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China debilita al yuan para luchar contra su crisis y pone en alerta a la economía mundial
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medida histórica del gigante asiático

China debilita al yuan para luchar contra su crisis y pone en alerta a la economía mundial

La decisión de Pekin de devaluar su divisa y desligarla del dólar incrementa la presión sobre los mercados emergentes y los países productores de materias primas y exporta deflación a Occidente

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Estados Unidos entendió que ya era suficiente. Su presidente, Richard Nixon, liberó el 15 de agosto de 1971 las ataduras que su divisa, el dólar, había mantenido con el oro desde los años 40. "Debemos defender al dólar contra los especuladores. Hemos decidido suspender temporalmente la convertibilidad del dólar en oro u otros activos de reserva", proclamó. Con estas palabras, no solo quitó las cadenas al dólar y salió en defensa de la economía estadounidense, sino que oficializó el desmoronamiento del sistema financiero surgido de los Acuerdos de Bretton Woods e inauguró una nueva era con cambios fluctuantes en las divisas.

Cuarenta y cuatro años después, agosto ha vuelto a acoger una gran decisión cambiaria. El protagonista ha sido otro, China, pero el fondo es el mismo: librar a su divisa, el yuan, de corsés y recuperar así su control para, de ese modo, ayudar a su economía. El problema es que ayudar a la suya puede poner en peligro la de otros. "En el mejor de los casos será un juego de suma cero: lo que es bueno para el crecimiento en China desafortunadamente es malo para todos los demás", advierte Bill McQuaker, de la gestora Henderson Global Investors.

Un nuevo tiempo

Ese "todos los demás" no es gratuito. La maniobra que anunció China este martes con su divisa es una de esas medidas con capacidad de remover los cimientos mundiales y, como ocurrió en 1971, alumbrar un nuevo tiempo. ¿Pero qué es lo que ha hecho exactamente China? Un dos en uno, porque de una tacada buscó dos impactos, uno de impacto a largo plazo y otro de efectos inmediatos.

El primero de ellos, el de largo alcance, consiste en que anunció que, en adelante, el tipo de cambio del yuan estará más determinado por el mercado y menos por las autoridades chinas. O lo que es lo mismo, que el país abandonará definitivamente su vinculación con el dólar. En este sentido, habrá que ver si esta vez verdaderamente rompe con el dólar. En julio de 2005 ya dijo que iba a hacerlo, pero luego no ha sido así y el billete verde ha seguido siendo su referencia.

China aspira a que el FMI acepte ya al yuan en la elite de las divisas mundiales, junto al dólar, el euro, la libra y el yen, para convertirlo en moneda de reserva

Al conceder más protagonismo al mercado, Pekín presenta las credenciales para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) introduzca en los próximos meses al yuan en la cesta de monedas que tiene como referencia para la unidad de cuenta -el dinero- que usa el organismo multilateral, que se llama Derecho Especial de Giro (SDR, en inglés). Ese paso supondría meter al yuan en la elite de las monedas globales, junto con el dólar, el euro, la libra esterlina y el yen japonés, y sería clave para que la divisa china sea vista ya como una alternativa real para convertirse en una divisa de reserva y comenzar a disputar la hegemonía del dólar. Por eso esta medida puede conducir a una nueva era.

Pero es que, ya puestos, Pekín aprovechó para desligar al yuan del dólar en un momento en el que el mercado cree -al menos, eso expuso el banco central chino- que la divisa china debería estar más débil. Por eso, la promesa de un yuan más libre se combinó con la mayor caída de esta moneda contra el dólar en un solo día desde 1994, que fue cuando China instauró un nuevo régimen cambiario, para lo cual devaluó su moneda un 30% el 1 de enero de ese año. Este martes, el yuan perdió un 1,9% de su valor contra el dólar, hasta los 0,158 dólares, su cambio más bajo desde 2012. A la inversa, el dólar se apreció hasta los 6,325 yuanes.

Todos en guardia

Este segundo impacto, el de efecto inmediato, es el que ya ha puesto a la economía mundial en guardia. Todos los países, cada uno en su medida, temen los efectos que pueden sufrir. Los desarrollados, porque un yuan más débil y unos productos chinos más baratos equivalen a que el gigante asiático exportará deflación al mundo. Es decir, el mismo escenario que ya se vio a comienzos del siglo XXI y que fue clave en los excesos y desequilibrios que trajeron la crisis porque, sin inflación a la vista, los bancos centrales mantuvieron los tipos de interés más bajos de lo conveniente durante más tiempo del deseado.

Los vecinos asiáticos de China, como Corea del Sur, Singapur, Malasia o Tailandia, porque temen perder competividad con respecto a un contrincante tan duro como el gigante asiático. Y los países emergentes, como Rusia o Brasil, y los productores de materias primas, Canadá, Australia, Nueva Zelanda o Noruega, porque con un yuan más débil, la demanda china de materias primas se resentirá porque le saldrá más caro comprarlas. Y la economía de varios de ellos, como la brasileña o la rusa, ya se encuentran en recesión, en tanto que otras, como la canadiense o la australiana, están recibiendo renovados estímulos monetarios para evitar que su enfriamiento degenere en recesión.

Los países desarrollados temen el efecto deflacionista de la medida; los emergentes y los productores de materias primas, que agrave su debilidad económica

Esta acumulación se dejó sentir en los mercados financieros. De principio a fin. De un activo a otro. El euro, confirmando su condición de divisa de financiación y que, por tanto, se fortalece cuando manda la desconfianza, fue la divisa más fuerte. En su caso, su apreciación contra el yuan fue del 2,6%, hasta los 6,98 yuanes. Pero es que también subió un 0,2% contra el dólar, hasta los 1,104 dólares; un 0,4% contra el yen japonés, hasta los 137,9 yenes; más de un 1% contra el dólar canadiense, la corona noruega, el rand sudafricano, el peso mexicano, la rupia india, el ringgit malasio, el dólar de Singapur o el dólar taiwanés; y un 2% o más contra el baht tailandés, el rublo o el real brasileño.

Ante el impacto que puede tener en la economía y con la sensación de que la situación de China tiene que ser grave para que Pekín haya adoptado ahora esta medida, las ventas se adueñaron de las bolsas, con caídas comprendidas entre el 1% y el 3% en los principales índices mundiales, y de las materias primas. El petróleo, de nuevo, fue el protagonista. El barril Brent, de referencia en Europa, cedió un 3%, hasta los 49 dólares, y el estadounidense WTI se abarató casi un 4%, hasta los 43,2 dólares, el precio más bajo en seis años. Entre las materias primas agrícolas, como el trigo o el maíz, los descensos también rondaron el 3%, y lo mismo le ocurrió al cobre.

En cambio, las compras se impusieron en la deuda pública. Y es lógico. En un mundo con China exportando deflación, las subidas de los tipos de interés se retrasarán y serán menos pausadas, algo que incrementa el valor de los bonos actuales. De ahí que su precio subiera y su rentabilidad bajara, ya que el rendimiento baja cuando el precio de los títulos sube. El interés de los bonos estadounidenses a 10 años pasó del 2,23 al 2,13%; el de los británicos, del 1,92 al 1,82%; y el de los alemanes, del 0,69 al 0,63%.

Cansado del dólar

La clave para saber si los temores asociados a estas reacciones están justificados residirá en si la devaluación del yuan irá a más o si se queda en el 2% de este martes. Si ocurre lo primero, los inversores estarán en lo cierto al tener miedo y se demostrará que China, más que querer liberalizar su divisa, está tan preocupada por su economía que abre una nueva batalla en la guerra de las divisas para estimular sus exportaciones. Si pasa lo segundo, certificará que, en efecto, su auténtica pretensión es dar un nuevo paso hacia la conversión del yuan en una moneda de reserva.

"Este movimiento podría exacerbar las fugas de capitales y crear presiones bajistas adicionales sobre el yuan. Creemos que el riesgo de una depreciación adicional de la divisa china existe", valoran desde Nomura. "Probablemente, es la anticipación de más intervenciones, puesto que el yuan permanece mucho más fuerte que otras monedas emergentes", coinciden desde Royal Bank of Scotland (RBS).

Por el contrario, desde Schroders no prevén una intensa depreciación del yuan. "No creemos que el objetivo primordial de la medida sea proporcionar estímulos a los exportadores", discrepan. "No es el final de la intervención por parte de las autoridades chinas", añaden para matizar que Pekín seguirá actuando en caso de que las presiones bajistas sobre el yuan arrecien. "Consideramos que China no ha dado un primer paso en una guerra de divisas. Sólo ha ajustado su valor con retraso respecto a lo que hubiera hecho una cotización libre sin que podamos descartar más devaluaciones en el futuro", matizan igualmente desde Intermoney.

Suiza rompió en enero el anclaje con el euro para no verse arrastrado por el BCE; China lo hace en agosto con el dólar para no verse arrastrado por la Fed

Por el momento, lo cierto es que China ha querido desligar al yuan del dólar para evitar que su moneda se siga contagiando de la fortaleza del billete verde. Como el propio banco central reconoce en uno de los comunicados de que difundió, "el dólar se está fortaleciendo, mientras el euro y el yen están debilitándose", y como el yuan ha seguido los pasos del dólar, también afirma que "el tipo de cambio del yuan también está fuerte".

Es decir, Pekín ha venido a reconocer que ya ha tenido suficiente. De forma similar a lo que Suiza hizo en enero, cuando rompió el anclaje del franco suizo con el euro para no tener que imitar lo que hiciera el Banco Central Europeo, el gigante asiático ha querido romper con el dólar ahora que se acerca el momento en que la Reserva Federal subirá los tipos de interés, con la consiguiente posibilidad de que el billete verde aún se aprecie más. Ante el riesgo de verse arrastrado por el dólar en ese escenario, las autoridades chinas han roto esa vinculación.

De ese modo, dejan el camino más despejado para que el yuan pueda caer haga lo que haga el dólar, con lo que recuperan a la divisa como un poderoso aliado en un contexto en el que la economía china se está enfriando por momentos. Con un crecimiento menos vigoroso, al que se suman las medidas expansivas que Pekín ha aplicado en las últimas semanas para contener la caída de la bolsa y el enfriamiento económico, la posibilidad de que la dinámica de la oferta y la demanda presionen a la baja sobre el yuan será mayor. Y Pekín lo ha dejado claro. Ahora escuchará más al mercado.

Estados Unidos entendió que ya era suficiente. Su presidente, Richard Nixon, liberó el 15 de agosto de 1971 las ataduras que su divisa, el dólar, había mantenido con el oro desde los años 40. "Debemos defender al dólar contra los especuladores. Hemos decidido suspender temporalmente la convertibilidad del dólar en oro u otros activos de reserva", proclamó. Con estas palabras, no solo quitó las cadenas al dólar y salió en defensa de la economía estadounidense, sino que oficializó el desmoronamiento del sistema financiero surgido de los Acuerdos de Bretton Woods e inauguró una nueva era con cambios fluctuantes en las divisas.

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