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El producto cuyo precio no deja de crecer y puede ahogar al campo no es la gasolina
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Su coste ha aumentado un 300%

El producto cuyo precio no deja de crecer y puede ahogar al campo no es la gasolina

La urea es una pieza fundamental de la cadena agroalimentaria y el fertilizante más importado por España, pero el coste de una tonelada no ha parado de subir desde inicios de 2021

Foto: Pellets de urea. (Reuters)
Pellets de urea. (Reuters)
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Tomy Rohde quiere explicarlo de la forma más sencilla posible "sin tecnicismos, que luego la gente no lo entiende". "Es el alimento de las plantas, un nutriente clave. Si no lo uso perderé como el 30% de la cosecha de ese año, pero lo peor viene el siguiente porque perderé el 100% al no recuperarse la tierra y tener que ponerla en barbecho". Este agricultor andaluz habla de un producto que no recibe tanta atención como la gasolina, pero que puede ahogar al campo y, por tanto, a toda la cadena agroalimentaria con más fuerza incluso que el carburante: la urea. Este compuesto, en concreto la 'urea 46%', es uno de los fertilizantes básicos para que los campos puedan seguir produciendo como hasta ahora y muestra muy bien la crisis que afecta a la propia base del sector primario. Porque se ha encarecido un 300% en un año.

Si ya es costumbre ver cómo la energía cotiza en cifras récord desde hace meses y escala con cada crisis que aparece desde la pandemia, el caso de la urea ha seguido los mismos pasos. Desde inicio de 2021 su precio se ha disparado en un auge sin frenos y que amenaza seguir subiendo. De los 265 dólares que valía en enero de 2021 la tonelada de urea ha pasado a los 846 a los que cotizaba en enero o los cerca de 1.000 que, aseguran los agricultores, ya les está costando. ¿A qué se debe el cambio? A una tormenta perfecta que ha puesto a los fertilizantes básicos para la agricultura en el ojo del huracán y a la cadena alimentaria en un futuro difícil de predecir.

Foto: Bomberos franceses extinguen el fuego de un campo de trigo en Ramillies, Francia. (Reuters/Pascal Rossignol)

Todo lo que ha ido empeorando desde principios del año pasado ha supuesto una nueva piedra en la mochila del sector. El fertilizante depende mucho de la importación, por lo que los distintos cortes o cierres en las rutas globales supusieron un golpe para el comercio e incluso la fabricación del mismo. Su dependencia es aún mayor del precio de la energía, por lo que la escalada, especialmente del gas, que se usa para su creación, le dio un nuevo empujón. Y para terminar dos aspectos clave: las empresas que fabrican fertilizantes están consideradas como electrointensivas, otro clavo más, y Rusia es uno de los líderes de la industria. Si uno analiza el paso de los fertilizantes este año, hasta la sequía y las lluvias han jugado en su contra.

Lo que ha ocurrido y ocurre con la urea es un caso claro para entender la situación del campo en un momento en el que se producen algunas de las mayores protestas del sector en nuestro país en los últimos años y las quejas de los agricultores hablan de que están al límite. "En Europa hemos puesto todos los huevos en la cesta de la importación y apostado por unos modelos de tasas y controles que nos ha encaminado a esta situación. Se ha dado la espalda a la producción propia a favor del comercio exterior y lo peor es que no tiene pinta de que se pueda dar la vuelta a la situación. Vamos, yo no lo creo", detalla Rohde, conocido también por su labor divulgativa en Twitter. "Y espero equivocarme, pero esto va a ir empeorando cada vez más, lo que está ocurriendo en Rusia es otra puntilla más".

Aunque, como comenta el experto, todo lo relacionado con fertilizantes, son asuntos técnicos y complejos de entender, una pequeña definición de la urea puede ayudar a ver mejor de lo que habla. Se trata de un fertilizante químico nitrogenado, de ahí el 46%, pues es el porcentaje de nitrógeno que tiene, y que era considerado como "barato", al menos hasta ahora. Los problemas comienzan con sus 'ingredientes' y la cocina. Básicamente, contiene amoníaco (NH3) líquido y anhídrido carbónico (CO₂) y para todo el proceso se necesita gas natural y un gran consumo de energía. Tanto es así que plantas como la de Fertiberia en Huelva, una de las pocas que producen urea en nuestro país, ha parado la producción dos semanas por los altos precios de gas y electricidad. Y no es la primera vez que lo hace en los últimos meses.

placeholder Una agricultura india esparce urea en sus cultivos. (Reuters)
Una agricultura india esparce urea en sus cultivos. (Reuters)

Y llega Rusia

Por si fuera poco el problema de la energía que se necesita para crear la urea, que luego han de echar en toneladas hasta los agricultores con explotaciones más pequeñas, se trata del fertilizante más importado, con diferencia, por España. Es cierto que alguna parte de esa urea va al sector del automóvil como parte de la tecnología Adblue que utilizan muchos coches diésel para bajar su contaminación, pero la mayoría de las más de 900.000 toneladas se van al sector agrícola. En un momento en el que el comercio internacional va de shock en shock, su futuro parece más que incierto. "Ahora cuando vas por la campiña ves trigo malo, cebada mala... Se ve claro que o han intentado ahorrarse algo en fertilizantes como la urea o directamente no lo han echado esperando a ver qué pasa".

Si vamos a los datos, se ve claramente que España importa de forma general muchos de los fertilizantes que emplea, sobre todo los nitrogenados que necesitan de gas natural, y no destaca por sus exportaciones, salvo en casos muy concretos. La urea es el caso más extremo, pero cerca de la mitad de los complejos NPK, el otro producto básico para la producción agrícola, también se importan.

¿Y de dónde vienen la urea? Pues ahí se ve el siguiente problema, la mayoría procede de países ricos en gas y materias primas, pero que vuelven a demostrar la dependencia exterior del país, incluso para productos básicos. En concreto, un tercio del total procede de Argelia, que en los últimos años ha ido ganando cada vez más peso en este sector, al igual que en el de la energía, al menos en lo que a nuestro país se refiere. Tras este país norteafricano aparece otro de la misma zona, Egipto, aunque es el caso contrario, y ha ido perdiendo fuerza con el paso del tiempo. Aunque el mayor problema llega justo después, donde se sitúa Rusia.

El segundo mayor productor de fertilizantes a nivel global, Rusia, que ostenta ese lugar desde hace bastantes años y es una de sus grandes bazas en la guerra económica, nos vendió en 2021 (último año del que hay datos completos) más de 100.000 toneladas de urea. Aunque su peso en la ecuación ha ido bajando con el paso de los años y diluyéndose en el incremento de las importancias de este compuesto, sigue siendo fundamental en este mercado y puede disparar aún más los precios. El pastel se completa con la presencia de un grupo de países que muestran cómo el comercio se ha ido diversificando conforme al crecimiento de la demanda por parte de nuestro país.

Y no es lo último

Todo lo ya contado da una idea de la dura situación que vive el campo español y el futuro que le espera. Como explica Rohde, la urea forma parte de la agricultura en casi todas las etapas, y la falta de la misma puede obligar a parar el 100% de la producción de una tierra de un año para el siguiente, asomando al país al tan temido desabastecimiento u obligando a una importación mucho mayor. "Ya hay gente que este año ha dejado tierras paradas o está buscando alternativas para intentar salvar la situación, incluso terminar con el cultivo. Si nos pagan lo mismo que otros años va a ser insostenible, nos saldría casi mejor quemar la cosecha que venderla por el mismo precio. Y si nos pagan más, pues obviamente se verá reflejado en el precio final de los productos. Es lo que hay".

Su análisis es bastante pesimista y culpa de buena parte de los problemas a cómo Europa ha ido dando de lado al sector primario en pos de la importación y la compra de productos a países con muchos menos compromisos, tasas medioambientales o laborales que las que tenemos en el continente. Ya se ha visto con la crisis de Ucrania y la búsqueda de productos como el trigo en países como Argentina o Sudáfrica. "Aquí no interesa la producción propia y este es el camino que llevamos. No es algo nuevo, se lleva avisando años de que esto iba a llegar tarde o temprano, y aquí está. El problema es que no parece que vaya a poderse cambiar".

Por si fuera poco, y como apuntan desde la Asociación Nacional de Fabricantes de Fertilizantes, la situación de esta industria vive otra vuelta de tuerca con el paro de los transportistas en un momento clave. "Había muchos agricultores pensándose la siembra este año por las pocas precipitaciones y el alza de los precios y ahora que se habían decidido a tirar para delante viendo las últimas lluvias nos ha llegado el paro. Tenemos muchísimos pedidos que no se pueden entregar por la falta de camioneros y encima los almacenes están llenos porque hasta ahora no se habían decidido a comprar. Es una situación complicadísima".

En uno de los peores momentos de los últimos años para el campo, ni siquiera las lluvias llegan en el momento adecuado. "Ojalá me equivoque, pero la gente con la que hablo me pinta un futuro bastante negro", acaba Rohde.

Tomy Rohde quiere explicarlo de la forma más sencilla posible "sin tecnicismos, que luego la gente no lo entiende". "Es el alimento de las plantas, un nutriente clave. Si no lo uso perderé como el 30% de la cosecha de ese año, pero lo peor viene el siguiente porque perderé el 100% al no recuperarse la tierra y tener que ponerla en barbecho". Este agricultor andaluz habla de un producto que no recibe tanta atención como la gasolina, pero que puede ahogar al campo y, por tanto, a toda la cadena agroalimentaria con más fuerza incluso que el carburante: la urea. Este compuesto, en concreto la 'urea 46%', es uno de los fertilizantes básicos para que los campos puedan seguir produciendo como hasta ahora y muestra muy bien la crisis que afecta a la propia base del sector primario. Porque se ha encarecido un 300% en un año.

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