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La brutal imagen desde el vestuario que ya profetizaba el huracán de Rafa Nadal en la final
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UN VENDAVAL IMPARABLE

La brutal imagen desde el vestuario que ya profetizaba el huracán de Rafa Nadal en la final

El tenista español volvió a lograr un nuevo título de Grand Slam que añadir a su palmarés, una victoria que comenzó a gestionar desde el propio vestuario justo antes de la gran final

Foto: Nadal, tras lograr su 14.º Roland Garros. (EFE/EPA/Martin Divisek)
Nadal, tras lograr su 14.º Roland Garros. (EFE/EPA/Martin Divisek)

Se acabaron los calificativos para describir la gesta de Rafa Nadal. El tenista español volvió a levantar sus brazos al cielo de París para celebrar la consecución de su 14.º Roland Garros, una victoria que la sirve para sumar 22 Grand Slam y confirmar por qué es uno de los mejores deportistas de toda la historia. Y lo hizo en una final soberbia, en la que no dio opciones a Casper Ruud en ningún momento... ni tan siquiera desde el momento en que salieron de vestuarios.

A lo largo del torneo, hemos visto posiblemente una de las versiones más sólidas de Nadal, a pesar de los evidentes problemas físicos con los que cuenta. Si no fuéramos conscientes de la gravedad de sus dolencias, podríamos estar hablando de uno de sus mejores momentos en pista: en lo que va de curso, ha ganado 30 partidos, solo ha perdido tres y ya suma cuatro títulos, entre los que se encuentran los dos Grand Slam del Año: Open de Australia y Roland Garros.

Foto: El tenista balear posa con su trofeo. (Reuters/Benoit Tessier)

Pero una imagen ha dado la vuelta al mundo. Tuvo lugar justo antes del comienzo de la gran final, unos minutos antes de que ambos jugadores saltaran a pista. Nadal y Ruud llegaron al pasillo que comunica los vestuarios con la Philippe-Chatrier y, mientras dejan la pista en perfecto estado y presentaban a los contendientes, los dos jugadores terminaban de ultimar sus últimos preparativos antes de la gran batalla. Ahí mismo, Nadal confirmó por qué es un animal competitivo.

Ruud, que era la primera vez que llegaba a la gran final, esperaba de pie en los momentos previos a saltar a pista, tratando de gestionar la tensión y los nervios mientras, mentalmente, intentaba repasar lo que tenía que hacer en pista. Pero, entonces, un huracán apareció a su lado, con una fuerza inusitada y que confirmaba el hambre y las ganas que tenía de volver a hacer historia en pista. Nadal confirmaba que es un jugador hecho de otra pasta.

El español no solo no esperaba quieto a entrar en pista, sino que comenzó a hacer unos ejercicios de calentamiento con una intensidad realmente elevada: saltos, carreras de un lado a otro, esprints, frenadas, cambios de dirección... Nadal mostraba una exuberante puesta a punto desde antes de saltar a la arcilla, unos movimientos que incluso llegaron a impresionar a Ruud, que le miraba con cara de sorpresa ante el despliegue físico del que estaba haciendo gala.

Una vez en pista, se confirmó la máxima: a pesar de los problemas, las dolencias y los condicionantes físicos, el partido de Nadal volvió a ser sobrenatural. Muy mentalizado de qué tenía que hacer, con un poder físico por encima de toda lógica y con un catálogo de golpes solo al alcance de los jugadores de leyenda, el español demostró que este Roland Garros tenía nombre propio: ya está en su vitrina para volver a confirmar que es el rey de la tierra batida.

De hecho, hay un dato que confirma por qué Nadal es el gran dominador mundial de la arcilla. A lo largo de su carrera, el español ha sido capaz de ganar 102 veces a un 'top ten' en esta superficie o, lo que es lo mismo, ha ganado 20 partidos más que si sumamos las victorias del segundo (Novak Djokovic, 48) y el tercero (Ivan Lendl, 44). Casi nada. Ahora, es tiempo de reposar y restañar su maltrecho pie, pero Nadal nos ha vuelto a dar una lección: el esfuerzo nunca se negocia.

Se acabaron los calificativos para describir la gesta de Rafa Nadal. El tenista español volvió a levantar sus brazos al cielo de París para celebrar la consecución de su 14.º Roland Garros, una victoria que la sirve para sumar 22 Grand Slam y confirmar por qué es uno de los mejores deportistas de toda la historia. Y lo hizo en una final soberbia, en la que no dio opciones a Casper Ruud en ningún momento... ni tan siquiera desde el momento en que salieron de vestuarios.

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