El Confidencial

Las cicatrices de la crisis no se curarán en años

La magnitud de la recesión y el frenazo de la recuperación harán que la crisis sea larga y tenga efectos duraderos. Las previsiones ya apuntan que la recuperación será parcial

Texto: Javier G. Jorrín
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Laura Martín Carlos Muñoz
Pablo L. Learte Luis Rodríguez

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os cuatro meses de confinamiento por la pandemia del coronavirus se llevaron por delante casi uno de cada cuatro euros de producción de España. Un golpe de tal calibre que superó todas las previsiones. El desplome del PIB puso contra las cuerdas la esperanza de una recuperación en forma de V en que la economía volviese rápidamente a los niveles previos a la pandemia. La última posibilidad de conseguirlo se esfumó durante el verano, cuando los rebrotes del virus frenaron la recuperación y, lo que es más preocupante, volvieron a generar una gran incertidumbre en los agentes económicos.

Las expectativas que manejan ahora los analistas se construyen sobre la hipótesis de que los rebrotes del virus se mantendrán controlados, sin que se produzcan confinamientos severos, y la vacuna estaría disponible a inicios de 2021. Sin embargo, la realidad de la pandemia está cerca de desbordar estas previsiones. Los cierres económicos avanzan por Europa a medida que las estadísticas de contagios siguen empeorando y amenazan ya con parar en seco la reactivación económica cuando los niveles de producción no han recuperado ni la mitad de la caída sufrida.

Los datos de las próximas semanas terminarán por descartar el escenario de recuperación en V y confirmarán que las cicatrices de la crisis durarán años. “Una recuperación lenta está asegurada”, escriben los economistas Juan Carlos Conesa, Gonzalo Fernández de Córdoba y Tim Kehoe en el último 'Boletín de la crisis del coronavirus' de Fedea. “Incluso en el supuesto de que se dé con una vacuna efectiva y esté disponible en tiempo récord, la recesión ha durado lo suficiente como para tener efectos duraderos, descartando la esperanza de una recuperación en V”, apuntan los autores. Las heridas son demasiado profundas como para que no dejen cicatriz.

Oxford Economics ha realizado un análisis comparativo de la crisis sanitaria actual con las pandemias sufridas por diferentes países desde la década de los sesenta. Su estudio comienza con la ‘gripe de Hong Kong’ de 1968 (influenza) y llega hasta el ébola, ya en el siglo XXI. En total, ha analizado 252 episodios, de los cuales el 30% supuso impactos económicos que “pueden clasificarse como severos”. Se trata, por tanto, de una comparativa interesante para analizar cómo evoluciona la actividad después de una crisis sanitaria.

Comparativa de la crisis actual con la de otras pandemias anteriores

Desviación del PIB frente a la tendencia de crecimiento previa a la pandemia | PRODUCCIÓN
Fuente: Oxford Economics

Aunque existe una gran heterogeneidad de causas y resultados económicos, la experiencia indica que la brecha de producción solo se cierra parcialmente una vez superada la crisis. Cinco años después del estallido sanitario, todavía se mantiene la brecha del PIB respecto a la tendencia de crecimiento previa. Y para que la crisis sanitaria no se cronifique como recesión económica, es fundamental superar el episodio de pandemia durante el primer año.

La crisis actual es mucho más grave y tiene incidencia global, de modo que su impacto económico está siendo muy superior. Además, está por ver cuándo se descubre un tratamiento efectivo contra el virus. A pesar de estos riesgos existentes, los analistas confían en una recuperación rápida con un crecimiento intenso en el año 2021. Este horizonte de previsión coincidiría con otras crisis sanitarias del pasado en las que se produjo una caída del PIB intensa, pero con una recuperación temprana y fuerte. Un escenario que los rebrotes están poniendo en entredicho.

El FMI estima que la pandemia provocará una brecha de producción estructural de 3,5 puntos del PIB

El FMI respalda esta percepción de una recuperación rápida pero incompleta. Según sus estimaciones, dentro de cinco años, los países desarrollados tendrán una brecha de producción de 3,5 puntos del PIB respecto a la tendencia previa a la pandemia. Y en el caso de las economías emergentes, ascenderá al 5,5% del PIB. Esto es, la crisis dejará una herida que no se cerrará en el medio plazo.

La nueva normalidad

En esta economía de pandemia, el turismo está siendo el sector más afectado. En España, bares, restaurantes y alojamientos han destruido casi 250.000 empleos y otros 254.000 siguen en ERTE (expediente de regulación temporal de empleo). Eso significa que solo en la hostelería hay medio millón de empleos que no se recuperarán en el corto plazo. Y eso sin contar los 70.000 empleos perdidos en el sector del ocio y el entretenimiento, los casi 200.000 empleos del comercio o los 75.000 empleos del sector de transportes.

En total, España ha perdido un millón de empleos sumando los que ya se han destruido y los que están atascados en los ERTE. Esta es la herida que deja la crisis, igual que ocurrió con el medio millón de parados que dejó el sector de la construcción tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. Otros sectores crecerán y recogerán una parte de los parados de los servicios de bajo valor añadido.

Una de las grandes preocupaciones es la debilidad financiera de las empresas, que han soportado ya grandes pérdidas durante la primera ola del coronavirus y ahora están exhaustas. Solo en el segundo trimestre del año, la deuda de las empresas se disparó en casi ocho puntos del PIB, una subida nunca antes vista, ni siquiera en los peores momentos de la crisis de Lehman Brothers. Las empresas recurrieron a los avales del ICO para poder mantener sus pagos ante la esperanza de que la crisis sería corta. Ahora se encuentran con un balance deteriorado y una economía con cierres permanentes y una gran incertidumbre sobre el futuro.

Según los últimos datos del Banco de España, el número de empresas vulnerables se ha disparado como consecuencia de la pandemia: si antes de la crisis no llegaban al 15%, ahora superan ampliamente el 20% (medido como empresas cuya deuda supera el 75% de su activo). Esto significa que una de cada cinco empresas estaría en dificultades financieras. Las diferencias entre sectores son abismales, hasta el punto que en la hostelería y el ocio, las empresas vulnerables son más del 40%.

Una de cada cinco empresas está en una situación de vulnerabilidad financiera que pone en riesgo su supervivencia

Con estos datos, no es descartable un proceso de destrucción del tejido productivo por los cierres masivos de empresas. Esta es una de las grandes preocupaciones del FMI, que ha pedido a los gobiernos que mantengan las ayudas de liquidez a las empresas. Sin embargo, el problema ahora no es de liquidez, sino de solvencia por las pérdidas acumuladas. Una empresa que tenga un agujero inasumible difícilmente va a pedir un crédito para seguir endeudándose. Y más si es una pyme o un autónomo, cuyo margen para soportar números rojos es muy reducido.

En la destrucción de tejido productivo, ya llueve sobre mojado. Durante las semanas del estado de alarma, se dieron de baja 133.000 del registro de la Seguridad Social (código de cuenta de cotización). Con la entrada en la ‘nueva normalidad’, reabrió el 37% de las empresas cerradas, pero el resto no ha retomado la actividad. Son más de 84.000 empresas perdidas antes de la segunda ola.

Los datos de consumo revelan que las familias están pensando más en un nuevo confinamiento que en recuperar el ocio social. Por ejemplo, están comprando muebles, electrodomésticos y otros bienes del hogar para mejorar su bienestar en casa. El resultado es que el consumo de estos productos ha crecido tanto que, desde el mes de junio, ya supera el consumo registrado el año anterior. En agosto, último dato disponible, las compras para el hogar superaban ya un 12% las del mismo mes del año 2019.

Las familias han renovado su hogar, pero no su armario. Las ventas de ropa y productos textiles siguen todavía un 23% por debajo de los niveles normales. Esta caída, tan profunda y prolongada, está llevando al límite el sector. Según los datos de la patronal Acotec, el 15% de las empresas del sector que cerraron durante la pandemia no ha podido reabrir y muchas no volverán a levantar la persiana. La pandemia del coronavirus se suma a la crisis de un sector que lleva años atascado una vez que ha explotado al máximo la reducción de costes y que necesita reinventarse.

La industria está siendo el motor de la recuperación, ya que el consumo de bienes se mantiene vivo gracias a las ventas por internet. Sin embargo, también hay grandes diferencias por sectores. Uno de los más afectados está siendo el del automóvil, ya que las familias han decidido que este año no cambiarán su coche viejo. España tiene una gran dependencia de la producción de automóviles y, ahora que este sector se tambalea, las dudas económicas se acrecientan. Según el Banco de España, un 30% de las empresas relacionadas con los vehículos (desde fábricas hasta concesionarios) está en una situación de vulnerabilidad financiera. Una noticia preocupante para un sector que no solo sostiene muchos puestos de trabajo, sino que, además, aporta un gran superávit a la economía española.

La economía resultante de la pandemia del coronavirus no volverá a ser la misma. Como ha ocurrido en el pasado con otras crisis, los sectores más golpeados tendrán que ajustarse a una demanda inferior y otros crecerán para ocupar su lugar. Sin embargo, estos costes de transición siempre son elevados, porque implican que los trabajadores se tienen que recolocar. Un proceso que lleva años y que requiere de una gran inversión pública en formación y en prestaciones sociales para los trabajadores que se queden atrás.

Las familias están pensando más en un nuevo confinamiento que en recuperar el ocio social

Para España, es un grave problema, ya que las cuentas públicas están muy tensionadas y difícilmente podrán soportar una elevada inversión en políticas activas de empleo. Por no hablar del fracaso de estas medidas en las últimas décadas.

“Cualquier conjunto de medidas de política económica deberá afrontar esos dos retos de viabilidad fiscal y reasignación de recursos”, escriben los economistas Conesa, Fernández de Córdoba y Kehoe. Una rápida reasignación de recursos en los sectores pujantes permitirá acelerar la recuperación, pero tendrá unos costes sociales más elevados. Por el contrario, todas las medidas encaminadas a proteger sectores en decadencia evitarán que se multipliquen los despidos, pero tendrán un elevado coste en términos fiscales y de crecimiento. Un equilibrio delicado que determinará cuánto durará la crisis en España y, lo que es más importante, en qué condiciones encarará el futuro.