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La sequía afecta ya al 47% del territorio europeo y agrava la crisis energética
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INFORME DE LA COMISIÓN EUROPEA

La sequía afecta ya al 47% del territorio europeo y agrava la crisis energética

La sequía contribuye cada vez más al alza de los precios energéticos. A esta conclusión llega el último informe de la UE, que ha detectado que el 47% del territorio europeo está en riesgo, y en un 17% es ya una realidad

Foto: Niveles bajos de caudal en el Rin por la sequía. (EFE/Ronald Wittek)
Niveles bajos de caudal en el Rin por la sequía. (EFE/Ronald Wittek)
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Los datos son estremecedores, y muestran cómo la sequía ya no es un fenómeno localizado fundamentalmente en el sur de Europa, como ha sido tradicional. La alerta de sequía afecta ya al 47% del territorio europeo, pero un 17% del territorio ya no está en situación de alerta, sino que es una realidad. Y lo que es peor, nada indica que en los próximos meses se vaya a revertir esta situación, debido a la combinación de dos variables que coinciden en el tiempo: temperaturas por encima de lo habitual y escasas precipitaciones.

El Observatorio Europeo de la Sequía, un organismo dependiente de la Comisión Europea, dice que tanto la producción de energía como el transporte fluvial se resentirán de forma intensa, lo que tiene consecuencias sobre la producción de electricidad y sobre el conjunto de la actividad económica. Además de sus efectos sobre la seguridad en el aprovisionamiento, que es lo que ahora preocupa por la guerra en Ucrania y la alta dependencia, todavía, de Rusia.

Foto: Severa sequía en el río Yangtzé en Chongqing (China). (EFE)

Los datos del Observatorio incluyen información hasta el pasado 10 de agosto, y reflejan las dificultades de las centrales eléctricas, en particular las nucleares, para refrigerarse y poder funcionar con normalidad, lo que a la postre influye en los precios. No solo sobre los energéticos. Como sostiene el informe, algunos cultivos como el maíz en grano, la soja y el girasol también están siendo seriamente afectados, lo cual es especialmente relevante teniendo en cuenta que algunos de los productos alimentarios básicos proceden, precisamente, de los países directamente en conflicto.

Debido a la existencia de diferentes tipos de sequía, el seguimiento de este fenómeno atmosférico se basa en el análisis de una serie de indicadores que representan algunos de los componentes del ciclo hidrológico: volumen de precipitaciones, humedad del suelo, niveles de los embalses, caudal de los ríos, niveles de aguas subterráneas o impactos sobre el territorio, por ejemplo, el estrés hídrico de la vegetación. Aunque en los últimos días se han producido algunas precipitaciones en el centro de Europa, lo que puede aliviar algo la sequía, lo cierto es que las lluvias han venido asociadas a fuertes tormentas eléctricas y granizo, lo que “ha podido limitar los efectos beneficiosos de las precipitaciones”. Fundamentalmente, por sus efectos sobre la agricultura.

Más calor y más seco

No parece que se trate de un asunto puntual vinculado al verano. El Observatorio Europeo de la Sequía considera que es probable que se produzcan condiciones más cálidas y secas de lo habitual en la región del Mediterráneo occidental en los próximos meses. En concreto, hasta noviembre, con especial intensidad en la península Ibérica. El informe cita los casos de Italia, España, Portugal, Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Rumanía, Hungría, norte de Serbia, Ucrania, Moldavia, Irlanda y Reino Unido. El resto de Europa, ya afectado por la sequía, mantiene estables las condiciones severamente secas, como refleja la información que suministra el Índice de Precipitaciones Estandarizado.

Igualmente, los flujos fluviales —no solo el transporte de mercancías, también de pasajeros— se encuentran en una situación dramática, lo que impide la navegación de grandes barcos que abaratan los costes de transporte. Esto afecta a casi todos los grandes ríos, situados en Europa del Este, norte de Italia, sur y este de Francia y Alemania.

No hay que olvidar que por las aguas europeas se transportan materias primas agrícolas y no agrícolas, minerales, carbón y aceites industriales para alimentar las fábricas y la industria química. Aunque todavía los barcos pueden navegar, algunas estimaciones hablan de que su carga apenas se sitúa en un 30% con el objetivo de reducir su calado. En 2018, en Alemania, hubo una situación similar, y entonces se estimó que la sequía había recortado un 0,4% el PIB del país.

La importancia del Rin

El informe se hace eco de un trabajo realizado por la Comisión de Protección del Rin, que ha detectado que en la zona norte se observan niveles de flujo “anormalmente raros”. La cuenca del Rin se ha visto afectada por un invierno severamente seco en los Alpes, con escasa acumulación de nieve, seguida de una primavera y un verano secos, con precipitaciones medias más bajas y temperaturas superiores a la media.

En consecuencia, concluye el documento, la descarga de mercancías del Rin se ha ido reduciendo, causando impactos multisectoriales y preocupaciones para los próximos meses en toda Europa central. En este sentido, el informe recuerda que se han detectado condiciones especialmente críticas en los Países Bajos, con impactos en los sistemas de distribución de agua, la estabilidad de los diques y la navegación comercial.

Foto: Anochecer a orillas del río Rin. (iStock)

Hay que tener en cuenta que tan solo el Rin cuenta con una longitud de 1.320 km y los principales ríos de Europa occidental, como el Sena, Elba, Ems, Danubio o el propio Meno, están conectados con él a través de canales. De hecho, el Rin, que permanece abierto a la navegación desde el año 1868, es hoy una de las vías europeas interiores navegables más destacadas del mundo. Por ella transitan todo tipo de mercancías las 24 horas del día.

El impacto de los fenómenos atmosféricos sobre la economía, como se sabe, no es a corto plazo, sino, sobre todo, a largo. Y ya la representante de Alemania en el consejo de gobierno del BCE, Isabel Schnabel, ha advertido en Jackson Hole, donde se han reunido los banqueros centrales, de que la experiencia de los últimos años en relación con el cambio climático sugiere que la incidencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos “extremos y perturbadores están aumentando considerablemente”, lo que expone la economía mundial a una “mayor volatilidad del producto y la inflación”. Es decir, viene a decir Schnabel, los mercados deben comenzar a tener en cuenta los efectos de la alta volatilidad derivada del cambio climático. Y para muestra, lo que está pasando en las bolsas este verano, con movimientos anormalmente intensos.

Los datos son estremecedores, y muestran cómo la sequía ya no es un fenómeno localizado fundamentalmente en el sur de Europa, como ha sido tradicional. La alerta de sequía afecta ya al 47% del territorio europeo, pero un 17% del territorio ya no está en situación de alerta, sino que es una realidad. Y lo que es peor, nada indica que en los próximos meses se vaya a revertir esta situación, debido a la combinación de dos variables que coinciden en el tiempo: temperaturas por encima de lo habitual y escasas precipitaciones.

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