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"Nadal tiene la mente más fuerte del deporte". Así consiguió Rafa ser el mejor de la historia
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Desafío a la lógica y... venció

"Nadal tiene la mente más fuerte del deporte". Así consiguió Rafa ser el mejor de la historia

El español ha pasado de andar en muletas a convertirse en el único tenista con 21 Grand Slams. Destruyó al número dos del mundo en una remontada cuando todo parecía perdido

Foto: Nadal posa en rueda de prensa con el Open de Australia. (Reuters/Loren Elliott)
Nadal posa en rueda de prensa con el Open de Australia. (Reuters/Loren Elliott)

Rafa Nadal decidió desafiar a la lógica en el Open de Australia. Al principio del torneo, no había apenas argumentos racionales para pensar que un jugador que hace tan solo seis meses necesitaba muletas para desplazarse podría ganar un Grand Slam donde había tantos candidatos potenciales del calibre de Daniil Medvédev, Alexander Zverev, Stefanos Tsisipas o Matteo Berrettini. No estaban Novak Djokovic ni Roger Federer por distintas razones, algo que hubiese complicado mucho la consecución del título, pero la coyuntura en la que se encontraba Nadal no era para ser demasiado optimista... a menos que seas el propio Rafa Nadal.

Un deportista único en la historia. Alguien capaz de dejar atrás una lesión en el escafoides que amenazaba con retirarlo y de sobreponerse a los posibles efectos derivados de sufrir covid-19 hasta firmar el triunfo más alucinante de su carrera, quizás igualado con desbancar a Roger Federer en Wimbledon en 2008.

Foto: Rafa Nadal. (EFE/Dave Hunt)

No solamente porque este Grand Slam (el 21º, nunca ningún tenista ha poseído tantos) es el que le abre las puertas del trono en el olimpo del tenis de par en par y lo sitúa por encima de sus acérrimos rivales, sino por la manera en que lo ha conseguido. Nadal se comportó en la final igual que en el resto del torneo: de menos a más. No importó que no estuviera al 100% físicamente ni que su adversario (Daniil Medvédev) rozase la excelencia con la raqueta en los dos primeros sets. El ruso estaba absolutamente preparado para ganar el torneo y sumar su segundo 'major', como demostró durante las más de cinco horas que duró la exhibición tenística de Melbourne.

La desdicha del moscovita es que enfrente estaba Nadal. Un deportista cuyas portentosa capacidad atlética y resistencia física solo se ven opacadas por una superlativa mentalidad competitiva. Donde muchos hubiesen bajado los brazos ante el pulpo de 1,98 centímetros de altura que lo devolvía todo como un muro infranqueable, Nadal arriesgó. Donde la mayoría se hubiese dejado ir tras perder un 'tie-break' que podría haber sido un punto de inflexión definitivo, Rafa contestó con el mejor abanico de golpeos. Lo explica Jordi Arrese, excompañero de Nadal en la selección española de tenis: "Rafa tiene una mente fuera de lo normal. Es la mentalidad más fuerte que yo haya visto nunca en un deportista mundial. Lesión, muletas, seis meses fuera, covid, preparación insuficiente... Da igual la edad que tenga, porque sigue haciendo historia".

Nadal nunca se desconectó del partido

El ruso, desesperado por momentos, se enfrentó al juez de silla, harto de que el público 'aussie', volcado con el español, rellenase los silencios habituales del tenis entre saque y saque con comentarios y gritos. Les llamó 'idiotas' y no se cansó de lanzar miradas desafiantes hacia el mismo. Es lo que tiene que Nadal sea querido allá donde vaya. Sin embargo, Rafa siempre estuvo centrado en lo mismo: la bola. Ni una sola queja, ni una sola palabra fuera de tono. Nadal tenía su objetivo clarísimo y no iba a permitir que un factor externo desviase su misión. "Nadal empezó jugando fatal a nivel técnico y táctico y perdió el 'tie-break', pero luego demostró que es un ser brutal y asombroso", añade Arrese, también comentarista de Eurosport.

placeholder El español logró un hito sin precedentes. (Reuters/Asanka Brendon)
El español logró un hito sin precedentes. (Reuters/Asanka Brendon)

De los errores no forzados y un revés cruzado que no entraba pasó a provocar los fallos de un Medvédev superado por las circunstancias. El recital y la variedad del español fueron demoledores, así como su capacidad de superación. A sus 35 años, Nadal sigue recordando a todo el mundo que hay dos reglas básicas a la hora de sentarse a ver sus partidos: la primera es que nunca hay que darle por muerto y la segunda es que dudar de su maestría en los peores momentos es un error. El gran problema de Daniil Medvédev es que Nadal jugó su mejor tenis en el momento más crítico y la superioridad que había demostrado en las primeras dos horas de final se evaporó.

"La lectura de los partidos de Rafa Nadal es extraordinaria e innata. Si él ve un agujero pequeño, se mete y hace un boquete", cuenta Arrese. El extenista remarca que "Nadal tiene una cosa única y es que lucha hasta el final y hasta la última bola de partido. Tiene plan A, plan B y plan C, y siempre acaba viendo la luz al final del túnel. Se habla mucho de su físico, pero en un tenis donde se tira tanto de potencia, él es una mente privilegiada que sabe cómo analizar al rival y encontrar la forma de hacerle el máximo daño posible durante el partido. Así lo hizo en la final", dice el medallista olímpico en Barcelona 92.

Cuando el español se soltó y explotó, empezó otro partido muy diferente. Un castigo psicológico para un adversario 10 años más joven que Rafa y que, a pesar de estar bordando una gran final, no podía acabar con las esperanzas morales de su rival. Y es que a medida que avanzó el encuentro, Nadal desplegó bolas inverosímiles y se mostró más fresco físicamente a partir de las tres horas de encuentro que en el primer set. Una situación que se escapaba a lo razonable. Más si uno comprueba cómo la enfermedad de Müller-Weiss, un problema crónico en su pie izquierdo que le lleva dando problemas de manera recurrente y con el que ha tenido que aprender a convivir para poder jugar al tenis, casi pone fin a su dilatada carrera.

placeholder Medvédev acabó desesperado. (Reuters/Morgan Sette)
Medvédev acabó desesperado. (Reuters/Morgan Sette)

Con dos sets abajo, lo normal hubiese sido finiquitar la final por la vía rápida. Nadal, en cambio, se abrazó a la épica y luchó contra la razón. Aquella que explicaba que nunca en la historia del torneo un tenista había podido ganar la final tras encontrarse en esa situación adversa. Para colmo, el 'big data' también jugaba en su contra. Si el pronosticador del Open de Australia mostraba al inicio del duelo que las opciones de victoria estaban en un 64% a 36% favorables al ruso, al acabar el segundo set, las estadísticas ilustraban en la pantalla un 90% a 10% en contra del español. Fue en aquel momento donde Nadal hizo honor a aquella frase del legendario extenista John McEnroe sobre el español: "Rafa Nadal juega todos los puntos como si le fuera la vida en ello".

Ni siquiera su tío y exentrenador Toni Nadal creía del todo en la machada. "Cuando perdió el segundo set, es verdad que perdí un poco la fe y pensé que no podía ganar. Empezó con bastantes nervios, pero luego fue a mejor", dijo en Eurosport Toni Nadal tras el choque. Luego añadiría: "Le vi el primer partido y pensé que era imposible que ganara a los favoritos. Por los movimientos y tal. Pero una semana más tarde, se ha movido bien. Uno de los peligros que veía era que se alargara el partido. Estamos maravillados".

placeholder El balear celebra el triunfo. (Reuters/Asanka Brendon)
El balear celebra el triunfo. (Reuters/Asanka Brendon)

Nadal también confirmaría sobre la pista Rod Laver, emocionado y a punto de llorar, lo vivido en los últimos meses. "Es increíble verme aquí con el trofeo frente a todos vosotros porque hace mes y medio no sabía si volvería a jugar al tenis. No sabía si este sería mi último Open de Australia, pero ahora estoy lleno de energía para seguir adelante", declaró Rafa mientras el público lo ovacionaba. El mismo que en los momentos más negros le gritó "¡Let's go Rafa!".

El propio Medvédev caería rendido ante Nadal en la rueda de prensa posterior a la final: "Todos conocemos la forma de luchar que tiene Rafa, sobre todo en Grand Slams. Lo intenté todo, hice lo que pude, pero él fue mejor. Si un día voy perdiendo dos sets abajo, pensaré en cómo lo hizo Rafa". Ahora el español ya está en la cima del tenis. Es el deportista más laureado de la historia y solo el tiempo dirá si aún puede sumar más Grand Slams a sus abarrotas vitrinas. Con Roland Garros en el punto de mira y sin la presencia de Novak Djokovic en la cita parisina, yo no me atrevería a discutírselo.

Rafa Nadal decidió desafiar a la lógica en el Open de Australia. Al principio del torneo, no había apenas argumentos racionales para pensar que un jugador que hace tan solo seis meses necesitaba muletas para desplazarse podría ganar un Grand Slam donde había tantos candidatos potenciales del calibre de Daniil Medvédev, Alexander Zverev, Stefanos Tsisipas o Matteo Berrettini. No estaban Novak Djokovic ni Roger Federer por distintas razones, algo que hubiese complicado mucho la consecución del título, pero la coyuntura en la que se encontraba Nadal no era para ser demasiado optimista... a menos que seas el propio Rafa Nadal.

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