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Draghi lucha contra el reloj para que la deflación no 'japonice' la Eurozona
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los precios se enfrían en la eurozona

Draghi lucha contra el reloj para que la deflación no 'japonice' la Eurozona

La Eurozona aún no está en deflación. Pero lo estará. Por eso, y para prevenirlo, el BCE actuará con prontitud, porque Mario Draghi teme llegar con retraso

Foto: El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi

Ya está. Tras más de un año enfriándose, los precios ya están en negativo en la Eurozona. En diciembre, y según el dato avanzado por Eurostat, cayeron a un ritmo interanual del -0,2%. No estaban por debajo del 0% desde 2009, con lo que la conclusión está servida: estos datos incrementan la presión para que el Banco Central Europeo (BCE) dispare pronto más medidas expansivas con las que luchar contra las presiones deflacionistas que arrecian en la región.

Pero eso es lo que dice el trazo grueso, el que deduce que automáticamente una tasa negativa ya supone que la deflación, esto es, la caída general y continuada de los precios, ya está aquí. Sin embargo, un trazo fino introduce matices que no conviene pasar por alto y que, precisamente, complican la actuación del presidente del BCE, Mario Draghi.

El primero de esos matices lo aporta la inflación subyacente, es decir, la lectura que prescinde de los precios energéticos, de los alimentos frescos, del alcohol y del tabaco porque son más volátiles y distorsionan la visión sobre la marcha del coste de la vida. En contraste con la inflación general, que descendió del 0,3% de noviembre a ese -0,2%, la subyacente subió una décima en diciembre, del 0,7 al 0,8%.

Este dato pone de relieve dos cuestiones. La primera, que la caída de la inflación responde fundamentalmente a la energía –los productos energéticos fueron los que más se abarataron el mes pasado, con un descenso del 6,3%– como resultado de la fuerte caída del petróleo. En diciembre, el barril Brent, de referencia en Europa, bajó un 18% y registró un precio medio, traducido a la divisa europea, de 51,4 euros, un 36% por debajo de la media del mismo mes de 2013.

Y esto es un problema para Draghi porque el comportamiento del petróleo está totalmente fuera de la jurisdicción del BCE. De hecho, la entidad cometió el que para muchos ha sido el mayor error de su historia en 2008, cuando subió los tipos de interés del 4 al 4,25% en julio, con la crisis ya en marcha y apenas dos meses antes de la quiebra de Lehman Brothers, porque se cebó con una inflación que estaba en el 4% debido a que el petróleo estaba en máximos históricos, con el Brent rozando los 150 dólares. A finales de ese año, el petróleo estaba en los 45 dólares, la inflación se limitaba al 1,6% y el BCE reculó a toda prisa para bajar los tipos al 2,5%.

En cuanto a la segunda cuestión que proporciona la inflación subyacente consiste en que, por el momento, no se puede hablar de deflación de la mala, de la provocada por la ausencia del consumo. Por ahora, lo que hay es una caída de los precios por el abaratamiento de los costes a partir de una materia prima fundamental, como es el petróleo. Y esta situación genera una desinflación o enfriamiento de los precios que respalda la recuperación porque mete más dinero en el bolsillo de los hogares y las empresas.

"Hay pocos signos de que la economía europea esté llegando a ser más deflacionaria. La confianza de los consumidores sigue siendo razonablemente alta y las expectativas de inflación no han caído a niveles significativamente bajos", matiza al respecto Azad Zangana, economista europeo de Schroders. Y añade: "Las compras al por menor se han mantenido firmes, sugiriendo que los hogares no están posponiendo su gasto para aprovecharse de la caída de los precios".

Entonces, ¿hay deflación o no? ¿Actuará pronto el BCE o no? No, por ahora no hay deflación de la mala... pero la habrá, como si se tratara de una profecía autocumplida. Y como eso es lo que asusta a Draghi, actuará lanzando el esperado programa de expansión cuantitativa (QE) que incluya ya la compra de deuda soberana. Es decir, pondrá en circulación más euros con la intención de revitalizar el crédito, la inversión y el consumo y, con todo ello, fabricar inflación. ¿Cuándo lo hará? El mercado descuenta ya que a las primeras de cambio, en la reunión inaugural de 2015, que tendrá lugar el 22 de enero.

En el fondo, lo que Draghi teme es llegar tarde y dejar que la deflación se cueza a fuego lento delante de sus ojos. Porque la frontera entre una conveniente dosis de desinflación y la deflación es lo suficientemente delgaday difusa como para confiarse. Como también observa Zangana, "el bajo nivel de inflación incrementa por sí mismo el riesgo de deflación, porque muchos precios administrados están vinculados a ese dato".

Porque, a diferencia de 2009, que fue la última vez que los precios se adentraron en terreno negativo, la inflación lleva mucho tiempo avisando. Hace cinco años, apenas estuvo por debajo del 1% tres meses antes de caer en negativo; ahora, acumulaba ya 14 meses por debajo del 1%; y hace cinco años, la inflación subyacente nunca estuvo por debajo del 1%, cuando ahora acumula ya ocho meses bajo esa cota.

Draghi quiere actuar para intentar revertir la deriva bajista de los precios y lanzar un claro mensaje a los agentes económicos. Aunque, como él mismo ha reconocido en varias ocasiones, la política monetaria no es todopoderosa, con el QE quiere provocar un chispazo en la economía de la región. "El QE podría estabilizar las expectativas de inflación, el principal catalizador de la inflación", valora Samy Chaar, economista jefe de Lombard Odier.

Porque, además, su mandato le empuja a actuar. El BCE fue programado para defender la estabilidad de los precios. Y este mandamiento es simétrico. Descansa en el objetivo de garantizar que la inflación se mueva por debajo, pero cerca, del 2% a medio plazo, con lo que debe evitar tanto una inflación muy superior al 2% como el fenómeno contrario, la deflación o caída de los precios. Como con los tipos ya ha llegado hasta donde ha podido, puesto que en septiembre los redujo al 0,05%, todo lo que quiera hacer ya pertenece al terreno no convencional, como incrementar el balance del BCE mediante la compra de bonos que meta más euros en la economía. Y en eso consiste el QE.

El banquero italiano defenderá el carácter simétrico de este mandato para actuar. E incluso puede aferrarse a que el alto desempleo también supone una amenaza deflacionista adicional. Eurostat también anunció ayer que la tasa de paro de la región se encuentra en el 11,5%, todavía cerca del máximo histórico del 12% y por encima del 7,5% previo a la crisis.

Y si aún necesita más argumentos, recurrirá al más gráfico de todos. Expondrá el caso de Japón, que lleva más de una década luchando contra la deflación. En la medida que pueda, intentará que la Eurozona no se japonice. Aún más.

Ya está. Tras más de un año enfriándose, los precios ya están en negativo en la Eurozona. En diciembre, y según el dato avanzado por Eurostat, cayeron a un ritmo interanual del -0,2%. No estaban por debajo del 0% desde 2009, con lo que la conclusión está servida: estos datos incrementan la presión para que el Banco Central Europeo (BCE) dispare pronto más medidas expansivas con las que luchar contra las presiones deflacionistas que arrecian en la región.

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