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¿Hasta qué punto es preocupante la ralentización del empleo?
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Cambio de tendencia en la economía

¿Hasta qué punto es preocupante la ralentización del empleo?

La creación de puestos de trabajo se ha congelado y el desempleo vuelve a subir. La desaceleración está afectando ya al mercado laboral español y anticipa un último trimestre del año complicado

Foto: Un camarero en una terraza del centro de Barcelona (Efe)
Un camarero en una terraza del centro de Barcelona (Efe)

En el tercer trimestre del año se crearon 69.400 empleos y el número de desempleados se redujo en 16.200 personas. Datos que aparentemente inciden en la creación de empleo, pero que están maquillados por la temporada de verano. Entre julio y septiembre suele aumentar la ocupación, por lo que los datos fríos no dicen nada. Si se desestacionalizan, esto es, se eliminan los efectos cíclicos del año, entonces se puede observar lo que está ocurriendo realmente. Y no es nada bueno. El empleo se congeló en verano, apenas creció un 0,09%, y el paro aumentó un 1,7%. Se trata del segundo trimestre consecutivo de aumento del paro, algo que no ocurría desde hace más de seis años, cuando todavía España atravesaba la crisis económica.

Estos datos muestran un claro cambio de tendencia en la economía española. ¿Hasta qué punto es preocupante? Lo primero que hay que tener en cuenta es que el empleo es un indicador que arrastra cierto retraso respecto al ciclo económico. Esto es así porque la inercia económica arrastra las decisiones de las empresas y solo dejan de contratar cuando perciben que la situación se está deteriorando. Por ejemplo, en 2008 no empezó la destrucción de empleo hasta que no quebró Lehman Brothers. Esto significa que los datos de los próximos meses podrían ser peores. Y con el empleo creciendo un 0,09% ya no hay margen para que seguir frenando, lo próximo sería destrucción de empleo.

Veamos los datos en detalle. Si la desaceleración del empleo se mantiene, entonces la economía española destruirá empleo en el último trimestre del año (en términos absolutos no desestacionalizados). El el primer trimestre del año el ritmo de creación de empleo interanual se situaba en el 3,2%; en el segundo frenó en ocho décimas, hasta el 2,4% y en el tercero ha perdido otras seis décimas, hasta el 1,8%. De cara al último trimestre del año, será necesario que el empleo no pierda más de dos décimas de ritmo de crecimiento. En otras palabras, todo lo que sea un aumento inferior al 1,6% ya supondrá destrucción de empleo al cierre del año. Un desafío muy complicado si se tiene en cuenta la tendencia del empleo de los últimos meses y si se une la difícil comparativa de hace un año.

En el último trimestre de 2018 se crearon 36.600 empleos y el ritmo del empleo aceleró hasta el 3% interanual. Este avance inesperado de la ocupación en el cierre de 2018 pone el listón alto para los próximos meses. Además, hay otro factor importante: el repunte de la ocupación en el cierre de 2018 se produjo gracias al sector público, que elevó la ocupación en 43.500 personas, mientras que el privado destruyó 6.800 empleos. Es difícil imaginar que el sector público vuelva a crear los 43.500 empleos de hace un año para compensar al sector privado. Y más si se tiene en cuenta que en el tercer trimestre ya se han incorporado 34.200 ocupados a la Administración. En resumen, el panorama es complicado para evitar la destrucción de empleo en el último trimestre del año. No será la primera vez que ocurra: ya pasó en 2017 o en 2016.

Este dato de la EPA también elimina la disonancia entre el empleo y el PIB. En el inicio del año el empleo mantuvo un ritmo de crecimiento elevado pese a que la economía se estaba desacelerando, lo que llevó al Ministerio de Economía a revisar a la baja su previsión de PIB pero al alza la de empleo. Durante unos meses parecía que el mercado laboral se mantenía ajeno al resto de la incertidumbre económica, pero los datos del tercer trimestre borran esta esperanza. A la espera de conocer qué es lo que ocurre en los próximos meses y del dato de contabilidad nacional de la próxima semana, la interpretación ahora es que el mercado laboral ha vuelto a moverse con cierto retraso respecto a los indicadores avanzados, pero no es inmune a la desaceleración. Sin duda, un extremo que introduce más incertidumbre de cara a los datos de los próximos meses.

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El que ha sido hasta ahora el principal motor de empleo de la economía española, el turismo, está llegando a cotas de madurez que impiden su avance. Los destinos más turísticos de España, el Mediterráneo y las islas, están ya saturados y empiezan a ver cómo sus competidores naturales se recuperan (Turquía y Norte de África). Esta situación se pone de manifiesto en los datos de empleo de la campaña de verano. El sector de la hostelería dio empleo a 7.000 personas menos que hace un año. Un descenso que contrasta con los 99.000 empleos que creó el turismo en el tercer trimestre de 2018, los 49.000 de 2017 o los 95.000 de 2016. El turismo como motor del empleo se ha parado y es difícil que vuelva a activarse, de modo que es el momento de ver si la economía española tiene alguna alternativa al 'sol y playa'.

El empleo en la construcción también se está frenando, lo que refleja que el impulso inversor de los últimos años se estaría frenando. En este sector juegan un papel clave las expectativas y toda la incertidumbre económica de los últimos meses no parecen ayudar. El número de ocupados en la construcción de edificios aumentó en 11.000 personas respecto al mismo trimestre del año anterior. Esto significa un 82% menos que en el tercer trimestre de 2018 y un 45% menos que en el de 2017. Si la construcción está reflejando una caída de la inversión por el deterioro de las expectativas, entonces supone una señal preocupante.

La intensa aportación del sector público a la creación de empleo durante los últimos trimestres también aumenta la incertidumbre sobre la capacidad para seguir creando empleo. La ocupación en las Administraciones Públicas suma ya ocho trimestres consecutivos con un crecimiento interanual superior al del sector privado. En el último trimestre, el empleo público aumentó un 1,9% y el privado un 1,7%.

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Pero todos los datos del mercado laboral no han sido negativos, existe algún brote de esperanza en medio de la desaceleración. El principal es la recuperación de la industria. El número de ocupados en el sector manufacturero ha aumentado en 97.100 personas en el último año, un avance del 4%. Esto convierte a la industria en uno de los principales contribuyentes al empleo en el último trimestre, con lo que ello conlleva para la estabilidad en el empleo. El número de asalariados con contrato indefinido creció un 3,3% interanual, mientras que el empleo temporal se redujo un 0,7%.

La otra noticia positiva es el aumento de la población activa. Después de años a la baja, en 2019 se ha consolidado el aumento de la fuerza de trabajo de España gracias a la inmigración. Los flujos de población van con un gran retraso respecto al ciclo, por lo que no pueden tomarse como un indicativo a futuro, pero sí suponen una ayuda para la economía al aumentar la mano de obra y de consumo. En el último año se han incorporado 235.000 activos al mercado laboral español, esto frena el ritmo de caída del paro, pero mejora el equilibrio entre la población activa y los beneficiarios de las distintas prestaciones.

Pero el dato más preocupante de todos es que la tasa de paro ha caído del 14% por primera vez desde el estallido de la crisis. Esto significa que la economía está terminando la fase expansiva del ciclo con un nivel de desempleo todavía muy elevado. Una vez más, España se consolida como uno de los países desarrollados con mayor nivel de paro estructural.

En el tercer trimestre del año se crearon 69.400 empleos y el número de desempleados se redujo en 16.200 personas. Datos que aparentemente inciden en la creación de empleo, pero que están maquillados por la temporada de verano. Entre julio y septiembre suele aumentar la ocupación, por lo que los datos fríos no dicen nada. Si se desestacionalizan, esto es, se eliminan los efectos cíclicos del año, entonces se puede observar lo que está ocurriendo realmente. Y no es nada bueno. El empleo se congeló en verano, apenas creció un 0,09%, y el paro aumentó un 1,7%. Se trata del segundo trimestre consecutivo de aumento del paro, algo que no ocurría desde hace más de seis años, cuando todavía España atravesaba la crisis económica.

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