El PP guarda silencio ante Rajoy a la espera de ver si Sánchez se estrella
En reunión a puerta cerrada con su grupo parlamentario, el presidente del Gobierno en funciones abrió un turno de palabra pero nadie tuvo nada que decir y se limitaron a prorrumpir en aplausos
Dentro de la ciclotimia instalada entre los diputados del PP desde el 20-D, la arenga de Mariano Rajoy en el grupo parlamentario sirvió para frenar el desánimo provocado por la apertura de negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez. A puerta cerrada, el presidente del Gobierno en funciones abrió un turno de palabra pero nadie tuvo nada que decir. Se limitaron a prorrumpir en aplausos una vez que la ministra de Empleo, Fátima Báñez, tomó la iniciativa. De momento, creen que queda mucho partido y su jefe tiene bazas para que en el peor de los casos se repitan las elecciones.
Entre “Sánchez no dejará pasar la oportunidad de llegar al poder al precio que sea” o “el PSOE nunca podrá gobernar con Podemos aunque solo sea porque a Iglesias no le interesa”, los parlamentarios del Grupo Popular debaten sobre su futuro inmediato, en el Gobierno o en la oposición, sin cuestionar en público la táctica de Rajoy para ganar tiempo, esperar a ver si Sánchez se estrella y postularse después, allá para marzo, como única salida para evitar nuevos comicios.
Flanqueado en la reunión por María Dolores de Cospedal a un lado y Rafael Hernando al otro, Rajoy pareció convencer a sus diputados con la misma intervención que había hecho el pasado martes, después de ser recibido por el Rey, para explicar que seguía sin apoyos para presentarse a la investidura. Los 122 convocados eran de estricta obediencia marianista, seleccionados uno a uno por jerarquía, posición y afinidad con el aparato de la sede de Génova más las cuotas regionales. Los posibles críticos se quedaron fuera de las listas antes de las elecciones y los dudosos han pasado al Senado.
Los mensajes de más calado interno luego comentados entre los miembros del Grupo Popular no estaban en las explicaciones dadas por Rajoy a la vuelta de la Zarzuela y se referían a la independencia de su partido, “que siempre se ha gobernado a sí mismo”, es “de Gobierno” y “no bisagrista”. Se refería a las presiones externas para que facilite con su abstención un Ejecutivo del PSOE con Ciudadanos (130 escaños de 350) o directamente para que se retire y deje el campo libre.
Frente a las maniobras y las coaliciones para formar un Ejecutivo que nacería hipotecado(PSOE más Podemos y separatistas) y pondría en peligro la unidad de España y la recuperación económica, Rajoy instó a sus diputados a defender que el PP “tiene discurso político”, coherencia y ofrece la salida más democrática: un Gobierno constitucionalista con los socialistas al estilo alemán, austriaco u holandés.
Como el propio presidente del PP destacó, en las próximas semanas se pondrán a prueba los nervios de los populares, según vayan las negociaciones de Sánchez con Podemos, los socios regionales de Iglesias y los grupos separatistas. Esas “situaciones difíciles” son las que preocupan a los diputados del Grupo Popular, que dan por hechola entrega del secretario general de los socialistas a los manejos de Pablo Iglesias. La única duda que tienen consiste en averiguar quién al final engañará más a quién y si los podemitas quieren de verdad convertir a Sánchez en presidente del Gobierno.
Los datos del último CIS dan pie a pensar que la clave de la investidura del socialista está en que Iglesias quiera confirmar en las urnas, en comicios adelantados, que ya es el partido hegemónico de la izquierda como apunta la encuesta, y tiene que ser él mismo quien aspire a la Presidencia del Ejecutivo. Otro dato con el que podrán especular los diputados del PP hasta que Patxi López se avenga a convocar el pleno para someter a votación las aspiraciones de Pedro Sánchez.
Dentro de la ciclotimia instalada entre los diputados del PP desde el 20-D, la arenga de Mariano Rajoy en el grupo parlamentario sirvió para frenar el desánimo provocado por la apertura de negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez. A puerta cerrada, el presidente del Gobierno en funciones abrió un turno de palabra pero nadie tuvo nada que decir. Se limitaron a prorrumpir en aplausos una vez que la ministra de Empleo, Fátima Báñez, tomó la iniciativa. De momento, creen que queda mucho partido y su jefe tiene bazas para que en el peor de los casos se repitan las elecciones.