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Los riesgos de deflación se aceleran por la caída de los precios industriales
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JUNTO CON LOS DE LAS EXPORTACIONES, YA ESTÁN EN NEGATIVO

Los riesgos de deflación se aceleran por la caída de los precios industriales

Algo se mueve en las tripas de la economía española. Y esta vez no tiene que ver con el déficit público, el paro, el sector exterior

Foto: Los riesgos de deflación se aceleran por la caída de los precios industriales
Los riesgos de deflación se aceleran por la caída de los precios industriales

Algo se mueve en las tripas de la economía española. Y esta vez no tiene que ver con el déficit público, el paro, el sector exterior o la Contabilidad Nacional. En esta ocasión, el movimiento de fondo hay que relacionarlo con la inflación, que de la mano del desplome de la demanda interna y de la caída del petróleo, vuelve a situarse en niveles próximos a cero. Existen, incluso, riesgos claros de deflación (el descenso generalizado del nivel de precios) en las actividades industriales.

Este martes se supo que los precios de las exportaciones españolas están retrocediendo a un ritmo anual del -1,6%. Desde noviembre de 2009 -en plena Gran Recesión- no sucedía algo parecido. Y algo similar sucede con los precios industriales, que en abril cayeron un 0,5%  en términos anuales. También desde noviembre de 2009, los costes que soportan las industrias no se situaban en niveles negativos.

Hay que tener en cuenta que los precios industriales tienden, lógicamente, a influir en el IPC, que mide la evolución de la cesta de la compra: el consumo de los hogares. Pero es que si se tiene en cuenta el índice de precios industriales del mercado interior y exterior, que se obtiene como agregación de ambos índices, presenta una tasa anual del –0,8% en abril, seis décimas inferior a la del mes anterior y la más baja desde hace tres años y medio.

Hay más. Los datos publicados recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan, en concreto, que el índice de precios de consumo descontando los últimos incrementos de la presión fiscal cayó en abril un 0,6% en términos anuales. O un -1% si se excluyen las subvenciones. Es la primera vez que sucede esto desde que el Gobierno ‘reinventó’ el IPC para reflejar la subida de impuestos. Y la tendencia es claramente a la baja. 

La causa no es otra que el deterioro del consumo privado vinculado a la recesión. Pero también la evolución del barril de crudo, que se sitúa ligeramente por encima de los 100 dólares. Por debajo, en todo caso, de los 110 dólares que costó durante el último trienio en media anual. Y esa bajada es la que ahora se recoge por el llamado ‘efecto escalón’.

El IPC se desploma

Esto explica que el servicio de estudios de Funcas haya revisado a la baja sus estimaciones de inflación -medida por el IPC- para los próximos meses. Hasta el punto de que sus economistas calculan que en septiembre el índice de precios de consumo se habrá desplomado hasta el 0,2% en términos anuales, sin duda influido por la evolución de los precios del crudo y por la atonía de la demanda interna. De hecho, la inflación subyacente, que excluye los componentes más volátiles del IPC, se podría situar ese mes en el 1,1%, la tasa más baja también desde la Gran Recesión, cuando la economía llegó a caer un 3,7%.

Este contexto de baja inflación explica, en parte, la evolución de los salarios, también influidos por la situación económica de las empresas y por la propia existencia de más seis millones de parados, que presionan los sueldos a la baja. Los últimos datos sobre negociación colectiva muestran, en concreto, que  el incremento salarial medio pactado en convenio se sitúa en el 0,6%, por debajo de lo que hoy marca el IPC. En el caso de los convenios firmados este año 2013, la subida es incluso inferior, apenas el 0,2%. Y no hay que esperar ninguna subida adicional debido a que pocas cláusulas de garantía van a entrar en vigor con una inflación tan baja.

Quiere decir esto que todos los indicadores (precios industriales, precios de la exportación, IPC y salarios) señalan un escenario a corto plazo de bajísima inflación. Entre otras cosas, porque la recesión que vive media Europa no parece que vaya acabar de forma súbita. De hecho, el martes la OCDE -que reúne a los países más industrializados del mundo- publicó que el IPC creció en abril en términos anuales un 1,3%, la tasa más baja desde el año 2009. Esto significa que la ganancia de competitividad vía precios será, en todo caso, escasa.

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Este contexto de baja inflación es fundamental para el BCE, que ha situado la evolución de los precios como su principal pilar a la hora de articular su estrategia de política monetaria. El hecho de que el BCE mantenga bajos sus tipos de interés es especialmente relevante para un país como España, que es el que más se beneficia de que el Euribor esté en mínimos históricos (por debajo del 0,5%), toda vez que la mayoría de la hipotecas son variables y están referenciadas al tipo que se refleja en el mercado interbancario.

La parte negativa tiene que ver con las ratios deuda/PIB y déficit/PIB, que no podrán beneficiarse del crecimiento del producto interior bruto en términos nominales. Tampoco la recaudación tributaria mediante lo que los hacendistas denominan 'presión fiscal en frío', cuando suben los impuestos al no adecuarse la tarifa del impuesto (que es progresiva) a la evolución de los precios.

Algo se mueve en las tripas de la economía española. Y esta vez no tiene que ver con el déficit público, el paro, el sector exterior o la Contabilidad Nacional. En esta ocasión, el movimiento de fondo hay que relacionarlo con la inflación, que de la mano del desplome de la demanda interna y de la caída del petróleo, vuelve a situarse en niveles próximos a cero. Existen, incluso, riesgos claros de deflación (el descenso generalizado del nivel de precios) en las actividades industriales.

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