Misterios y debates en el origen del ajedrez: una gran historia de trayectoria geográfica
Hay estimaciones sobre su nacimiento u origen que lo datan en fechas posteriores a la existencia del profeta Cristo, aunque todavía no se ha conocido con exactitud la procedencia
Cabe la posibilidad de que el arte ciencia del ajedrez se haya decantado en lo que es hoy, tras una singladura enorme a través del tiempo. Hay estimaciones sobre su nacimiento u origen que lo datan en fechas posteriores a la existencia del profeta Cristo. Otras dataciones lo sitúan en la frontera del año cero (para occidente), y existe una teoría sujeta a elementos indiciarios que, en sí, es muy arriesgada, pero digna de estudio, aunque también refutable si nos contentamos con la duda. Elemento motor siempre de cualquier investigación.
Pero las investigaciones del nonagenario Dr. Joaquín Arriaga, historiador e investigador de lo profundo, un hombre detallista y un orfebre de los muchos que ha dado España, al tiempo que ha condenado al ostracismo, han generado revelaciones inéditas en lo tocante a las fechas primeras de la aparición de esta hermosa y enigmática disciplina.
Este hombre, paradigma de sabiduría, no se contentó con rascar la superficie de las incógnitas que planteaba uno de los frisos de la columnata de Karnak en Egipto. Aquello, era un reto descomunal y sembraba de dudas las versiones históricas consolidadas sobre el ajedrez. Era algo extraordinariamente inquietante.
Momias sujetas a investigación
El gigantesco templo de Karnak, santuario de Amón, el dios más celebrado de la cultura egipcia, una construcción inabarcable por la que se supone, según los especialistas de la UNESCO, pasaron cerca de 2000 años de construcción sostenida y más de cuarenta arquitectos jefe, con independencia de las aportaciones de diferentes dinastías (se cree que comenzó a ser construido en el siglo XI a.C.), es una representación arquitectónica, no solo impactante por su monumentalidad sino, por los enigmas que encierra.
Uno de ellos, es precisamente el que el Dr. Arriaga detectó en su momento y en el que nadie había reparado antes. En una investigación todavía hoy abierta, este enorme historiador, descubre en la datación hecha con carbono 14, que una de las momias sujetas a investigación, estaba rodeada de un sudario en el que había evidencias nítidas e inapelables de lo que apuntaba a un conjunto de cuadros arlequinados que permitían crear una hipótesis razonable.
Louis H. Sullivan, el genial arquitecto norteamericano, mantuvo en su doctrina apoyándose en una célebre frase aquello de que "la forma sigue a la función". Él, como los grandes arquitectos egipcios (Imhotep, Amenhotep y sus respectivas escuelas) tenían muy claro que el propósito de un edificio o construcción no solo debía de manifestar esplendor y belleza a raudales, sino que, además, se debía a una funcionalidad incontestable. En los frisos de las columnas de la sala hipóstila de Karnak, por encima de las volutas o capiteles que los sustentaban, había más sorpresas. Una de ellas, la de dos individuos atentos a un juego de mesa impreciso que, aunque no permitía aseverar la opción de que era un juego de mesa parecido al ajedrez; permitía atisbar que se podían percibir piezas verticales y que una de ellas estaba siendo manipulada por uno de los intervinientes.
El beneficio de la duda
Al Dr. Arriaga hay que concederle el beneficio de la duda, más que todo porque su meritorio empeño en desbrozar los entresijos del tiempo, lo que le llevo muchos años de su vida, hasta poder confirmar con la aportación indispensable del método científico una teoría inconclusa ciertamente, pero que apunta en la buena dirección.
En su ilustrado veredicto, Arriaga argumenta que en el movimiento centrífugo que irradió el islam en todas direcciones, cabe la posibilidad, muy sostenible a la luz de las investigaciones posteriores, de que los árabes trasladaran una "patente" egipcia previamente hacia la India en uno de los vectores de expansión de su imperio – religión hacia el este. David Shenk, autor de lectura "obligada" tras la conclusión de su célebre libro La Partida Inmortal, ya menciona que siglos antes, Alejandro Magno en su periplo asiático y concluida la batalla de los Elefantes contra el Rey Poros (326 a. C.) y tras una honorable rendición, jugaron una partida de ajedrez con dados, fundiendo la Peteia griega (juego de azar) con la Chaturanga indostánica (juego de lógica), en una sabia combinación y una enseñanza sobre como el ajedrez puede ser un instrumento de paz. Los que lo practicamos, lo sabemos porque genera mucha complicidad entre adversarios, ya que es un juego – arte -ciencia- disciplina que concita sabiduría y humildad; una herramienta de conocimiento muy apropiada para los que quieten crecer en medio de la confusión y de las amenazas al pensamiento propio, cada día más intervenido.
Cabe la posibilidad de que el arte ciencia del ajedrez se haya decantado en lo que es hoy, tras una singladura enorme a través del tiempo. Hay estimaciones sobre su nacimiento u origen que lo datan en fechas posteriores a la existencia del profeta Cristo. Otras dataciones lo sitúan en la frontera del año cero (para occidente), y existe una teoría sujeta a elementos indiciarios que, en sí, es muy arriesgada, pero digna de estudio, aunque también refutable si nos contentamos con la duda. Elemento motor siempre de cualquier investigación.
- Norman Tweed Whitaker, la increíble historia del delincuente que triunfó en el ajedrez de élite Álvaro Van den Brule
- Una juerga de Capablanca en Buenos Aires: el genio del ajedrez bohemio y con debilidad por la farándula Álvaro Van den Brule
- Chess.com: así es el imperio del ajedrez con 100 millones de jugadores que 'compró' a Magnus Carlsen Álvaro Carretero