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Confesiones de Rafael del Pino en el IESE sobre la 'mudanza' de Ferrovial
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PRIMERA COMPARECENCIA

Confesiones de Rafael del Pino en el IESE sobre la 'mudanza' de Ferrovial

Ha sido la primera vez que comparece en un acto público tras la polémica generada por el traslado de la sede social de la matriz

Foto: Rafael del Pino, presidente de Ferrovial. (Reuters/Paul Hanna)
Rafael del Pino, presidente de Ferrovial. (Reuters/Paul Hanna)
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Fiel a su compromiso, el pasado miércoles, el empresario Rafael del Pino Calvo-Sotelo acudió al campus que la escuela de negocios IESE tiene en las afueras de Madrid. Hace dos meses aceptó la invitación del profesor Jordi Canals, director general de la institución y un referente en cuestiones de gobierno corporativo, para participar en una conversación con el académico sobre la materia ante una representación de antiguos alumnos, antes de que se desatara la tormenta política y mediática por el traslado de la compañía que preside a Países Bajos.

Visto el revuelo montado en torno a Ferrovial, abriendo telediarios, es probable que Del Pino, como el personaje de Melville, hubiera preferido no hacerlo. Durante toda la tormenta política, quemó ante la opinión pública y los medios a varios de sus peones. El jefe se quedó en la cueva. Pero esta semana, ya con cierta calma, dio la cara en un escenario cómodo, donde a pesar de todo pidió que no se hablara del tema de marras. Habían quedado para conversar de un libro (Transformarse para durar) y llevaba notas de la lectura.

Reconoció que el hecho relevante de marras, redactado por abogados, no midió las sensibilidades políticas que luego desató

Había expectación por escucharle. Durante los días previos, circularon mensajes de WhatsApp sobre la convocatoria entre los antiguos alumnos del IESE. Esa jornada había partido del Real Madrid, pero casi se colgó el cartel de aforo completo en el fastuoso auditórium del campus en Aravaca, a la sazón levantado por Ferrovial. Del Pino jugaba en casa por muchos motivos, pues está vinculado a la escuela de negocios como integrante de su consejo internacional, aunque no ha sido alumno, porque en su día eligió las aulas del MIT y de Harvard.

Tras una hora de charla, no se bajó al barro hasta el turno de preguntas. La diplomacia de Canals no impidió hablar del elefante en la habitación. Del Pino, aunque midió sus palabras (sabía que había un "topo" entre los asistentes), explicó algunos detalles que ayudaron a entender lo ocurrido. Reconoció que el hecho relevante de marras, redactado por abogados, no midió las sensibilidades políticas que luego desató, pese a que la intención del comunicado, dirigido a los inversores, era solo explicar que "nos cambiamos de barrio y sus bondades".

Según aclaró a los asistentes, la mudanza de Ferrovial es neutra en términos fiscales y laborales (afectará solo a una treintena de personas). El salto a la plaza de Ámsterdam es solo un paso más en la internacionalización de la compañía, como viene ocurriendo desde hace algo más de dos décadas, poco después de asumir las riendas del negocio familiar, primero como consejero delegado (1992) y luego como presidente (2000), relevando a su padre y fundador, Rafael del Pino Moreno, que completó su mandato como líder hasta salir a bolsa en 1999.

Su vocación y su visión han sido siempre globales. Preferiblemente, anglosajonas

Hasta esa fecha, la constructora era una compañía genuinamente española donde el patriarca e ingeniero de Caminos, Canales y Puertos amasaba el 90% del capital. 25 años después, la familia solo controla en torno a un 30%, estando el 80% del negocio fuera de nuestro país y el grueso de las inversiones para los próximos cinco años concentrado en EEUU, donde el ambicioso programa de renovación y ampliación de infraestructuras promete un horizonte de business muy atractivo. Países Bajos es el camino más rápido para sacar la green card.

Sin embargo, más allá de sus aclaraciones sobre la polémica, Del Pino desgranó algunas claves sobre su modo de entender Ferrovial. En la conversación con el profesor Canals, repasó los cambios en la gobernanza de la compañía para hacerla global, como la internacionalización del consejo (todos vivían casi en el mismo código postal) o el uso del inglés (pese a las resistencias internas) como idioma para las reuniones. Hasta las notas para esa charla apuntadas en unos tarjetones estaban en la lengua de Shakespeare.

Su vocación y su visión han sido siempre globales. Preferiblemente, anglosajonas. La nueva economía ha llevado a los grandes gestores de obra civil e infraestructuras a competir con gigantes fondos de inversión con capacidades financieras casi ilimitadas. Para atajar estos factores, hay que adaptarse a las condiciones que marcan los financiadores. Es la política del dinero. No atiende a razones patrióticas, aunque tal vez si geopolíticas. En ese tablero, Del Pino es un jugador más tratando de adaptarse a las reglas de juego.

Fiel a su compromiso, el pasado miércoles, el empresario Rafael del Pino Calvo-Sotelo acudió al campus que la escuela de negocios IESE tiene en las afueras de Madrid. Hace dos meses aceptó la invitación del profesor Jordi Canals, director general de la institución y un referente en cuestiones de gobierno corporativo, para participar en una conversación con el académico sobre la materia ante una representación de antiguos alumnos, antes de que se desatara la tormenta política y mediática por el traslado de la compañía que preside a Países Bajos.

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