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La crisis lastra las clases medias y engrosa el número de trabajadores con rentas bajas y sin ingresos
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Los rebrotes agravan la desigualdad

La crisis lastra las clases medias y engrosa el número de trabajadores con rentas bajas y sin ingresos

El incremento de la desigualdad se ve reflejado en el repliegue de las clases medias. El ‘escudo social’ ha logrado minimizar el golpe, pero no lo ha evitado

Foto: Una actriz que acostumbra a actuar en las calles de Toledo. (EFE)
Una actriz que acostumbra a actuar en las calles de Toledo. (EFE)

Una de las constantes en las crisis económicas es el aumento de la desigualdad. En esta ocasión, el sector público ha desplegado un ‘escudo social’ sin precedentes con el objetivo de proteger los ingresos de los hogares. Sin embargo, ha sido insuficiente para evitar un salto de la desigualdad que se aprecia en el repliegue de las clases medias y la concentración de trabajadores en los últimos tramos de renta, e incluso entre aquellos que han perdido todos sus ingresos. La acción del sector público ha logrado contener el avance de la pobreza gracias a dos instrumentos, los ERTE y las prestaciones extraordinarias de desempleo, pero la desigualdad del mercado ha crecido tanto que las ayudas públicas han sido insuficientes para cubrir toda la brecha.

La desigualdad aceleró con la segunda ola del coronavirus y la vuelta de las restricciones desde finales de octubre y anticipa datos negativos también para la tercera ola. Será necesario, por lo tanto, que el empleo se recupere para que la desigualdad retroceda a los niveles previos a la pandemia.

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Uno de los grandes avances de esta crisis ha sido el del uso de ‘big data’ para hacer una medición de la economía casi en tiempo real. En el caso de la desigualdad, ha sido CaixaBank Research, junto con investigadores de la Universitat Pompeu Fabra y del Institute of Political Economy and Governance quienes han introducido el principal avance: el Monitor de la Desigualdad. Lo que hacen es explotar los datos de las cuentas corrientes de la entidad para analizar la evolución de los ingresos de los trabajadores, tanto los que proceden de las nóminas, como de la protección social. La muestra agrega al 27% de las nóminas del país y su capilaridad permite extraer datos de todo el territorio.

Las cifras muestran el repliegue que han experimentado las clases medias desde el mes de marzo, cuando estalló la pandemia. Si bien los peores datos se concentraron en los meses del confinamiento, las cifras volvieron a deteriorarse en noviembre, muestra de que las restricciones a la actividad afectan a la desigualdad.

En el mes de febrero, antes del estallido de la crisis, el porcentaje de trabajadores con ingresos medios (entre 1.000 y 2.000 euros netos al mes) alcanzaba el 45% del total, esto es, casi la mitad. En los primeros meses de la pandemia esta cifra se redujo hasta situarse en el 35% durante el primer confinamiento. A partir de agosto mejoró hasta el 40%, pero con la segunda ola, el porcentaje de salarios medios se redujo nuevamente hasta el 36%.

El ‘escudo social’ redujo el golpe, pero no pudo evitarlo. En noviembre, por ejemplo, el número de trabajadores con salarios medios se situó en el 38%, casi 9 puntos peor que al inicio de la crisis (aunque parezca una cantidad menor, cada punto son unas 200.000 personas). El efecto estacional también juega un papel clave en las rentas salariales, ya que en noviembre es plena temporada baja para el turismo y el comercio, lo que afecta al mercado laboral. Este efecto estacional se evita comparando datos interanuales, que son los que ofrecen el mejor análisis posible.

En el inicio del año, antes de la pandemia, los datos estaban siendo muy positivos: el número de trabajadores con salarios medios se incrementaba en algo más de 1 punto. Tras el estallido de la pandemia, este punto positivo se transformó en casi 10 puntos de caída de los salarios medios. El sector público redujo esta caída a la mitad, hasta dejarla en 5 puntos, básicamente gracias a los ERTE.

Es importante señalar que la cuantía de la prestación de los ERTE se limita al 70% de la base reguladora de los trabajadores, lo que significa un importante recorte de sus ingresos. De ahí que, aunque el sector público minimice la caída de ingresos de mercado, sea insuficiente para cubrirla de forma íntegra. Y lo mismo ocurre en el caso de los trabajadores despedidos que pasaron a cobrar una prestación por desempleo, lo que automáticamente convierte a las rentas medias en bajas.

La creación de empleo en verano y la reincorporación de trabajadores en ERTE permitió recuperar muchos salarios medios, hasta el punto de situarse a tres puntos de los niveles del año anterior (dos puntos tras la intervención del sector público). Conviene recordar que en menos de tres meses se reincorporaron más de dos millones de trabajadores, lo que supone una gran inyección de rentas del trabajo. Sin embargo, el mercado laboral todavía está lejos de volver a los niveles previos a la crisis y en noviembre las rentas medias seguían dos puntos por debajo de los niveles previos a la crisis, esto es, una caída de más de 300.000 personas.

Los sin ingresos

Una parte de las rentas medias ha progresado hacia las rentas altas. Conviene recordar que los salarios por convenio siguieron creciendo en 2020, lo que pudo impulsar a algunos trabajadores hacia el escalón superior. Sin embargo, la tendencia ha sido a la concentración hacia las rentas bajas. El grupo que más ha crecido es el de personas activas sin ingresos, esto es, trabajadores que han perdido todas las rentas del trabajo.

Si se compara con los niveles del año anterior, el porcentaje de personas activas sin renta se disparó en 14 puntos al inicio de la pandemia, aunque el sector público corrigió este desplome hasta dejarlo en 3,4 puntos. Este dato tan malo es consecuencia, en parte, del retraso en el pago de los ERTE, lo que provocó que muchos trabajadores no tuvieran ingresos al inicio de la pandemia. Estos datos explican también las colas del hambre que se suceden desde entonces como consecuencia del fracaso de las políticas públicas a la hora de cubrir a estos grupos sociales. Es importante señalar que estos datos solo cubren trabajadores que tienen o han tenido una nómina, de modo que no se incluyen otros grupos que también están sin ingresos, como son los trabajadores en negro, que cobran en efectivo, o personas inactivas.

[Consulte aquí los principales indicadores de la economía española]

En mayo, con la reapertura y la tramitación de los expedientes temporales, los datos mejoraron rápidamente y el aumento del porcentaje de trabajadores sin ingresos se redujo por debajo de un punto. En esos buenos niveles se mantuvo durante los meses siguientes, pero desde septiembre está creciendo este grupo y en noviembre experimentó una aceleración repentina provocada por la segunda ola del virus.

Esta es, probablemente, la peor noticia que se extrae del Monitor de Desigualdad, ya que evidencia cómo hay muchos hogares atravesando momentos muy delicados como consecuencia de los rebrotes. En total, después de la acción del sector público, el porcentaje de personas activas sin ingresos se disparó hasta el 14,4%, un punto por encima de los niveles de noviembre de 2019 y casi el triple de los niveles previos a la pandemia.

Una de las constantes en las crisis económicas es el aumento de la desigualdad. En esta ocasión, el sector público ha desplegado un ‘escudo social’ sin precedentes con el objetivo de proteger los ingresos de los hogares. Sin embargo, ha sido insuficiente para evitar un salto de la desigualdad que se aprecia en el repliegue de las clases medias y la concentración de trabajadores en los últimos tramos de renta, e incluso entre aquellos que han perdido todos sus ingresos. La acción del sector público ha logrado contener el avance de la pobreza gracias a dos instrumentos, los ERTE y las prestaciones extraordinarias de desempleo, pero la desigualdad del mercado ha crecido tanto que las ayudas públicas han sido insuficientes para cubrir toda la brecha.

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