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Incongruencias, personalismos y sin factor sorpresa: así fracasa el paro del transporte
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HERNÁNDEZ PIERDE EL PULSO con eL GOBIERNO

Incongruencias, personalismos y sin factor sorpresa: así fracasa el paro del transporte

Plataforma se queda sola y no logra paralizar el país con una protesta manchada por la politización y con un único punto: el que se cumpla el mismo acuerdo que rechazó en marzo

Foto: Camiones de Plataforma Nacional. (EFE/Sergio Pérez)
Camiones de Plataforma Nacional. (EFE/Sergio Pérez)

El paro de los transportistas ha fracasado durante su primer día. Es el mensaje que lanza el Gobierno, pero también el análisis que hacen todos los medios de comunicación, donde las palabras "normalidad" o "pinchazo" dominan las narraciones en directo, o el que mantienen el resto de asociaciones del sector, que han dejado sola a la Plataforma Nacional del polémico Manuel Hernández. Ya ocurrió el pasado marzo, pero entonces la convocatoria se saldó con un gran éxito, se multiplicaron los incidentes y el apoyo a las protestas fue creciendo a medida que pasaba al tiempo. Los transportistas lograron parar el país, se produjeron situaciones de desabastecimiento y el Gobierno tuvo que ceder a varias de sus reivindicaciones para controlar la situación. Con toda la precaución que impone la evolución de los acontecimientos durante los próximos días, estas son las razones por las que, de momento, nada de lo ocurrido entonces está sucediendo ahora.

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Los argumentos

Por encima de contingencias, contextos, personas o estrategias, el principal motivo para que una protesta triunfe o no tiene que ver con los argumentos que la motivan. Cuanto más peso tengan, más probable es el éxito. Y, en este caso, los argumentos de la Plataforma Nacional, formada principalmente por transportistas autónomos, son mucho más débiles que en marzo. Las principales reivindicaciones que defendía entonces ya han sido atendidas: desde las ayudas a los combustibles hasta la garantía legal de no trabajar a pérdidas, pasando por la prohibición de que los transportistas se ocupen de la carga y descarga. Esta última ya se había pactado antes del primer paro, pero no fue hasta el pasado 2 de septiembre cuando entró en vigor.

Siete meses después de que la movilización paralizase el país, el Gobierno ha repartido 900 millones en ayudas directas para el sector (2.500 euros por camión), y las demandas se centran no tanto en nuevas medidas como en el cumplimiento de las ya pactadas. La plataforma acusa al Ejecutivo de no hacer nada por garantizar la aplicación de la ley, después de que una circular instase a la Guardia Civil a dejar la iniciativa supervisora en manos de la inspección de transportes. La asociación de Hernández denuncia que los camioneros continúan trabajando a pérdidas y haciendo la carga y descarga en numerosas ocasiones, piden que la Benemérita pueda actuar y reclaman un régimen sancionador como el de la ley francesa, con multas de hasta 90.000 euros. Juan José Gil, secretario general de la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (Fenadismer), que no se ha sumado a la protesta, discrepa: "Reducir el paro a pedir que haya más inspección no tiene sentido".

La soledad

Gil no constituye una excepción, sino la norma. Plataforma está sola: el resto de asociaciones se opone a la movilización, incluidas todas las que forman parte del Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC). En orden de representatividad, son las siguientes: CETM —ligada a la patronal CEOE—, Fenadismer, Fetransa, Astic y Feintra. Para ellas, el hecho de que exista margen de mejora en la supervisión no pone en cuestión los logros alcanzados hasta la fecha, ni mucho menos justifica un paro de estas características. "Un paro indefinido no es la solución. El diálogo con el ministerio será el que permita la consecución de los objetivos", decían el pasado lunes en un comunicado conjunto.

No se trata de un fenómeno nuevo. El paro de marzo tampoco fue respaldado en un principio por el resto de asociaciones, aunque Fenadismer, Fetransa y Feintra se acabaron sumando al noveno día, ante un éxito inesperado que había llevado a muchos de sus afiliados a secundar la protesta. Sin embargo, en aquella ocasión la soledad se convirtió en un punto a favor de Plataforma, que se presentó como un outsider frente a los poderes establecidos. Es cierto que el movimiento de Hernández sigue sin formar parte del CNTC, pero el argumento de que se les ignora pierde peso ante una realidad: los transportistas autónomos se han reunido en varias ocasiones con el Ejecutivo —incluso para discutir la redacción de las normas actuales—, la última de ellas el pasado viernes. Ya no se trata de una mayoría silenciada, sino de un interlocutor minoritario.

Foto: La Plataforma Nacional en Defensa del Sector del Transporte en la manifestación en Madrid. (EFE/Javier Lizon)

Las incongruencias

El discurso de Plataforma presenta algunas contradicciones que restan credibilidad a su protesta. La primera de ellas es que el paro actual se ha convocado para demandar el cumplimiento del pacto alcanzado el pasado 25 de marzo entre el Gobierno y el CNTC. Pero ese mismo acuerdo fue rechazado entonces por los convocantes, que continuaron las protestas durante una semana más. El Gobierno consiguió, con generosas cesiones, desactivar la movilización, que se fue ahogando hasta suspenderse. Fuentes de Plataforma evitan aclarar por qué ahora les vale un acuerdo que antes les parecía insuficiente y destacan que la situación actual es peor que la de marzo.

La segunda incongruencia es su falta de iniciativa a la hora de poner en conocimiento de las autoridades competentes las situaciones que justifican el paro. El Ministerio de Transportes filtró la semana pasada que no tiene constancia de que se haya presentado denuncia formal alguna sobre contrataciones de servicios de mercancías por carretera por debajo del coste. Desde la asociación que preside Hernández alegan que los camioneros autónomos tienen miedo a hacerlo, ya que esto supondría arriesgarse a perder el cliente contra el que se hace la reclamación.

El personalismo

Otro de los factores que han aguado la protesta es la pérdida de virginidad del proyecto. Tras 14 años sin apenas actividad, Plataforma irrumpió con fuerza en marzo erigiéndose en un actor transversal, al que se unieron muchos transportistas pertenecientes a otras plataformas al ver la inacción de estas frente a una situación cada vez más difícil. Entonces, Manuel Hernández puso cara a un movimiento que tarde o temprano tenía que emerger, ante la incapacidad de los actores tradicionales por canalizar el descontento.

Durante estos meses, todo ha cambiado. Plataforma se ha convertido en una asociación organizada en torno a la figura de un líder tan indiscutible como polémico. La espontaneidad de miles de transportistas enfados que se movilizaban de forma casual a través de redes como WhatsApp o Telegram ha dado paso a una estructura jerárquica en la que Hernández lleva la voz cantante, apoyado por delegados autonómicos o provinciales elegidos a dedo. Aunque el paro fue convocado después de que la mayoría de los simpatizantes de Plataforma lo decidiese en una votación, lo cierto es que la propuesta vino del presidente, que ha acaparado todos los focos. "Este paro se ha hecho como no se debe hacer: desde arriba hacia abajo", resume Gil.

Foto: La ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez. (EFE/Almudena Álvarez)

El de arriba es una figura cada vez más discutida, sobre todo a medida que se va sabiendo más sobre su pasado y su forma de pensar. La semana pasada, elDiario.es reveló que 'Manolín', como es conocido en su pueblo natal (Hellín, en la provincia de Albacete), no tiene carnet de transportista, dirigió una empresa quebrada entre acusaciones de no pagar a sus trabajadores y se deja retratar rodeado de concejales de Vox.

La politización

De hecho, la misma politización que le dio alas al movimiento de transportistas autónomos en un primer momento se ha acabado convirtiendo en su peor enemigo. En marzo, el Gobierno solo acertó a calificar de "extrema derecha" a los participantes en el paro, y su falta de capacidad de reacción envalentonó aún más a los transportistas. La pluralidad ideológica de las protestas, a las que se llegaron a sumar asociaciones afines al PSOE, como Fenadismer, ponía en discusión esa versión.

En cambio, la soledad actual de Plataforma y los apoyos que recibe la han ido relegando a un rincón del panorama político. El PP ha pasado de mostrar su "apoyo y respaldo" a las protestas a limitarse a pedir al Gobierno que haga todo lo posible por evitarlas. Solo Vox se mantiene al lado de los manifestantes en esta segunda movilización, y las banderas de Solidaridad, en sindicato del partido de Santiago Abascal, estaban presentes en la manifestación de este lunes por las calles de Madrid. Hernández se ha ido quedando solo con unos apoyos políticos y mediáticos más interesados en desgastar al Ejecutivo que en defender a los transportistas, y en los grupos en redes sociales cada vez son más los usuarios que denuncian lo que consideran una apropiación del movimiento por parte de sectores radicales.

Foto: Paro de los transportistas el pasado marzo en Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Lo mismo ocurre con la sociedad: la simpatía que muchos ciudadanos mostraron durante los primeros días del paro de marzo, cuando el movimiento aún no estaba tan definido y los efectos de la protesta no eran visibles, se ha ido diluyendo. Las situaciones de desabastecimiento que se fueron sucediendo y el hecho de que Plataforma no se sumase al acuerdo alcanzado por la CNTC con el Gobierno y continuase la protesta en solitario colmó la paciencia de muchos. Ahora, pocos entienden que en una situación como la actual, a las puertas del Black Friday y la Navidad, los transportistas vuelvan a la carga si no es por motivos políticos.

El factor sorpresa

Al final, todas las explicaciones conducen al mismo lugar: la pérdida del factor sorpresa. En marzo, la convocatoria cogió desprevenidos a todos. A los medios de comunicación, que apenas la recogieron, mientras que la semana pasada le daban un generoso espacio en sus portadas al anuncio de este nuevo paro. También al resto del sector, que no supo leer el enfado de muchos de sus camioneros y se puso de perfil ante un clamor que bullía en las redes sociales. Y, por supuesto, al conjunto de la sociedad, que no sabía quiénes eran esos camioneros que recordaban a los chalecos amarillos de Francia.

Pero, sobre todo, cogió con el pie cambiado al Gobierno, que erró en su reacción inicial al minimizar el paro y caricaturizar a sus promotores. A diferencia de lo ocurrido entonces, esta vez el Ejecutivo no solo ha evitado las descalificaciones e incluso ha recibido a los convocantes, sino que ha desplegado todos los recursos del Estado para evitar el caos de marzo. Las principales plataformas logísticas del país, desde el puerto de Barcelona hasta Mercamadrid, han contado este lunes con un fuerte despliegue policial para garantizar el paso de camiones y evitar que se impediese trabajar a aquellos —la mayoría— que querían seguir con su actividad.

Foto: Un camarero sirve una consumición a un cliente. (EFE/Toni Galán)

Hay que recordar que Plataforma no ha convocado una huelga, sino un paro. Con la ley en la mano, eso significa que los piquetes son ilegales, a diferencia de lo que ocurre en otros sectores. Sin embargo, y pese a la violencia de algunos grupos descontrolados, las fuerzas de seguridad llegaron tarde para impedir los actos de coacción en marzo, en un exceso de prudencia que contribuyó a alimentar la espiral de desórdenes y bloqueos.

Por supuesto, esto no quiere decir que en aquel momento no hubiese miles de transportistas dispuestos a secundar libremente la protesta. Ahora son muchos menos: el precio es perder más días de sueldo para luchar por unas mejoras que ya están en marcha. En marzo fueron 20 jornadas. Esta vez, el desánimo que se aprecia en los grupos de Telegram sugiere que el paro no durarará tanto. "Se avecinan unas Navidades muy oscuras", ha sentenciado Hernández este lunes. Nadie en el sector se lo cree.

El paro de los transportistas ha fracasado durante su primer día. Es el mensaje que lanza el Gobierno, pero también el análisis que hacen todos los medios de comunicación, donde las palabras "normalidad" o "pinchazo" dominan las narraciones en directo, o el que mantienen el resto de asociaciones del sector, que han dejado sola a la Plataforma Nacional del polémico Manuel Hernández. Ya ocurrió el pasado marzo, pero entonces la convocatoria se saldó con un gran éxito, se multiplicaron los incidentes y el apoyo a las protestas fue creciendo a medida que pasaba al tiempo. Los transportistas lograron parar el país, se produjeron situaciones de desabastecimiento y el Gobierno tuvo que ceder a varias de sus reivindicaciones para controlar la situación. Con toda la precaución que impone la evolución de los acontecimientos durante los próximos días, estas son las razones por las que, de momento, nada de lo ocurrido entonces está sucediendo ahora.

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