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No todo es periodismo… aunque tratamos de que solo sea periodismo
  1. El valor de la información
un esfuerzo doble, pero necesario

No todo es periodismo… aunque tratamos de que solo sea periodismo

Un vínculo más estrecho con los lectores puede contribuir a que superemos con más garantías los retos del oficio. Coincidiendo con su 20 aniversario, El Confidencial lanza un servicio de suscripción. Únete a los lectores influyentes

Foto: Ilustración: Diseño EC.
Ilustración: Diseño EC.

Dudaba sobre cómo encarar esta carta abierta a la comunidad de lectores de El Confidencial. El proyecto cumple 20 años y afronta un nuevo hito en su historia de éxito: cobrar por sus contenidos. Para contextualizar esta decisión, las firmas más prestigiosas del diario vienen glosando durante los últimos días los motivos por los que un medio como este es necesario, incluso aunque ya no sea del todo gratuito. Algunos lo han hecho con referencias más políticas y jurídicas, otros con citas académicas y cinéfilas, de esas que alimentan la mística de este oficio tan odiado y amado.

Me han invitado a los postres para incidir en lo mismo, pero con una dificultad añadida doble. Persuadirles de lo importante de esta nueva empresa y no repetirme con argumentos usados por mis mayores. Podría hablarles de mi propia experiencia, pues ya acumulo años de camino, casi tantos como la vida de El Confidencial, pero temo caer en la espiral de encadenar batallitas sin pena ni gloria. La otra opción sería divagar sobre la noble causa del periodismo, donde nadie mejor que nosotros enarbola esa bandera, pero no será el caso. Pueden dejar de leer aquí.

Mi razonamiento será más sencillo, aun a riesgo de parecer simple. Ahora que Michael Jordan nos vuelve a deslumbrar con el documental The Last Dance, prefiero inspirarme en el valor de la franquicia (Chicago Bulls), con su director general como cabeza visible, Jerry Krause, un señor bajito y feo con poco encanto personal. No me considero heredero del marqués de Bradomín, pero a esto del periodismo le sobran 'flashes' y le faltan cabeceras inspiradoras, tal vez porque también nosotros (los medios/los periodistas) somos un reflejo más de cómo es el país.

A esto del periodismo le sobran 'flashes' y le faltan cabeceras inspiradoras, tal vez porque nosotros somos un reflejo más de cómo es el país

Suelo resumir el éxito de El Confidencial como la suma de muchos pequeños factores, donde trabajan (y han trabajado) grandes profesionales, aunque no necesariamente mejores que los colegas de otros medios. La diferencia fundamental, a partir de la cual se construye todo, es la franquicia, con sus luces y sombras. Por distintos motivos, la estructura de capital de la empresa (un grupo de amigos) es la bóveda que ampara todo lo demás. Y sin esa cobertura, nunca habría lucido tanto nuestro trabajo, hasta convertirse en una referencia diaria de tantos lectores.

A partir de ahí, todo lo que procuramos hacer es periodismo. Y eso, teniendo presente que no todo es periodismo. Ni somos inmaculados ni vivimos protegidos en una cápsula que nos blinda de influencias, injerencias y presiones varias. Son muchas las veces que hemos sorteados estos obstáculos con éxito, a pesar incluso del quebranto para la cuenta de resultados del editor. Pero también es verdad, y es obligado reconocerlo, que para crecer como medio hemos incurrido en la necesidad de comercializar más y mejor nuestro trabajo, y eso nunca sale gratis.

Justificar el cobro por los contenidos es el sentido de esta carta. Estoy convencido de su necesidad para consolidar aún más la marca. Tras casi dos años trabajando para este paso, creemos en la oportunidad de esta nueva relación con los lectores. Sobre todo, porque puede ser virtuosa. Ganar dinero fácil está al alcance de un medio como El Confidencial. Hemos llegado hasta aquí viviendo de la publicidad sin contaminar el espíritu fundacional, pero fiarlo todo a ese modelo, expuesto por el contexto político, económico y tecnológico, es cada vez más arriesgado.

Un vínculo más estrecho con los lectores puede contribuir a que superemos con más garantías los retos del oficio

Hay una muletilla popular que dice que ‘es muy triste pedir, pero es más triste robar’. Este no es el objetivo de El Confidencial, ni el dinero es para una caja de resistencia. Somos un medio solvente y viable, pero ante amenazas coyunturales y estructurales. Confío en el trabajo que hacemos y, sin compararnos con héroes como los sanitarios, en su servicio para la comunidad. Por eso un vínculo más estrecho con los lectores puede contribuir a que superemos con más garantías los retos del oficio, tan sufrido como otros, pero revestido de cierto glamour que a veces nos desvía del propósito.

El periodismo tiene una razón de ser, aunque los propios profesionales nos esforcemos en deslegitimarla sirviendo a intereses de todo tipo, casi siempre recompensados con dinero. Nuestro trabajo goza de reconocimiento e incluso tiene algún valor económico. Competimos por la atención y tiempo de la audiencia, y ahora también por su dinero. Es un esfuerzo doble, pero necesario para diversificar nuestra base de ingresos y reforzar los valores del frontispicio de El Confidencial. Porque aunque no todo es periodismo, tratamos de que solo sea periodismo.

Dudaba sobre cómo encarar esta carta abierta a la comunidad de lectores de El Confidencial. El proyecto cumple 20 años y afronta un nuevo hito en su historia de éxito: cobrar por sus contenidos. Para contextualizar esta decisión, las firmas más prestigiosas del diario vienen glosando durante los últimos días los motivos por los que un medio como este es necesario, incluso aunque ya no sea del todo gratuito. Algunos lo han hecho con referencias más políticas y jurídicas, otros con citas académicas y cinéfilas, de esas que alimentan la mística de este oficio tan odiado y amado.

El valor de la información