Agricultores contra el paro agrario: "Con 20 jornadas, cobran todo el año y no trabajan"
La Unión de Extremadura ha denunciado el sistema de subsidio agrario ante la Inspección de Trabajo, ya que no entiende que le cueste encontrar mano de obra y haya 9.000 parados
Un jornalero tiene varias maneras de decirle sutilmente al empresario que prefiere quedarse en casa cobrando el subsidio agrario en lugar de salir al campo a trabajar. La forma más directa es preguntar el primer día de faena: "¿de verdad quieres que venga a trabajar?". Ahí el agricultor ya sabe que debe tachar con una cruz ese nombre y mandarlo para casa. Otra forma menos sutil es no decir nada y empezar a recoger mal la fruta. Tirarla al cesto de mala manera, recolectar frutos todavía verdes… hasta que el agricultor se da cuenta y dice "¡para, para! vete para casa si quieres". A veces no hace falta que el jornalero acuda al tajo. En las entrevistas previas a la gente que ha seleccionado el servicio público de empleo, el agricultor pregunta: "¿Seguro que quieres trabajar?". O el candidato se adelanta y responde de malas maneras para ser descartado.
El resultado de esta rutina laboral en el campo de Andalucía y Extremadura es la siguiente paradoja: los agricultores no encuentran jornaleros para recoger la producción en los meses de verano, y sin embargo las listas del paro se mantienen estables, o incluso aumentan, con decenas de miles de inscritos cobrando el subsidio.
Así lo narra Luis Cortés, secretario técnico de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Extremadura. Esta organización ha ido más allá en el eterno conflicto laboral del agro español y ha presentado una denuncia ante la Inspección de Trabajo para que investigue el presunto fraude a la Seguridad Social de miles de trabajadores agrarios. “En estos momentos en los que los agricultores se encuentran en el periodo de recolección de la mayor parte de los productos, estamos detectando una escasez de mano de obra para recoger los mismos”, arranca la denuncia. “Al mismo tiempo (…) el paro en agricultura en Extremadura ha aumentado en 973 personas, alcanzando una cifra de 9.201 parados en esta actividad. No es admisible que mientras los empresarios agrarios no encuentran mano de obra, tengamos en la región 9.201 parados”, prosigue el documento, que pide a la Inspección de Trabajo que “actúe y depure posibles irregularidades”.
La denuncia no tendrá mayor recorrido ante la Inspección de Trabajo, ya que los inspectores "no pueden constatar la voluntad de perceptores de prestacion o intermediar en el mercado laboral", según fuentes del sector consultadas. Sin embargo, sí sirve para reabrir uno de los melones más sensibles que hay en nuestro país, el de la presunta España subsidiada gracias a los planes de empleo rural (el antiguo PER) y su correspondiente paro agrario, del que se benefician Andalucía y Extremadura.
Empresarios y sindicatos se critican mutuamente por el estado crítico del campo andaluz y extremeño, cada vez más mecanizado, cada vez más precarizado y cada vez más dependiente de la mano de obra extranjera, principalmente rumana y marroquí. Los empresarios se quejan de que nadie quiere trabajar porque son adictos al subsidio. Los sindicatos y trabajadores responden que las condiciones laborales son leoninas. Entretanto, las cifras de paro, tanto el general como el agrario, se mantienen en cotas insoportables.
Tenemos pueblos llenos de rumanos y marroquíes trabajando porque no hay mano de obra estatal
Cortés explica por qué su asociación ha lanzado este órdago. "Los agricultores lo estamos pasando muy mal. Al no encontrar mano de obra, nos arriesgamos a perder parte de la producción. Por eso, cada vez más empresarios están arrancando grandes extensiones de cultivos sociales que producen mucha mano de obra, como el ciruelo, y poniendo cultivos altamente mecanizados como el olivo y el almendro, que no necesitan tanto personal. Es grave que arranquemos cultivos que dan mucho trabajo a la gente, pero no hay alternativa. La gente no quiere trabajar. Tenemos pueblos llenos de rumanos y marroquíes trabajando porque no hay mano de obra estatal”.
Pasarse a los cultivos mecanizados no es tan fácil como chasquear dos dedos: requiere una inversión millonaria que muchos agricultores son incapaces de abordar, o lo hacen a costa de asfixiarse en un crédito que no saben si podrán pagar.
Explotación laboral
Desde Comisiones Obreras, lo ven a la inversa. Si un empresario quiere contratar temporeros, no tiene más que acudir a la oficina de empleo (el Sexpe en Extremadura o el SAE en Andalucía) y solicitar 20, 50 o todos los que necesite. “Y los tendrá sin ningún problema. El trabajador que estando en el paro se niega a trabajar pierde el subsidio automáticamente. Eso lo sabe todo el mundo. El problema es que no acuden al servicio de empleo para contratar temporeros, sino que tiran de cuadrillas de gente que ya conocen para poderles apretar y que les salga más barato. Van a la plaza del pueblo y a los bares a buscar trabajadores”, explica Jesús Martín, responsable del sector agroalimentario de CCOO de Industria de Extremadura.
“A una persona contratada por el servicio de empleo tienes que sellarle todos los días que ha trabajado, pero si la traes de fuera puedes sellarle solo dos o tres días y pagarle los otros 20 en negro. Y además puedes contratarlos como peones y no pagarles según su cualificación profesional. Los que aceptan ese fraude son personas que están en el paro y no quieren que les den de alta en la Seguridad Social. Y el empresario accede para ahorrarse la cotización. Antes de denunciar, los primeros que deben cumplir la legalidad son ellos”, prosigue.
Esto explicaría por qué en plena temporada alta del campo el desempleo no baja sino que incluso aumenta: porque parte de esos parados están trabajando en negro y cobrando a dos bandas. Un empleo sumergido que fomenta los abusos laborales: “El año pasado, antes de la subida del salario mínimo interprofesional, el salario agrícola era el peor de todos, 38 euros por una jornada de seis horas y media en el campo, cuando años atrás una vendimia se pagaba a 54 la jornada. Y hablamos de trabajos muy estacionales, de solo 21 días. La gente tiraba para Francia a ganar en un mes y medio lo que aquí en cuatro meses. Los empresarios no pueden quejarse de que no hay mano de obra y luego pagar esos salarios de miseria saltándose el convenio del campo”, sostiene Martín. El nuevo SMI fija en 46,34 euros netos la peonada, un 27% más.
Agricultores y sindicatos reconocen que, tal como está planteado el subsidio agrario, es un caramelo para defraudar a la Seguridad Social
En lo que sí coinciden empresarios y sindicatos es en la necesidad de revisar el subsidio agrario. Y eso es un buen inicio, porque es el meollo del conflicto. Tanto La Unión como CCOO reconocen que, tal como está planteado ahora el subsidio, es un caramelo para defraudar a la Seguridad Social. “Se cobran unos 570 euros al mes, a los que hay que quitar un porcentaje de cotización”, explica el portavoz de La Unión. “Esos 500 euros no dan para vivir, pero si en una casa juntas tu subsidio, más el subsidio de tu mujer y el subsidio de un hijo, ya te pones en un ingreso de 1.500 euros al mes que ya sí te dan para ir tirando. En la mayoría de hogares cobran el marido y la mujer y juntan 1.000 euros entre los dos. El papel de la mujer en el fraude es muy importante: hay un porcentaje muy elevado de mujeres paradas en el sector, pero en el campo no ves a esas mujeres, ves a los maridos sellando por ellas”.
La burbuja del paro
A esto se añade lo fácil que es acceder al paro. "Una persona mayor de 52 años solo necesita 20 jornadas trabajadas para cobrar 12 meses de subsidio. Una vez cumplidas sus jornadas para el paro, ya no quieren trabajar más", afirma Cortés. Un joven de entre 16 y 24 años necesitará apenas 40 jornadas trabajadas para tener 360 días de paro, y un hombre de 35 años con cargas familiares también tendrá muy a mano tener cubierto el año. El objetivo del subsidio agrario ha sido siempre dotar de una red de seguridad a los trabajadores más vulnerables de nuestra economía y detener el abandono del mundo rural, pero cada vez hay más voces que señalan este sistema como una fuente de abusos que desincentiva el mercado laboral.
“No es solo en el campo. Vas a los bares y no encuentran camareros. Vas a los supermercados y no encuentran reponedores. Lo mismo con los albañiles. Eso en Extremadura, una comunidad con más de un 20% de paro. ¿Cómo se explica eso?”, lanza Juan Antonio Álvarez, gerente de la Comunidad de Labradores de Almendralejo. “El problema es que la gente se apaña con 500 euros de él y de la mujer. Luego hacen cuatro chapuzas y arreglos por aquí y viven mejor que nadie. Esta gente no quiere que la des de alta porque dejarían de percibir el subsidio y la burocracia se los comería: ir al Sexpe a perder la mañana, la cotización… Ellos ven que 30 peonadas en un año las juntan bien y solo quieren las altas justas para cobrar”.
Álvarez subraya que todavía no sabe si este año los empresarios de la viña de Badajoz tendrán problemas para recoger la uva, aunque prevé que sí. “Es un problema político, vivimos en una burbuja de paro”, sostiene. “Si solicito trabajadores al servicio de empleo, son tan lentos que a lo mejor me los mandan el día en que termino la vendimia. Y luego está la gente que te viene. Muchos no quieren trabajar. ‘Si no quieres trabajar, entonces qué pintas aquí’, les dices. Solo quieren sellar. Ten en cuenta que el 90% de las personas apuntadas al servicio de empleo son amas de casa cobrando el subsidio. Contratar temporeros por el servicio de empleo es cada vez más difícil. Con un 30% de paro tendríamos un conflicto social, pero como vivimos en una burbuja de paro, las familias van sobreviviendo”.
“Hace unos años, cansados de esta situación, propusimos al Ministerio de Trabajo hacer contrataciones en origen en Ucrania o en Rumanía. Hacer entrevistas y traernos a 500 personas o las que sean para vendimiar o coger la ciruela, pero el ministerio nos dijo que cómo iba a aprobar eso en regiones con un 25% de paro, que no era sensato. Así que los empresarios se encuentran con las manos atadas, no tienen mano de obra en España y no pueden contratar en origen”, protesta por su parte Cortés.
Las peonadas se terminan cubriendo con “un 80% de mano de obra extranjera”, afirma Álvarez. “Son trabajadores nómadas, la mayoría rumanos, son los únicos que puedo contratar para la vendimia. Los que tengo vienen de Valladolid de la campaña del ajo, otros de la fresa de Huelva, otros de Ciudad Real… están dos meses y al terminar aquí se van a Córdoba y a Jaén a recoger la aceituna, y luego en diciembre o enero se vuelven a Rumanía un par de meses, se llevan el dinero que han hecho en España y se construyen unas casas que alucinas. Luego vienen otra vez en primavera y hasta que empiezan a trabajar subsisten como puedes, algunos delinquiendo que allí donde caen tienen problemas”, resume.
Muchos de estos trabajadores extranjeros se aprovechan también del sistema. Cumplen con sus 40 o 50 peonadas y se pasan el resto del año en Rumanía o Marruecos cobrando mensualmente de la Seguridad Social.
Desde CCOO también admiten que algo falla, aunque con matices: “¿Cómo vas a estar motivado para hacer un trabajo tan duro como el del campo por 38 euros, a los que luego tienes que restar el bocadillo y el combustible que el empresario tiene obligación de pagar y no paga para acabar cobrando 28 euros reales por seis horas y medio de trabajo físico? Solo aceptan los extranjeros en situación más vulnerable. Trabajan el padre, la madre y el hijo hasta por la tarde y ya sabemos lo que sucede con estas historias”. Desde la Comunidad de Labradores de Almendralejo responden: “Se pagan entre 50 y 55 euros porque no hay mano de obra. Trabajas seis horas y media y a la una de la tarde te vas. Es mentira que se trabaje de sol a sol o que no tengan tiempo para comer el bocadillo”. Realidades paralelas según a quién se pregunte.
"¿Cómo vas a estar motivado para hacer un trabajo tan duro como el del campo por 28 euros?", critican desde CCOO
“Esto a quien verdaderamente perjudica es a los trabajadores que van legalmente, porque a estos resulta que cuando acaban de trabajar ya no queda dinero del plan de empleo porque se lo han terminado los otros que ni se mueven. Y la gente legal queda de tonta. Si en lugar de 500 euros al mes de paro durante todo el año hubiera seis meses sin subsidio, por ejemplo de abril a octubre, y otros seis meses, los de invierno, en los que los subsidios fueran de 900 euros, incentivaríamos el empleo en el campo y la Administración gastaría lo mismo. Esto se lo hemos dicho a los sindicatos y no han querido escucharnos. Y los partidos políticos no quieren atajarlo porque se juegan los votos”, dice Cortés. Sin embargo, el responsable de sector agrario de CCOO no ve mal segmentar el subsidio en tramos en función de las necesidades del campo. Un buen punto en común para empezar a resolver este conflicto enquistado.
Un jornalero tiene varias maneras de decirle sutilmente al empresario que prefiere quedarse en casa cobrando el subsidio agrario en lugar de salir al campo a trabajar. La forma más directa es preguntar el primer día de faena: "¿de verdad quieres que venga a trabajar?". Ahí el agricultor ya sabe que debe tachar con una cruz ese nombre y mandarlo para casa. Otra forma menos sutil es no decir nada y empezar a recoger mal la fruta. Tirarla al cesto de mala manera, recolectar frutos todavía verdes… hasta que el agricultor se da cuenta y dice "¡para, para! vete para casa si quieres". A veces no hace falta que el jornalero acuda al tajo. En las entrevistas previas a la gente que ha seleccionado el servicio público de empleo, el agricultor pregunta: "¿Seguro que quieres trabajar?". O el candidato se adelanta y responde de malas maneras para ser descartado.