corruptores".

Villarejo dice que los datos de Iglesias eran de una investigación policial

El foco lo ha conseguido ya, y su presencia en la agenda política y mediática se refuerza cuando continuaba la caída en las encuestas y el espacio se achicaba, en un inédito contexto de cinco grandes formaciones a nivel estatal. Iglesias apuesta por "decir la verdad" —como insistía durante su mitin de regreso blandiendo una Constitución—, y la trama ha venido a vehicular su campaña electoral. Un mensaje rupturista que, según uno de quienes propusieron hacer bandera de este significante, el diputado Manolo Monereo, "quiere señalar que existe un mecanismo único que organiza una matriz de poder (para hablar con rigor) entre el capitalismo monopolista-financiero, los poderes mediáticos y una clase bipartidista corrupta y dependiente del capital. (…) La trama se organiza, conspira, se articula y controla el poder del Estado, haciendo de la corrupción un componente estructural del sistema político”.

Hay conceptos que definen una época, y para el líder de Podemos, la actual, según defendía en la presentación del mencionado libro de Juste que inspiró el giro discursivo, “está marcada por la descomposición de una trama de intereses oligárquicos que trata de resistir los cambios y lucha por mantenerse en el poder”. Es por ello que, añadía, el concepto de trama “podría ser la palabra que sirva para entender cómo corrupción e impunidad son significantes asociados a un modelo de desarrollo económico y de gobernanza que ha fracasado”. No en vano, el rescate de la trama ha ido acompañado del rescate del proceso constituyente, calificando los comicios del 28-A como "unas elecciones constituyentes", y como oferta también para superar el conflicto en Cataluña.

Una forma de reclamar orden desde el espacio progresista y de "reiterar el compromiso de nuestra formación política con la ley, con las instituciones y con limpiar nuestra democracia de basura", según el mensaje que fijaba Iglesias a su salida de la Audiencia Nacional. Vuelve la trama, vuelve Iglesias en una apuesta a todo o nada en una campaña que su gabinete enfoca como un punto de inflexión para la gobernabilidad del país. No solo porque los ejecutivos monocolor forman ya parte del pasado y sería inédito un Gobierno de coalición progresista en la democracia española y trascendental en el actual contexto europeo, sino porque entienden que todo está por decidir de aquí al 28-A.

Podemos pasaba de la casta a la trama en marzo de 2017, un año después de que ocurrieran los hechos que ahora investiga la Audiencia Nacional y que sitúan a Pablo Iglesias y su formación como víctimas del comisario Villarejo. El propio Pablo Iglesias daba cuenta entonces de “la necesidad de crear un significante que sirva para señalar lo que está ocurriendo”. La casta, ese antagonismo entre los de abajo y los de arriba muy limitado a la política institucional, se había quedado corta ante las ramificaciones que adquiere el poder fuera de las instituciones, y fue el titulo elegido por el sociólogo y periodista Rubén Juste para su último libro, que condensó a la perfección la nueva idea fuerza del partido: 'Ibex 35. Una historia herética del poder en España' (Capitán Swing).

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