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El alcalde cabezota que se empeñó en hacer de la Copa de rugby una cita histórica
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El alcalde cabezota que se empeñó en hacer de la Copa de rugby una cita histórica

Valladolid tenía un diamante en bruto y sólo había que pulirlo. Óscar Puente se percató de ello y lo aprovechó para hacer del rugby un deporte principal... con la esperanza de que vaya a más

Foto: Óscar Puente, con los presidentes de los dos clubes (EFE/Nacho Gallego).
Óscar Puente, con los presidentes de los dos clubes (EFE/Nacho Gallego).

No hay peor ciego que el que no quiere ver, dice una expresión de la tradición española. Durante décadas, Valladolid ha tenido un tesoro ante sí, una mina a la que sacarle rendimiento, sobre la que crear una escuela que en los años sucesivos fuera entregando puntualmente sus resultados positivos. Pero quizá la ceguera voluntaria de la clase política de la capital castellana no supo verlo, o peor, no quiso. El año 2015 fue convulso en todo el territorio nacional a través de una serie de elecciones municipales, regionales y nacionales que cambiaron el color del mapa político. En Valladolid también se produjo, y desde entonces, Pucela ha sabido apreciar esa riqueza.

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El partido de Óscar Puente, el Socialista, no fue el más votado en las elecciones al ayuntamiento de la ciudad. Eso pasó en muchos municipios, que el grupo con más votos no fue el que gobernó. Las fuerzas del cambio, entre las que de repente se incluyó el propio PSOE, se unieron para apartar al Partido Popular de muchos de sus feudos tradicionales, como era el caso de Valladolid. Después de 20 años, un alcalde no era del PP. Y más allá de prometer que iba a seguir defendiendo las procesiones de Semana Santa y que quería hacerse cofrade, a Puente le gustó la idea de potenciar el rugby, deporte del que es aficionado.

Así fue la final de Copa.

Pasados unos meses en el cargo tuvo una idea que germinó en algo histórico. ¿Por qué no jugar la final de la Copa del Rey de rugby en el estadio José Zorrilla de Valladolid? El primero al que se lo dijera lo tuvo que mirar con una cara de sorpresa sensacional. ¿Cómo se va a jugar en un recinto para 25.000 espectadores un partido de un deporte que apenas llena el Central de la Complutense cuando juega la selección española? La idea, por muy loca que pareciese, al final se aceptó. ¿Por qué no?, se preguntaron los clubes, principales artífices, junto al alcalde, de que todo se llevara finalmente a cabo.

Sin embargo, esa labor de convencer a los clubes no fue del todo sencilla. El VRAC Quesos Entrepinares y el Silverstorm El Salvador están muy habituados a jugar en su feudo de siempre, el Pepe Rojo, un coqueto estadio del noreste de Valladolid apto para unas 5.000 personas. Es un terreno que conocen, que identifican como propio, como su hogar. En un principio pensaban que era más un engorro que una posibildad real. Pero Puente les convenció. Y a partir de entonces, el alcalde y los clubes empezaron a movilizarlo a través del hastag #RugbyEnZorrilla.

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Y tal fue el revuelo que generó en las redes sociales, que todos vieron claro que sí se podía. La pregunta cambió entonces: ¿cómo no se iba a poder hacer en una ciudad que respira rugby por los cuatro costados? "Hay un trabajo de años de dos clubes muy importantes en el panorama rugbystico nacional. Un gran trabajo de cantera. La ciudad ya siente el rugby como parte de sus señas de identidad", reconoció el alcalde de Valladolid en una entrevista en este periódico previa a la gran cita.

"Yo soy muy cabezota y estoy acostumbrado a luchar contra el escepticismo y quiero demostrar que no estoy aquí de paso, sino que deseo hacer cosas. Lo de este domingo fue el principio de algo que ha puesto en pie el rugby y que esperemos que traiga consigo mayores retos", dijo Puente este lunes en el acto institucional con El Salvador, el club ganador, en declaraciones recogidas por 'Mundo Deportivo'.

El siguiente paso era el más complicado: conseguir que la persona que le da nombre a la Copa asistiese. Unas semanas antes de la final, la organización aseguró a este periódico que era complicado que el rey Felipe VI acudiese a Valladolid. Sin embargo, a la Casa Real se la convenció finalmente. Iba a ser un viaje rápido, en helicóptero, y se le aseguraba que no iba a sufrir un ambiente hostil, sino todo lo contrario. Se llevó la mayor ovación de la tarde, vítores constantes, pero generó una pequeña decepción: al grito de 'que bote Felipe', el monarca se resistió. Eso sí, después del partido, la Casa Real se puso en contacto con la Federación para agradecer el trato y el sorprendente ambiente vivido en Zorrilla.

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Las entradas, como ya es sabido, volaron casi literalmente. "He dicho, y no creo exagerar, que si el estadio hubiese tenido 50.000 localidades las habríamos vendido también", dijo Puente. Cientos de personas se quedaron sin entrada de la brutal demanda que se produjo. Óscar Puente no se esperaba "llegar a estos límites", pero así fue. Los que no pudieron acceder y estaban en Pucela, no se aburrieron: la fan zone era un lugar de diversión segura a través de la música, la comida, la cerveza y el partido en las pantallas gigantes.

Y durante el encuentro, ni el más mínimo problema. Bueno, mentira. La lluvia hizo que cientos de espectadores se empapasen y además rápidamente, porque el chaparrón fue muy intenso. Pero se mantuvo en todo momento el respeto y la compostura que caracteriza dogmáticamente al aficionado de rugby.

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El objetivo, claro está, es que esto no se quede aquí. Que la ola que se ha formado con la final en Zorrilla no termine de romper en la orilla. Lo que espera el alcalde es que esta final sea "el inicio de una larga amistad entre la ciudad y el rugby".

No hay peor ciego que el que no quiere ver, dice una expresión de la tradición española. Durante décadas, Valladolid ha tenido un tesoro ante sí, una mina a la que sacarle rendimiento, sobre la que crear una escuela que en los años sucesivos fuera entregando puntualmente sus resultados positivos. Pero quizá la ceguera voluntaria de la clase política de la capital castellana no supo verlo, o peor, no quiso. El año 2015 fue convulso en todo el territorio nacional a través de una serie de elecciones municipales, regionales y nacionales que cambiaron el color del mapa político. En Valladolid también se produjo, y desde entonces, Pucela ha sabido apreciar esa riqueza.

Óscar Puente Valladolid
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