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Rafa Nadal se despide de Madrid, pero siempre le quedará París (5-7 y 4-6)
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Rafa Nadal se despide de Madrid, pero siempre le quedará París (5-7 y 4-6)

El balear sufrió una dura derrota ante Lehecka en los octavos de final. El primer set estuvo muy reñido, pero la rotura del checo cuando se acercaba el 'tie-break' lo dejó helado

Foto: Nadal, durante el partido de octavos. (EFE/Chema Moya)
Nadal, durante el partido de octavos. (EFE/Chema Moya)

No es el colofón esperado, no es un final de ser felices y comer perdices. No es un adiós, porque la leyenda es (y será) eterna. Ha sido un acto de audacia cuando otros hubieran priorizado su cuerpo. Es una eliminación inesperada, porque parecía que lo peor ya había pasado. Es el último partido de Rafa Nadal en el Mutua Madrid Open, y puede que en España. Es una despedida en contra de su voluntad tras ser derrotado por Lehecka (5-7 y 4-6).

"Sólo puedo agradecer a todos quienes en algún momento me han ayudado en mi carrera. No ha terminado aún pero aquí sí. Es un regalo que habéis hecho durante 21 años. Madrid ha sido para mí más importante que un Grand Slam. Las emociones de Madrid se quedan conmigo para siempre", resumió Nadal en la pista Manolo Santana.

Es una lástima que haya podido ser su último partido en España, por los que han sido inmunes a sus proezas y al físico que tuvo. Fue un nuevo ejercicio de estrategia, esa que siempre ha empleado desde que está en activo. Primero, analizar al rival para entender cuál es la mejor manera de atacarlo. O de que se le vieran sus debilidades.

El inconveniente fue que a Lehecka se le vieron pocos defectos, o hizo lo propio para que así fuera. El checo fue un martillo, especialmente en la red, un lugar demasiado alejado para Rafa. Un sitio al que sólo es capaz de llegar a costa de pagar un excesivo peaje para su cuerpo. Una ubicación alejada para un hombre que ya no es una liebre. Tampoco una tortuga, conste.

placeholder Nadal, a su entrada a la pista. (Europa Press)
Nadal, a su entrada a la pista. (Europa Press)

El duro final del primer set

La derrota no impidió que se apreciaran muestras de su fisonomía, por más que Rafa estuviera taciturno y negara tanto o más que san Pedro. Defendía con derechas letales, escondía su saque y movía la pelota de esquina a esquina. En cierto sentido, mostró todo aquello que es consustancial a su figura, a la leyenda que conquistó durante años el tenis.

La decepción llegó en el apretado primer set. Lehecka consiguió la primera y única rotura cuando se avecinaba el tie-break, y Rafa se quedó anonadado. El mazazo fue de tales consecuencias que el checo tardó poco, o nada, en certificar esa victoria parcial, ese triunfo halagüeño. La bestia era domable, aunque en tierra parezca invencible.

La grada se empeñó en darle un aroma de épica, de batalla en la que todavía no había vencedor ni vencido. Pero se antojaba complicado, porque el checo no se inmutaba, seguía con su plan. Continuó parsimonioso tras haber encontrado el punto débil de Rafa, como si él fuera el anfitrión y no estuviera en tierra hostil.

placeholder Rafa festeja en un momento del duelo. (Europa Press)
Rafa festeja en un momento del duelo. (Europa Press)

La audacia de Rafa

El gesto de impotencia de Rafa con la enésima dejada fue el preludio de que el epílogo estaba cerca. El balear se merece, al menos, un capítulo para el agradecimiento. Por los años de disfrute pegados a la tele, jugara en Madrid, Londres o Australia; por enseñar al público que no siempre ganan los mejores, que también se puede vencer desde la inferioridad manifiesta.

El reloj se ha parado en Madrid. Sin embargo, todavía queda camino hasta que se produzca el adiós definitivo. Roland Garros continúa en la agenda, y ya saben que el destino es caprichoso. Xisca no se ha montado en ningún avión, pero Rafa tiene en su mano sugerirle, como Rick a Elsa, que siempre les quedará París.

No es el colofón esperado, no es un final de ser felices y comer perdices. No es un adiós, porque la leyenda es (y será) eterna. Ha sido un acto de audacia cuando otros hubieran priorizado su cuerpo. Es una eliminación inesperada, porque parecía que lo peor ya había pasado. Es el último partido de Rafa Nadal en el Mutua Madrid Open, y puede que en España. Es una despedida en contra de su voluntad tras ser derrotado por Lehecka (5-7 y 4-6).

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