Es noticia
Cuando los buenos siempre ganan aunque el Dakar siga sacudiéndoles en el casco
  1. Deportes
  2. Otros deportes
Uno de los grandes dakarianos

Cuando los buenos siempre ganan aunque el Dakar siga sacudiéndoles en el casco

Tenía muy perfilada la estrategia para conseguir la victoria, pero Gerard Farrés perdía el jueves sus opciones por una avería menor. El catalán es uno de los 'dakarianos' españoles de pura cepa

Foto: Farres, en acción. (EFE/Gerard Laurenssen)
Farres, en acción. (EFE/Gerard Laurenssen)

El Dakar es un enorme cajón de sastre desde el punto de vista humano. Entre su amplio abanico de perfiles, aquellos modelados por un buen puñado de participaciones y las vivencias derivadas de ellas. Son arquetipos forjados por su filosofía, entre los que distingue un perfil singular: el español Gerard Farrés es uno de ellos. En días como el jueves, el Dakar ha vuelto a clavarle su daga. La última de un buen racimo.

Con el actual Dakar suma 16 participaciones, tanto en Africa, Sudamérica, como ahora en Arabia Saudí. El año pasado su copiloto Daniel Ortega entraron entre lágrimas en la meta, no precisamente de alegría. Hasta ayer, rodaban terceros a falta de cuatro etapas, a poco más de cinco minutos del líder, Rokas Baciuska. Habían ganado la etapa se preparaban a asestar su estocada final para aspirar a la victoria. Farres había llegado vivo a las dunas del Empty Quarter, su terreno favorito. Una inusual avería mecánica ha vuelto a robar la victoria a Farrés y su copiloto, Daniel Ortega.

Farreti, como es conocido en el mundo de las carreras, es una biblioteca de vivencias, pero también objetivo de un cariño unánime, ya que encarna virtudes que se maman desde la cuna familiar y se forjan en los sacrificios del Dakar. "En el deporte, el egoísmo tira más que esos valores de compromiso. Yo siempre lo he tenido muy claro, nadie me ha regalado nada, todo en la vida ha ido poco a poco. Soy un hombre normal que vive en un piso, y todos esos valores que me han enseñado mis padres, de ser buena gente, de trabajar mucho y de ser poco egoísta hizo que tuviera la cabeza donde la tenía que tener".

Tuvo la cabeza en su sitio en 2022 como para detenerse en los kilómetros finales de la edición 2022 y ceder a su compañero de equipo la victoria, honrando el compromiso previo, porque fue contratado in extremis para correr el Dakar con una misión concreta. Su calidad como piloto y sus valores personales han contribuido a su carrera tanto como los necesarios patrocinadores.

Cuestión de conciencia

En estas últimas jornadas Farrés se mostraba exultante. Su estrategia iba clavada. Había salvado la primera semana, mantenía vivas sus opciones. "Ahora es cuando hay que demostrar a tus rivales que estás fuerte de cabeza, y corriendo cada etapa pensando no solo en la de mañana, sino también en la de pasado mañana", explicaba el martes. Tenía la carrera visualizada en su mente y solo faltaba concretarla en la realidad. Un ventilador roto le hacía perder casi una hora y le ha sacado del podio. Sigue en carrera, pero la victoria se ha esfumado. Un año más. Quizás doliera más la situación del pasado año. Pero en aquella ocasión, se trataba de un hombre frente a su conciencia. Esta resistió a los cantos de sirena de la gloria dakariana.

placeholder Farres, con el trofeo de segundo clasificado del Dakar 2022, cuando paró para dejar la victoria a su compañero Austin Jones (EFE/Óscar Maya)
Farres, con el trofeo de segundo clasificado del Dakar 2022, cuando paró para dejar la victoria a su compañero Austin Jones (EFE/Óscar Maya)

A poco de comenzar el Dakar 2022, Farrés no tenía montura. Aguzó el ingenio y llamó al padre del americano Austin Jones (piloto de T4) para ofrecerse como mochilero de su hijo en la carrera. Este intercedió ante South Racing, su equipo de otros años, y fue contratado in extremis para cargar de piezas de repuesto y cubrir a Jones durante la prueba. Como en su época de la moto en el Dakar, de nuevo trabajando para otros.

El destino quiso que el americano sufriera problemas en la undécima etapa y perdió el liderato. Al llegar a la última jornada, Farrés era primero y contaba con 1.41 de ventaja. El responsable de South Racing, Austin Jones y su entorno, temían que el español decidiera ganar. Farrés dio su palabra antes de salir. Se paró varios minutos antes de entrar en meta. Austin Jones ganó el Dakar. Elegantemente, Farrés declararía que una avería mecánica le había obligado a detenerse. El responsable del equipo, Scott Abraham, agradeció entre lágrimas y abrazos su lealtad, y le prometió que no tendría que preocuparse por el Dakar 2023. Pudo haberlo ganado, hasta que llegó la avería del jueves.

placeholder Una avería mecánica dejaba sin victoria a Farres por una avería cuando era tercero del Dakar, a 6 minutos del líder (EFE/ Gerard Laurenssen)
Una avería mecánica dejaba sin victoria a Farres por una avería cuando era tercero del Dakar, a 6 minutos del líder (EFE/ Gerard Laurenssen)

El podio en el Dakar

"Toda mi vida ha sido muy dura, y poder competir siempre me ha costado muchos esfuerzos y sacrificios. Yo vengo de una familia humilde, y eso me ha enseñado que hay que ser agradecido con todo el mundo. Este camino, lleno con tantas piedras, me ha hecho ser así. Yo amo este deporte, y asumo las condiciones que suponen este tipo de vida", explica Farrés como uno de los arcos de bóveda de su vida, siempre marcada, y sobre todo en los duros años de comienzo en moto, por una máxima: "La auténtica carrera es la que no se ve, es la de los meses previos en las que no sabes si tendrás el patrocinio para poder competir, que te hace estar sin dormir en casa, nervioso, y sobre todo si te quedan quince días, y aún no lo sabes".

Por ejemplo, en una de sus primeras y decisivas Baja España en moto, donde no tenía el dinero ni para poder competir. Su primera victoria en esta prueba le abrió camino hacia el Dakar, donde debutó en 2006. Su determinación le valió el sobrenombre de El Jabalí del Dakar. De una manera u otra, se enganchaba a cada edición año tras año. Llegó a trabajar como mochilero de Marc Coma, ganador de cinco dakares. Su mejor momento llegó en 2017, cuando subió al podio en tercera posición. "Lloré. Después de diez dakares me vino a ver y la primera persona querida a la que vi fue a ella. Empecé a llorar como un niño pequeño porque se lo debía a mi familia, también hacen un esfuerzo muy grande, y hay un sacrificio detrás enorme de no ver a las niñas tanto como uno quisiera... Me gusta mucho estar con mi familia y hay muchas cosas pierden por el camino. Lloramos juntos", recordaba al subir el podio en aquella edición.

Una personalidad desdoblada

Pero las lesiones y los años le hicieron dar el paso a las cuatro ruedas y los pequeños buggies. Desde 2019 compite en T4 con su actual equipo, el South Racing. Fue segundo en su primera participación, aunque en las siguientes ediciones, como en la moto, debía trabajar para sus compañeros de equipo. En 2023 era libre para poder luchar por la victoria.

Farrés podría ser catalogado como lo que en, términos generales, se considera "una buena persona", definición de lo que pocos a su alrededor discreparían. El propio piloto, sin embargo, reconoce que ha debido desdoblarse entre esa naturaleza básica y la exigida para sobrevivir en el mundo de la competición. Por ejemplo, reconoce que en la edición de 2021 "lloré e incluso vomité de rabia dentro del coche al ver que quien podía no me echaba una mano". Durante toda su carrera ha acudido a la psicología deportiva para perfilar su personalidad ante los desafíos de la competición y afrontar la presión en acción.

Apasionado, metódico, trabajador incansable, el manresano seguirá casado con el Dakar y volverá, aunque a veces no sepa "si quince días antes podré participar", como ya le ha ocurrido en más de una ocasión. Tantos años sufriendo y disfrutando esta prueba le han enseñado a encajar con estoicismo este otro golpe de la presente edición. Por todo lo anterior, Gerard Farrés es uno de los verdaderos arquetipos españoles del Dakar.

El Dakar es un enorme cajón de sastre desde el punto de vista humano. Entre su amplio abanico de perfiles, aquellos modelados por un buen puñado de participaciones y las vivencias derivadas de ellas. Son arquetipos forjados por su filosofía, entre los que distingue un perfil singular: el español Gerard Farrés es uno de ellos. En días como el jueves, el Dakar ha vuelto a clavarle su daga. La última de un buen racimo.

Rally Dakar
El redactor recomienda