Alcaraz repite título: sufre para ganar a Struff y conseguir la corona del tenis (6-4, 3-6, 6-1)
Carlitos tuvo un primer set casi perfecto en el que venció con tranquilidad a su rival. Pero se relajó en el segundo y estuvo cerca de pagarlo caro. El error fue corregido en el tercero
El camino a la gloria es complicado y pesado en ciertas ocasiones. Y en muchas de ellas tiene que ver con el azar o la fortuna, llámelo usted como quiera. Porque por el camino hay mucho tiempo para pararse a pensar, y eso es lo peor que se puede hacer en el tenis. La final estaba ganada desde el primer set, con Carlos Alcaraz a su nivel habitual. Y con un rival incapaz de seguir sus pasos. Pero todo se complicó en el segundo, donde Struff demostró que si había llegado al último partido era por algo. En el tercero, sin embargo, emergió la mejor versión de Carlitos para conseguir su segundo título en La Caja Mágica (6-4, 3-6, 6-1).
Se habla del palco de Bernabéu como el lugar perfecto para hacer negocios. Pero es complicado encontrar un elenco de celebridades mejor que el que se reunió en los palcos del Mutua Madrid Open. Allí hubo desde deportistas hasta políticos, sin saber bien si lo que les interesa es el tenis. O si sólo acuden por aparecer en la prensa y hacer contactos. Todo depende de a quién se le pregunte.
Carlitos comenzó con el juego de los break a las primeras de cambio, pero Struff se lo devolvió enseguida. Quizá fue el preámbulo de un partido marcado por las roturas de servicio. Qué sería del tenis si no las hubiera. Struff mostró una entereza y unas ganas de competir tremendas. Propias y habituales de los alemanes, por cierto.
La dificultad ante Struff
No fue un alemán, pero sí un inglés el que declaró que nunca hay que ceder ante el aparentemente abrumador poderío del enemigo. La frase es de Winston Churchill. Hay personas más preparadas para los tiempos de guerra que para los de paz. Pero en el caso de Carlitos es difícil determinar en qué situación se encuentra más cómodo, si ante rivales temidos o ante los que en apariencia son inferiores. Porque gana igual los partidos, sufra o disfrute.
La comunicación con Juan Carlos Ferrero fue tan fluida como de costumbre. La madurez del niño se demuestra en decisiones como esa: elegir de entrenador al tipo que más le va a exigir porque conoce como nadie los entresijos de la élite del tenis. Alcaraz se refirió en numerosas ocasiones a la cabeza, quizá la pieza que menos controla de su cuerpo. En caso contrario, sería aún más imbatible que ahora.
El regalo de cumpleaños finalmente llegó en modo de título, el segundo consecutivo en Madrid. Con su apodo (Carlitos) y su edad (20 años) quizá parezca el niño de los Alcántara. Pero esto no es Cuéntame. El mundo del tenis es bien distinto al de la calle, pero Alcaraz se mueve en ambos como pez en el agua.
El apoyo del público
Struff se empeñó en justificar el precio de entrada que habían pagado los presentes, porque dejó un segundo set en el que la versión de Alcaraz fue completamente desconocida. Se le vio desconectado, algo que no le hizo ni pizca de gracia a Ferrero. Afortunadamente para sus intereses, fue capaz de corregir el error en un tercer set sin fallos. Ahí estaba la final y él lo sabía. Tras pasarlo mal, uno está muy entero. O eso decía una persona con sabiduría popular, y tristemente fallecida: Arsenio Iglesias.
Madrid vibró como nunca con Carlitos, porque hay pocos lugares en los que se sienta más querido. Su entereza y su espontaneidad no es apariencia, es realidad, porque a veces conviene recordar que sólo tiene 20 años. Y también el gigante palmarés que ya ha cosechado, con cuatro Master 1.000 y un Grand Slam.
El camino a la gloria es complicado y pesado en ciertas ocasiones. Y en muchas de ellas tiene que ver con el azar o la fortuna, llámelo usted como quiera. Porque por el camino hay mucho tiempo para pararse a pensar, y eso es lo peor que se puede hacer en el tenis. La final estaba ganada desde el primer set, con Carlos Alcaraz a su nivel habitual. Y con un rival incapaz de seguir sus pasos. Pero todo se complicó en el segundo, donde Struff demostró que si había llegado al último partido era por algo. En el tercero, sin embargo, emergió la mejor versión de Carlitos para conseguir su segundo título en La Caja Mágica (6-4, 3-6, 6-1).
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