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España se sitúa a la cola entre los países que menos incentivan fiscalmente el ahorro
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Apenas se desgrava un 16% de las aportaciones

España se sitúa a la cola entre los países que menos incentivan fiscalmente el ahorro

Es el sexto país de la OCDE con menores incentivos fiscales para el ahorro en planes de pensiones, lo que contrasta con el bajo nivel de ahorro de la sociedad española

Foto: Manifestación de pensionistas en Bilbao. (EFE)
Manifestación de pensionistas en Bilbao. (EFE)

A nadie se le escapa que las pensiones son uno de los mayores retos que tienen los países desarrollados, máxime cuando tienen una esperanza de vida muy alta, como es el caso de España. De ahí la alarma social surgida en los últimos años sobre el futuro del sistema público de pensiones. Sin embargo, a pesar de la preocupación de la sociedad, los datos muestran que España sigue siendo uno de los países desarrollados que menos ahorra, ya sea para la jubilación, para tener un ‘colchón’ ante imprevistos o simplemente para gastarlo en el futuro.

En resumen, en España coexisten tres problemas que se afectan mutuamente: el demográfico, el del ahorro (tanto público como privado) y el de la inacción de los políticos para afrontar los problemas estructurales del país. En este contexto complicado para las familias, se encuentran con que España es uno de los países desarrollados que menos estimula el ahorro a largo plazo por la vía fiscal, esto es, con reducción de impuestos. Según los datos de la OCDE, los españoles consiguen ahorrarse en el IRPF en torno al 16% de todo el ahorro destinado a fondos y planes de pensiones, el sexto más bajo del ‘club de países desarrollados’.

Foto: Imagen: EC.

Con este contexto, no es extraño que España sea uno de los países con menor tasa de ahorro de los hogares, que apenas llega al 4,4% de su renta disponible. Y este dato no incluye el gasto en inversión (compra de vivienda) y tampoco el desapalancamiento (pago de hipotecas y créditos). En definitiva, los hogares consumen la mayor parte de su renta anual, pese a que esta va en aumento.

Es cierto que muchas familias no pueden guardar nada por los bajos salarios y la precariedad, pero no lo es menos que en los últimos cuatro años la renta de los hogares ha crecido con fuerza y, a pesar de eso, la tasa de ahorro ha ido cayendo hasta mínimos. La literatura económica ha demostrado en multitud de ocasiones que la renta de las familias no es el único factor que determina la tasa de ahorro, sino que juega un papel fundamental la confianza: si los agentes económicos consideran que en el futuro les irá bien, no tendrán problemas en reducir su nivel de ahorro y destinarlo al consumo.

[Regreso a 2007: los españoles disparan su gasto y ahorran la mitad que los europeos]

Una opción para fomentar el ahorro de las familias es establecer incentivos fiscales en el IRPF para las aportaciones a vehículos de ahorro a largo plazo, en especial los planes de pensiones privados. Estos incentivos fiscales han demostrado ser efectivos en muchos países, ya que el contribuyente percibe el ahorro de impuestos inminente, aunque en realidad se trate de un diferimiento, porque el plan de pensiones tributa como si fuese una renta del trabajo cuando se rescata. De esta forma, la pensión privada se suma a la pública y todo esto afecta al pago del IRPF una vez que el beneficiario se ha jubilado.

En el vagón de cola

Según los datos de la OCDE, los españoles se ahorran, a lo largo de su vida laboral, en torno al 16% de sus aportaciones a los planes de pensiones (dato calculado para las aportaciones de las clases medias). Muy lejos quedan los países punteros de la OCDE que son, al mismo tiempo, los que tienen pensiones públicas más precarias. Es el caso de Israel o México, que permiten ahorrarse más del 50% de las aportaciones, o EEUU, donde el incentivo fiscal alcanza el 41%.

Foto: Oficina de la Agencia Tributaria. (EFE)

Pero España también es una anomalía en comparación con Europa, donde sí existen sistemas de protección social muy avanzados. Por ejemplo, en Francia el ahorro llega al 28%, casi el doble que en España; en Italia se sitúa en el 29%; en Portugal, en el 25% y en Alemania, en el 21%.

La fotografía es idéntica para las dotaciones elevadas o reducidas. Aporten lo que aporten las clases medias españolas, el resultado es que el ahorro fiscal es muy reducido en comparación con otros países desarrollados. Esto explica, en parte, por qué España tiene muy poco ahorro privado para la jubilación a pesar del temor de la sociedad por la evolución futura del sistema público de pensiones.

La situación es similar también para todos los niveles de renta. Esto es, las personas que ingresan cuatro veces más que el salario medio tienen un ahorro fiscal del 21% de sus aportaciones, también a la cola de la OCDE. En este caso sí es cierto que el sistema se vuelve regresivo, ya que son quienes más ingresan los que consiguen un tratamiento fiscal más favorable. Es importante tener en cuenta que en todos los casos el porcentaje de ahorro se calcula sobre el total de aportaciones (medido como el valor presente de todas las aportaciones y su rentabilidad).

Esta ausencia de incentivos al ahorro tiene que compensarse con una política efectiva sobre las pensiones públicas que garantice para las generaciones futuras ingresos suficientes y un sistema solvente. Actualmente, no solo no existe ahorro público, sino que las administraciones siguen en déficit, lo que aumenta el montante de deuda y complica el futuro para las próximas décadas. De ahí que sea urgente una política eficaz para las pensiones, de lo contrario, el riesgo de que exista una generación de mayores con bajos recursos es muy elevada.

A nadie se le escapa que las pensiones son uno de los mayores retos que tienen los países desarrollados, máxime cuando tienen una esperanza de vida muy alta, como es el caso de España. De ahí la alarma social surgida en los últimos años sobre el futuro del sistema público de pensiones. Sin embargo, a pesar de la preocupación de la sociedad, los datos muestran que España sigue siendo uno de los países desarrollados que menos ahorra, ya sea para la jubilación, para tener un ‘colchón’ ante imprevistos o simplemente para gastarlo en el futuro.

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