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Lord Jones no quiere que te suscribas a El Confidencial
  1. El valor de la información
pero él sí lo haría

Lord Jones no quiere que te suscribas a El Confidencial

Con un modelo de suscripción, estamos generándonos un incentivo para ofrecer información rigurosa, análisis perspicaces y opiniones de prestigio

Foto: Ilustración: EC Diseño.
Ilustración: EC Diseño.

Se atribuye erróneamente a Chesterton aquello de que cuando uno deja de creer en Dios es capaz de ponerse a creer en cualquier cosa. Yo qué sé, en la bondad intrínseca del ser humano, en Johan Cruyff o en las listas abiertas, por ejemplo. Tras varias decepciones, decidí confiar mucho en los incentivos. Para lo bueno y para lo malo. Alinear un incentivo efectivo con una buena causa es una de las herramientas más poderosas para hacer las cosas bien. Poner un incentivo equivocado es una receta infalible para la catástrofe.

Por eso he venido hoy aquí para hablarles de suscripciones para leer prensa digital y por qué en El Confidencial nos embarcamos en ello. Por supuesto, hay una razón financiera: el periodismo es caro y el buen periodismo es carísimo. Y en esta casa aspiramos a hacer el mejor periodismo de todos.

Pero eso solo explica una pequeña parte del asunto. Por supuesto que necesitamos ingresos para ser independientes de presiones políticas y empresariales. Pero el buen periodismo necesita independizarse también de varios incentivos perversos, como el de tratar a los lectores como niños (lo que sucedió después del 'clickbait' te sorprendió, sí, pero para mal) o que sea más lucrativo complacer a los algoritmos de Google y Facebook que conseguir que un lector dedique 15 minutos a leer una crónica.

Ahora mismo, 20 millones de usuarios únicos al mes son mejor que un millón, aunque en el primer caso cada usuario entre una vez cada 30 días y casi por casualidad, y en el segundo sea el mismo millón de usuarios que accede diariamente con inaudita tenacidad. Pero hay que salir bonitos en esa foto, porque una parte importante de la tarta publicitaria se reparte con un ojo y parte del otro puestos en ese 'ranking'.

El buen periodismo necesita independizarse también de varios incentivos perversos

Con un modelo de suscripción, en el que el usuario paga por un medio al que otorga credibilidad y con el que simpatiza, estamos generándonos un incentivo para ofrecer información rigurosa, análisis perspicaces y opiniones de prestigio. No creo que nuestro lector potencial vaya a pagar por menos que eso. No creo que usted vaya a pagar por menos.

No somos infalibles, por supuesto. Ni lo seremos. Pero nosotros pondremos todos los medios necesarios para acercarnos a ello. Lo que sí puedo asegurarles es que cuando todos los cortafuegos fallen y cometamos un error, que alguna vez ocurrirá, rectificaremos y usted será el primero en saberlo.

Como ya se pueden imaginar, todo eso tiene un precio. Nosotros lo hemos fijado en 89 euros al año. Algunos lo considerarán caro para un producto que hasta ahora era gratuito, incluso cuando tras hacer la cuenta comprueben que son menos de 25 céntimos al día. Es posible y es un riesgo que habrá que asumir. Si fuese mi trabajo convencer a este grupo de escépticos, volvería a recurrir a Chesterton, paradójicamente un escéptico del periodismo.

Abrimos la persiana todos los días con un ojo puesto en Lord Jones, para contarle si sigue vivo o si tiene un entramado societario en Panamá

El autor de ‘El hombre que fue jueves’ dijo —y esto sí está correctamente atribuido— que el periodismo es contar que Lord Jones ha muerto a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo. Ouch.

Bien. Lo que les puedo asegurar es que aquí en El Confidencial abrimos la persiana todos los días con un ojo puesto en Lord Jones, para contarle si sigue vivo, si ha contratado a Villarejo para chantajear a políticos, si tiene un entramado societario en Panamá o si ha comprado acciones con información privilegiada.

Nos da igual si Lord Jones es del partido azul, rojo, verde o tricolor; o si nos amenaza con una querella. Si comprobamos que una información es correcta, se publica. Si es falsa, se para. Por supuesto que Lord Jones se suscribiría a El Confidencial, pero haría todo lo posible para que usted no lo hiciera.

Se atribuye erróneamente a Chesterton aquello de que cuando uno deja de creer en Dios es capaz de ponerse a creer en cualquier cosa. Yo qué sé, en la bondad intrínseca del ser humano, en Johan Cruyff o en las listas abiertas, por ejemplo. Tras varias decepciones, decidí confiar mucho en los incentivos. Para lo bueno y para lo malo. Alinear un incentivo efectivo con una buena causa es una de las herramientas más poderosas para hacer las cosas bien. Poner un incentivo equivocado es una receta infalible para la catástrofe.

El valor de la información