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"Y créanme, será suficiente": el muro de contención de Draghi sigue en pie un año después
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PRIMER ANIVERSARIO DEL HISTÓRICO DISCURSO DE LONDRES

"Y créanme, será suficiente": el muro de contención de Draghi sigue en pie un año después

"Dentro de nuestro mandato, estamos preparados para hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente". Estas palabras fueron pronunciadas en Londres

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"Y créanme, será suficiente": el muro de contención de Draghi sigue en pie un año después

"Dentro de nuestro mandato, estamos preparados para hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente". Estas palabras fueron pronunciadas en Londres el 26 de julio de 2012. Y ahora, cuando están a punto de cumplir un año, siguen resonando en los mercados financieros. No es para menos. Las dijo quien debía hacerlo, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), y las lanzó en un momento crítico, con el euro contra las cuerdas, para levantar un muro de contención que defendiera el proyecto de la Unión Económica y Monetaria (UEM).

¿Tuvo éxito? Sin duda, de ahí que ese mensaje continúe tan presente. Y lo tuvo porque ese compromiso fue la semilla que poco tiempo después germinó en una nueva iniciativa: el lanzamiento a comienzos de septiembre de un nuevo programa de compras de deuda pública (OMT, en sus siglas en inglés). Con él, el BCE ofrecía comprar de forma ilimitada en el mercado secundario la deuda pública entre 1 y 3 años de los países que pidieran el rescate a Europa. Casi 11 meses después, la OMT aún no ha entrado en vigor; pero no ha hecho falta. Su sola presencia ha bastado para ejercer un efecto disuasorio en el mercado y rebajar la tensión sobre los bonos periféricos y, por extensión, sobre el euro.

Menos presión

La combinación del mensaje de Londres y la OMT ha reducido en muchos grados la presión que venía sufriendo la Eurozona, que hace un año era límite, sobre todo en casos como el de España. Un repaso a los datos evidencia la huella de la maniobra ejecutada por Draghi. Desde el cierre del 25 de julio, la rentabilidad de los bonos españoles a 10 años se ha moderado en un 37%, hasta el 4,68%; la de los italianos, un 32%, hasta el 4,39%; la de los portugueses, un 41%, hasta el 6,77%; y la de los griegos, un 63%, hasta el 10,16%. Incluso los bonos franceses han descendido, para pasar del 2,28 al 2,18%. El contrapunto lo pone el bund alemán, cuyo rendimiento ha subido en el mismo periodo del 1,26% al 1,51%.

Al rebufo de este comportamiento, las primas de riesgo, que miden la diferencia entre los rendimientos de los bonos a 10 años de los distintos países con respecto al bund germano, se han estrechado con fuerza. La española, un 48%, hasta los 316 puntos básicos; la italiana, un 45%, hasta los 287 puntos básicos; la portuguesa, un 48%, hasta los 525 puntos; la griega, un 67%, hasta los 865 puntos; y la francesa, un 35%, hasta los 66 puntos básicos.

Y la misma secuencia se ha visto en los seguros contra el impago (CDS) de los distintos países. El descenso más abultado se ha dado en el seguro de Grecia, con una caída del 92%, hasta los 1.369 puntos básicos. El irlandés ha bajado un 63%, hasta los 158 puntos; el español, un 56%, hasta los 276 puntos; el italiano, un 51%, hasta los 274 puntos; y el portugués, un 43%, hasta los 508 puntos.

En el caso de España, las palabras de Draghi han tenido más efectos balsámicos. Su mensaje, asentado con la OMT, ha permitido que los inversores extranjeros hayan regresado a la deuda pública. Desde finales de agosto, y hasta abril, habían incrementado su cartera de deuda del Estado en casi 50.000 millones de euros, hasta los 222.938 millones, el volumen más alto desde 2010. Además, el parapeto del BCE ha permitido que las empresas y los bancos españoles hayan podido regresar al mercado para financiarse mediante la emisión de deuda.

Costuras reforzadas

Con estos efectos, el BCE ha conseguido en parte su propósito de reducir la fragmentación financiera que la crisis ha abierto en la Eurozona. Por tanto, su plan ha servido para reforzar las costuras del euro. Hace un año su viabilidad estaba puesta en entredicho; ahora, y a partir de aquellas palabras, las dudas se han disipado. Como muestra, la evolución de la divisa europea. Desde el 25 de julio de 2012, se ha apreciado un 8% contra el dólar, hasta los 1,313 dólares. Es más, al calor de la renovada confianza generada por el banquero italiano, en ese periodo también se ha fortalecido contra el resto de las principales monedas del mundo.

Con las tensiones sobre la deuda moderadas y el euro reforzado, la renta variable europea también ha cogido aire gracias a la chistera de Draghi. Y entre los principales índices de la Eurozona, el más beneficiado ha sido el Ibex 35 español. Desde el 25 de julio, cuando coqueteaba con los 6.000 puntos, ha rebotado un 32% y actualmente ronda los 8.000 puntos. En los demás, el premio no ha sido mucho menor, puesto que el EuroStoxx 50, el Cac 40 francés, el Dax alemán y el FT Mib italiano han escalado entre un 25% y un 30% en el mismo periodo.  

Medidas y más ‘trucos’

Pero, consciente de que el compromiso adquirido en Londres y de que el efecto disuasorio de la OMT pueden desgastarse con el tiempo, Draghi ha dado continuidad a sus actuaciones. En los últimos meses, y para sellar algunas de las grietas por las que comenzaba a regresar la desconfianza, ha puesto en marcha otras medidas. En mayo redujo los tipos de interés hasta el mínimo histórico del 0,5% y esta semana ha suavizado las condiciones que exige en sus operaciones de financiación a los bancos con el objetivo de reactivar el crédito a las pequeñas y medianas empresas (pymes).

Además, Draghi ha vuelto a probar suerte con otro truco; es decir, recurriendo a la comunicación, y no a medidas concretas, como herramienta monetaria. Lo hizo en la reunión de política monetaria de julio, cuando, por primera vez en la historia de la entidad, definió un calendario para los tipos de interés. Hasta entonces, el BCE nunca había anticipado sus intenciones futuras sobre el precio del dinero. "Nuestra política monetaria seguirá siendo acomodaticia tanto tiempo como sea necesario. El Consejo de Gobierno espera que los intereses continuarán en el nivel actual o incluso más bajos durante un extenso periodo de tiempo". El BCE nunca antes había lanzado un mensaje así, otra muestra de que iba en serio con las palabras lanzadas hace un año

Retos pendientes

Ahora bien, con aquel compromiso de "hacer lo que sea necesario" para proteger el euro Draghi también asumió riesgos. El principal, desincentivar la adopción de reformas estructurales por parte de las autoridades políticas, tanto nacionales como europeas, al generar el estímulo de que, en caso de extrema gravedad, el BCE siempre acudirá al quite. Este efecto secundario es el que explica, por ejemplo, parte de las críticas del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, a la actuación de Draghi y al lanzamiento de la OMT. Y el que también empuja al propio Draghi a reivindicar, en cada reunión, que los países emprendan las medidas precisas para reforzar su competitividad y generar empleo y que las autoridades europeas aceleren el proceso que desemboque en la Unión Bancaria. Con estas peticiones viene a reconocer que la medicina monetaria, aunque permite ganar tiempo y calmar la fiebre de la crisis, no es suficiente, por sí sola, para curar al enfermo y restaurar el crecimiento.

El Banco Internacional de Pagos, a través de su director general, Jaime Caruana, subrayó estos riesgos en un reciente documento cuyo título, Aprovechar el tiempo prestado, ya delataba su intención de lanzar un aviso a las instituciones monetarias y al resto de los agentes políticos y económicos, tanto públicos como privados. "Los bancos centrales han ayudado a que los sectores público y privado tengan más tiempo para llevar iaa cabo los ajustes necesarios, pero no pueden hacerlos por ellos. Asimismo, esta prórroga implica costes. Al mantenerse el estímulo, aumentan los retos que plantea la normalización de la política monetaria, crecen los riesgos para la estabilidad financiera y se hace más ineficiente la asignación de recursos", advirtió Caurana. 

Los desafíos están ahí. Pero hace un año había poca elección. O alguien levantaba un dique o el euro se rompía. Draghi asumió la responsabilidad de dar ese paso. Levantó un muro de contención que un año después sigue en pie. Como el euro. 

"Dentro de nuestro mandato, estamos preparados para hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente". Estas palabras fueron pronunciadas en Londres el 26 de julio de 2012. Y ahora, cuando están a punto de cumplir un año, siguen resonando en los mercados financieros. No es para menos. Las dijo quien debía hacerlo, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), y las lanzó en un momento crítico, con el euro contra las cuerdas, para levantar un muro de contención que defendiera el proyecto de la Unión Económica y Monetaria (UEM).