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El futuro golfista de Rafa Nadal y la mentira de su retirada
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piensa en el futuro, pero más en el presente

El futuro golfista de Rafa Nadal y la mentira de su retirada

Rafa Nadal se prepara para estar a tope en Melbourne. Lleva desde los 18 años en la élite y cumplirá 33 esta temporada, es más longevo que casi todas las leyendas. Cuando termine, jugará al golf

Foto: Rafa Nadal, en un entrenamiento. (Reuters)
Rafa Nadal, en un entrenamiento. (Reuters)

Rafa Nadal lleva meses sin jugar al tenis de forma competitiva. No es la primera vez que le ocurre, las últimas temporadas han tenido siempre momentos en los que el cuerpo crujía y le obligaba a parar. Cumplirá 33 años en junio y ya no es un chaval, no desde luego para los estándares históricos del tenis. Los jugadores se marchitaban al pasar la treintena, aunque esa es una tendencia en proceso de cambio. Roger Federer ha destrozado cualquier previsión, por supuesto. El suizo, en realidad, ha reventado varias veces cualquier tipo de programación que se hubiese podido hacer sobre él: no solo fue el mejor, también el más sólido. Pero él, en cualquier caso, suena más a una excepción que a la nueva regla.

Nadal piensa en su futuro, por supuesto, pero de momento la clave está en el presente. "El golf y la pesca pueden esperar", decía estos días, calentando lo que será un nuevo ataque al Abierto de Australia. Es el único grande en el que nunca ha repetido corona, el pasado año llegó a los cuartos... y allí se rompió. La retirada puede esperar, aunque los planes empiecen a dibujarse más nítidos para cuando la raqueta ya no sea la prioridad.

Foto: Nadal, en la exhibición de Abu Dabi. (EFE) Opinión

"Me preparo para el futuro, por supuesto. Tengo mi academia de tenis, una fundación... Diferentes cosas alrededor del mundo de las que me tengo que ocupar y, por supuesto, no seré el tipo de persona que cuando acabe su carrera se quede en casa pescando y jugando a golf a diario", cuenta el jugador, cuya afición por ambos deportes está más que contrastada. "Pero sí, me gustará jugar más de lo que lo he hecho estos últimos 20 años, claro, pero también me gusta trabajar, las nuevas experiencias. Soy un trabajador, me gustan estas cosas", explicaba estos días en la Australian Associated Press.

Un detalle sobre las aficiones de Rafa: es posible que, de haberlas potenciado más, hubiese terminado siendo un profesional competente. Habla, por ejemplo, un poco de golf. "Tengo un hándicap de 1.8. En realidad 1.7, soy bueno, aproximadamente, no tengo nada increíble, pero tampoco nada muy débil. Tengo más o menos un buen juego corto y soy sólido con el 'driver'. Siendo honesto, nunca he tomado una clase y nunca voy a pegar bolas, no tengo mucho tiempo para eso. Cuando tengo la oportunidad, juego con mi familia o amigos. Hacemos torneos por equipo y tengo el mío, me gusta jugar con ellos y luego comer, eso es todo", narra el número dos del mundo.

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Bajar de hándicap

"Para mí no es más que un 'hobby', no me vuelvo loco por bajar de 2 de hándicap o de 1.7, no me importa demasiado eso, solo pasármelo bien. Es cierto, soy competitivo y me gusta hacerlo bien, cuando juego lo hago lo mejor posible, pero no entreno. Para bajar el hándicap, lo que tengo que hacer es, probablemente, dejar el tenis, solo eso", cuenta en una entrevista que es más personal que de costumbre. En golf, por cierto, es diestro.

Esto, en todo caso, tendrá que esperar. Al menos un año más y dependiendo de lo que su cuerpo vaya dictando en el duro calendario tenístico. Se espera que juegue menos, es cierto, pero igualmente puede ser gravoso si avanza mucho en los torneos. Ganar siempre es una bendición, pero también supone una mayor carga laboral. Nadal ha jugado mucho y ha ganado mucho, más que la inmensa mayoría de sus compañeros. Y, a pesar de todo, ha aguantado, con lesiones esporádicas y tiempos difíciles, es cierto, pero también con mejores resultados que casi todos los demás.

Foto: Un modelo gravel de la firma Santa Cruz.

Aquí no está de más remontarse a tiempo atrás, al Nadal del año 2009. Problemas en las rodillas y un concierto de trompetas del apocalisis sobre el futuro de Rafael Nadal. Decían que su juego era demasiado esforzado y que lo normal es que, siendo más fuerza bruta que suavidad, llevaba el físico al extremo y demás. Teniendo en cuenta que después de aquello ganó 11 grandes más y jugó cinco finales, es probable que los anuncios de su muerte prematura fueran claramente exagerados. Y, a pesar de ello, calaron, se establecieron como dogma. Tanto que hoy siguen presentes, incluso en algunos de los teóricos más reputados de este deporte.

"Rafa siempre ha sido increíblemente activo e intenso, en todos sus tiros, en todo lo que ha pegado en su carrera, en entrenamientos y en partidos. Ha jugado con lesiones porque no ha querido dejarlo. Durante muchos años ha jugado un calendario muy denso, con muchos torneos, son cosas que le han dado éxito, pero también es algo que puede acortar su carrera", contaba estos días Patrick Mouratoglou, con una lista casi interminable de estrellas a sus espaldas.

El problema es que todo aquello dejó de ser cierto hace tiempo, la fiabilidad y longevidad de Nadal ya es superior a lo habitual, así que ese estilo tan forzudo no ha supuesto un descenso real en su periodo. McEnroe ganó el último con 26 años, Borg lo dejó a los 25, Sampras se retiró ganando el US Open cuando tenía 31, la misma edad de Connors en su último grande. 24 años en el caso de Wilander, 27 en el de Lendl. Todos ellos eran menores que Nadal cuando el año pasado logró su último Roland Garros, y si lo vuelve a logar ahora Nadal empatará con Agassi en esa lista, pues el de Las Vegas ganó su último Abierto de Australia con 33.

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Desde los 18 hasta...

Se dio por hecho, desde el principio de su carrera, que el tiempo de Nadal terminaría antes. De hecho, el propio jugador, en alguna entrevista de la época, aseguraba que sería normal que él no durase tanto, aunque solo fuese porque, a diferencia de todos los previamente nombrados, él empezó a ganar grandes cuando tenía 18 años. La teoría en aquel momento era que podía dejarlo más joven, pero que probablemente para ese momento hubiese hecho más kilómetros que nadie. No fue así, no solo tiene una carrera más dilatada que los más longevos, también está llegando más lejos a edades más provectas.

Es obvio que, por el camino, ha ido cambiando Rafa Nadal. Del jugador de tierra al completo, pero también del excesivamente musculado a uno más fino, menos pesado. Contundente en todo caso, porque en este periodo de tiempo ha labrado una de las carreras más constantes y poderosas de la historia de su deporte. Para alcanzar los 17 grandes que ahora mismo lucen en las vitrinas de su casa de Manacor, hay que mezclar excelencia y durabilidad.

Foto: El tenista Rafael Nadal. (Reuters)

La vista engaña, Nadal parece que se va a romper en cada golpe porque deja todo lo que tiene en el cuerpo en cada uno de ellos. Pero es un espejismo, su tenis es grácil y capaz, duradero y competitivo. Sí, es obvio que ha tenido lesiones, especialmente en las rodillas, y que por eso ha tenido que parar en ocasiones. Pero eso también es lo normal, Federer ganó el año pasado en Australia después de unos meses parado, a él lo que le duele es la espalda, como a Djokovic le cargaba el hombro y a Del Potro la muñeca. El tenis es un deporte ultracompetitivo, que coloca a sus jugadores cinco o seis días seguidos sobre la pista, a disputar horas y horas a pleno rendimiento. El deporte de élite, en general, baila agarrado con las lesiones.

Nadal lo dejará en algún momento, no hay tenista que no se haya retirado. En sus cartas de despedida dirán que fue esforzado y tenaz, que su carrera se acortó por esa pose eterna de gladiador en la arena. Pasando todo ello por el filtro de los datos, no cuadra demasiado. Le ha dolido el cuerpo y ha tenido que parar, pero su historial, en tiempo y forma, merece ser tratado como algo más que un martillo neumático. Federer tiene la capacidad de hacerlo parecer fluido, pero el tiempo de servicio de Nadal no ha sido muy diferente a los demás en estas cuestiones. Algún día jugará al golf, es probable que vaya reduciendo su carga de trabajo. Sus mejores días están a su espalda, es verdad. Pero llegar hasta aquí, ya ha sido un hito.

Rafa Nadal lleva meses sin jugar al tenis de forma competitiva. No es la primera vez que le ocurre, las últimas temporadas han tenido siempre momentos en los que el cuerpo crujía y le obligaba a parar. Cumplirá 33 años en junio y ya no es un chaval, no desde luego para los estándares históricos del tenis. Los jugadores se marchitaban al pasar la treintena, aunque esa es una tendencia en proceso de cambio. Roger Federer ha destrozado cualquier previsión, por supuesto. El suizo, en realidad, ha reventado varias veces cualquier tipo de programación que se hubiese podido hacer sobre él: no solo fue el mejor, también el más sólido. Pero él, en cualquier caso, suena más a una excepción que a la nueva regla.

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