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La patria de los héroes precarios: España es el país con peores contratos sanitarios de la OCDE
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Las consecuencias de la pandemia

La patria de los héroes precarios: España es el país con peores contratos sanitarios de la OCDE

Los enfermeros y trabajadores de cuidados españoles sufrieron el menor estrés laboral durante el covid, pese a liderar las estadísticas de temporalidad y bajas del mundo desarrollado

Foto: Sanitarios agradecen los aplausos en el hospital de Cruces. (EFE/Luis Tejido)
Sanitarios agradecen los aplausos en el hospital de Cruces. (EFE/Luis Tejido)

Mientras estallaban los aplausos, persistía la precariedad. España es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con una mayor temporalidad en los contratos del personal sanitario y de cuidados. Así lo corrobora un estudio publicado este martes por el club de las naciones más ricas del mundo, bajo el enfático título Más allá del aplauso. Mejorar las condiciones de trabajo de los cuidados a largo plazo. La cuarta economía del euro, que presume de tener uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, también encabezó la estadística de bajas durante el primer año del covid, y no ha hecho ninguna mejora desde entonces para reforzar el reconocimiento social de los profesionales. Paradójicamente, esto no impide que presenten los mejores datos de salud mental del bloque.

Los sanitarios y trabajadores de cuidados resisten, pero su fortaleza psicológica no se corresponde con una vinculación laboral propia de la importancia del puesto que desempeñan, como quedó patente durante lo peor de la pandemia. España es la patria de los héroes precarios. Durante los primeros compases de la crisis sanitaria (2020-2021), más del 30% de los enfermeros y trabajadores de cuidados en la atención a largo plazo (conocida como LTC, por sus siglas en inglés) tenía un contrato temporal. En otras palabras: casi uno de cada tres empleados a cargo de los más vulnerables en residencias de ancianos, centros de día o los propios domicilios estaba en esta situación.

Esta cifra se elevaba hasta el 40,6% en el caso de los mismos trabajadores en la sanidad, que arrastra desde hace décadas este problema, con contratos que en ocasiones se hacen por 24 o 48 horas. En ambos casos, España no solo estaba por encima de la media de los 27 países estudiados, sino que lideraba la clasificación. Es cierto que se trata de un problema estructural de la economía nacional, que ahora la reforma laboral ha matizado, aunque no en el sector público. Sin embargo, los datos en el ámbito sanitario llaman poderosamente la atención: la temporalidad en España duplicaba con creces la de Finlandia, segundo en la clasificación, y quintuplicaba la media de la OCDE, situada en un modesto 8,3%.

Esta precariedad afecta sobre todo a las mujeres y a los inmigrantes, que tienen una presencia especialmente importante en la economía de los cuidados, más que en el propio sistema sanitario: el 81% de los trabajadores LTC es de género femenino y el 27% nació en el extranjero. Muchos de ellos tienen contratos a tiempo parcial, en contra de su deseo. De hecho, España lidera otra estadística negativa en este sentido. Pese a que solo el 25% de las mujeres y el 15% de los hombres en este sector trabaja a media jornada, una cifra muy inferior a la del conjunto de la OCDE, más de la mitad de ellos desearía trabajar más horas. En Alemania, con una cultura de los minijobs mucho más asentada, solo el 13% reivindica un aumento de la jornada, por ejemplo.

¿Bajas por covid?

En estas condiciones de precariedad, los enfermeros y trabajadores de cuidados afrontaron la mayor crisis sanitaria que se recuerda en nuestro país y en el mundo, al menos desde hace un siglo. La primera ola del coronavirus no solo impactó con mayor virulencia a España que a la mayoría de naciones de nuestro entorno, sino que cogió a la cuarta economía del euro con el pie cambiado. La falta de mascarillas y equipos personales dejó desprotegidos a los trabajadores que se jugaban la vida, mientras la enfermedad se extendía muy rápidamente ante el desconocimiento que marcó los primeros compases de la pandemia.

Este factor constituye una de las posibles explicaciones al dato de bajas relacionadas con el propio desempeño laboral. De media, los enfermeros y los trabajadores de cuidados en España estuvieron 2,6 semanas de baja en 2020, el primer año de la crisis sanitaria. Una vez más, nuestro país lideró la clasificación, al doblar la media de las 23 naciones analizadas. La comparación de estas cifras con las del conjunto de la población sugiere un problema específico en los hospitales, centros de salud o residencias de mayores. De hecho, para el conjunto de empleados, la media fue de 0,89 semanas de baja, solo ligeramente superior a la de la OCDE (0,72).

¿A qué se debe este nivel de ausencias por causas asociadas al puesto de trabajo? Al contrario de lo que se podría pensar, la salud mental no parece una variable que explique el diferencial español con el resto de las naciones desarrolladas. Pese a la precariedad, los enfermeros y trabajadores de cuidados de nuestro país son los que menos sufrieron problemas de estrés, depresión y ansiedad durante el primer año de la pandemia. O, al menos, los que menos admitieron haberlos sufrido. Solo lo hicieron un 1%, tres veces menos que la media de los 24 Estados estudiados y una cifra muy similar a la del conjunto de los empleados.

¿Mayor aguante, mayor estigma o mejores condiciones y ambiente de trabajo en el día a día, más allá de la duración de los contratos? El estudio no entra en las causas de esta estadística tan favorable. A diferencia de los demás, se trata de un dato subjetivo, que depende de las percepciones de los propios empleados. Sin embargo, las cifras sugieren que la mayor incidencia de las bajas no se debió a problemas de salud mental, sino a los propios contagios por la pandemia en el puesto de trabajo.

Lo que no admite discusión es lo que ha hecho cada país para resolver el problema. Y ahí España vuelve a salir mal parado. Según el estudio, somos uno de los 14 Estados, de la cuarentena estudiada, que no ha implantado ninguna de las siguientes medidas para mejorar el reconocimiento social de los trabajadores LTC a raíz de la pandemia: un aumento permanente de los salarios, un bonus temporal, formación obligatoria, reconocimiento de la experiencia formativa y campañas de información pública. Las autoridades han mirado para otro lado. Como muchos temían, los aplausos se quedaron en los balcones.

Mientras estallaban los aplausos, persistía la precariedad. España es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con una mayor temporalidad en los contratos del personal sanitario y de cuidados. Así lo corrobora un estudio publicado este martes por el club de las naciones más ricas del mundo, bajo el enfático título Más allá del aplauso. Mejorar las condiciones de trabajo de los cuidados a largo plazo. La cuarta economía del euro, que presume de tener uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, también encabezó la estadística de bajas durante el primer año del covid, y no ha hecho ninguna mejora desde entonces para reforzar el reconocimiento social de los profesionales. Paradójicamente, esto no impide que presenten los mejores datos de salud mental del bloque.

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