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El impuesto al azúcar solo ha reducido el consumo de las rentas más bajas
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ESTUDIO DE ESADECECPOL

El impuesto al azúcar solo ha reducido el consumo de las rentas más bajas

Los hogares más pobres compran 30 latas de refresco menos al año tras la subida del IVA del 10% al 21%, pero el resto no varía sus hábitos. Las empresas trasladaron el alza al consumidor

Foto: Una persona toma una bebida azucarada. (EFE/Mario Guzmán)
Una persona toma una bebida azucarada. (EFE/Mario Guzmán)

El incremento del IVA de los refrescos solo ha reducido el consumo de las rentas más bajas. El primer estudio desarrollado en España sobre el impacto de la medida concluye que los hogares más pobres disminuyeron sus compras un 13% desde la entrada en vigor de la subida impositiva el año pasado. Para las clases medias y altas, en cambio, el impuesto no ha tenido un impacto "estadísticamente significativo", según explican Ángel Martínez Jorge, Javier Martínez Santos y Jorge Galindo, los autores de la investigación.

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Como cualquier gravamen sobre el consumo, el IVA de los refrescos es un tributo regresivo, es decir, no pagan más los que más tienen. Por eso, resultaba previsible que elevarlo desde el tipo de reducido del 10% hasta el tipo convencional del 21% tuviese un mayor impacto entre las clases menos favorecidas. Ahora, los economistas de EsadeEcPol ponen cifras a este fenómeno. Entre el 33% de los hogares más pobres, que consumen un poco más que el resto, las compras se han reducido en 10,8 litros al año, lo que equivale a más de 30 latas, frente al efecto nulo en los demás niveles de renta. ¿A qué se debe esta diferencia?

Martínez Jorge explica que el fenómeno ya se produjo en otros países y constituye, básicamente, una cuestión de precio. Aunque las empresas acabaron trasladando un 96% de la subida del IVA al montante final "de forma rápida" —según explica el investigador—, el sobrecoste, que asciende al 9,6%, solo supone 12 céntimos por litro, pues este tipo de productos suele ser muy barato. Y, precisamente por esto, las clases medias y acomodadas apenas notan el encarecimiento, o lo hacen y no reaccionan en consecuencia, por considerarlo irrelevante para su economía. Es lo que en términos técnicos se conoce como una baja elasticidad. En cambio, las rentas más bajas sí cambian sus hábitos "porque se ven forzadas a ello", destaca Martínez Jorge. Para estas familias, una cuantía tan reducida puede resultar importante.

Foto: Malos tiempos para las bebidas carbonatadas. (iStock)

El efecto es especialmente considerable entre quienes más consumen. Así, los hogares de rentas bajas con hijos de entre cinco y 16 años dejaron de comprar 75 latas al año, por lo que la reducción llegó a un 20%. En cambio, entre los que no tienen vástagos la caída se limita a un 7%. Además, se da otro fenómeno curioso, que respalda la tesis del artículo: entre el 33% con menos ingresos, el gasto en snacks se hundió un 10,5%, prácticamente lo mismo que el de refrescos. Ambos artículos se consumen a menudo de forma conjunta.

"Únicamente por un efecto contagio, los hogares más pobres han reconfigurado sus cestas de consumo, incluso en bienes que quedaban fuera del ámbito del impuesto", destaca el informe. La adquisición de chocolate también cae, aunque de manera menos acusada, mientras que la correlación "es mucho más tenue, o incluso nula, en productos saludables, como un amplio abanico de frutas", añaden los autores.

"La finalidad de este impuesto no es ser progresivo, que no lo es, sino corregir la externalidad negativa de las bebidas azucaradas"

Para conseguir los datos, los investigadores utilizaron la evolución de los hábitos de compra reflejados en la Encuesta de presupuestos familiares que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE) y la compararon con la de Canarias, Ceuta y Melilla, donde no se aplica el IVA. Estas tres regiones actuaron como grupo de control para garantizar que las variaciones del consumo se debieron a la subida impositiva, y no a otros factores.

Sin efecto sustitución

Otro de los hallazgos más interesantes es que el diseño de la medida ha evitado que se produzca un efecto sustitución. El incremento del tipo impositivo del IVA se estableció tanto para las bebidas azucaradas como para las light y las edulcoradas, por lo que la reducción del consumo de las primeras no se tradujo en un aumento de las demás. En cambio, esto sí ocurrió en Cataluña, que grava desde 2017 los refrescos en función de la cantidad de azúcar que contienen. La caída de las compras ha sido muy significativa desde entonces (entre un 7,7% y un 16,7%), pero ha venido acompañada de un incremento de la adquisición de productos sustitutivos, que tampoco son especialmente recomendables para la salud.

Pese a las lagunas que existen en el diseño español, como el hecho de que en los bares y restaurantes los refrescos sigan gozando de un tipo reducido de IVA, los autores del informe destacan la utilidad del impuesto. Ya no se trata de una cuestión recaudatoria —la subida impositiva supuso 389 millones extra para las arcas del Estado en su primer año, según la Agencia Tributaria—, sino de una cuestión de salud.

Foto: Las bebidas con y sin azúcar están siempre envueltas en polémica. (iStock)

En España, el 10% del gasto sanitario se debe a enfermedades relacionadas con la obesidad, por lo que el tributo trata de desincentivar los hábitos que conducen a este problema de salud —algo que solo logra parcialmente, debido al nulo impacto sobre los hogares de rentas medidas y altas—, pero, sobre todo, de contribuir a financiar ese presupuesto.

"La finalidad de este impuesto no es ser progresivo, que no lo es, sino corregir la externalidad negativa de las bebidas azucaradas, que la persona se haga responsable del coste que genera el consumo de esos bienes", resume Martínez Jorge. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los impuestos especiales sobre el tabaco o el alcohol: ya que estos productos causan un mal, al menos la fiscalidad permite que quienes los adquieran ayuden a reparar parte de ese mal.

La OMS considera que los refrescos deberían encarecerse el doble para que se produjese una reducción significativa del consumo

De momento, la vía de un tributo de estas características para el azúcar todavía no se ha explorado a escala nacional, pese a las recomendaciones europeas y al aval empírico que arrojan diferentes estudios en las ciudades de Estados Unidos que lo han implantado. Tampoco para otros productos, como la comida rápida, que incluso mantiene el IVA reducido del 10%. El ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha lanzado varias veces la idea, pero el Gobierno no se ha atrevido a explorar estas subidas fiscales por miedo a la contestación social y de las empresas del sector.

Una vez más, el criterio político y el técnico transitan por caminos diferentes. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que las bebidas azucaradas deberían encarecerse el doble de lo que lo han hecho en España para que se produjese una reducción significativa del consumo, a diferencia de lo que ha ocurrido hasta ahora. De momento, los únicos que lo han notado son los más desfavorecidos.

El incremento del IVA de los refrescos solo ha reducido el consumo de las rentas más bajas. El primer estudio desarrollado en España sobre el impacto de la medida concluye que los hogares más pobres disminuyeron sus compras un 13% desde la entrada en vigor de la subida impositiva el año pasado. Para las clases medias y altas, en cambio, el impuesto no ha tenido un impacto "estadísticamente significativo", según explican Ángel Martínez Jorge, Javier Martínez Santos y Jorge Galindo, los autores de la investigación.

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