El motivo por el que Ducati siempre dobla el brazo a Marc Márquez en el Red Bull Ring

Desde que Marc Márquez debutó en el Mundial en 2008, el piloto de Honda ha conseguido ganar en veinte circuitos diferentes: 18 del actual calendario, más Indianápolis y Laguna Seca. El único que se resiste a su éxito es el Red Bull Ring austriaco, y no será por falta de empeño, porque Márquez ha sido segundo en las tres últimas ediciones, y se ha visto superado siempre en la última curva por un piloto de Ducati.

Se puede decir que la pista austriaca está hecha a la medida de Ducati, un escenario donde ni Honda ni Márquez consiguen desquitarse. En su momento el circuito fue escenario de fricción entre ambas marcas: en 2016 Ducati alquiló la pista para unas pruebas privadas, autorizando a tomar parte a otros fabricantes, salvo Honda, lo que provocó tensión entre ambos. El caso es que con pruebas privadas o sin ellas, Ducati tiene tomada la medida a este peculiar trazado, en el que se enlazan pequeñas rectas con ángulos muy lentos, y que resulta especialmente asimétrico, con giro en sentido horario, con la mayoría de curvas hacia el lado derecho.

El desenlace de las tres últimas carreras ha sido calcado: pugna entre Márquez y un piloto de Ducati -Dovizioso en 2017 y 2019, Lorenzo en 2018- que se resuelve “in extremis” en la última curva, siempre en beneficio de la marca italiana.

En esta ocasión parecía que Márquez tenía oportunidad de invertir esa tendencia, pero no pudo ser. La clave ha estado en la tracción. La Ducati aceleraba con mayor tracción, salía mejor de los ángulos y ganaba muchos metros a la Honda. Se veía claramente cuando Dovizioso rodaba por detrás: recuperaba terreno a Márquez sin tener que forzar excesivamente en la frenada. Cuando era el italiano el que rodaba delante, Márquez tenía que atacar con fuerza las frenadas, y aprovechar la corta sección con dos curvas de izquierdas –su especialidad- para ganar metros.

El acierto de Dovizioso

La elección de neumáticos que realizaron los pilotos fue clave. Márquez optó por salir con el compuesto medio, y con la bajada de temperatura respecto a las jornadas anteriores el rendimiento de ese neumático no fue perfecto. Por el contrario, Dovizioso salió con la goma blanda, y en esas condiciones acertó de lleno. Una semana antes, en Brno, la situación fue la inversa: Márquez eligió el blando y Dovizioso el medio, y el de Honda dio en el clavo.

Márquez se dio perfectamente cuenta de lo que estaba pasando, por eso cuando quedaba un tercio de carrera decidió dejar que Dovizioso pasara a liderar la carrera, y el italiano manejó completamente la situación. Bajó el ritmo, lo avivó, y Márquez estuvo escudriñando todos los rincones para encontrar una debilidad, una flaqueza por donde poder atacarlo. Cuando recuperó la primera posición a tres vueltas del final, Dovizioso no había dicho su última palabra.

El tanteo a Márquez

En dos ocasiones tanteó a Márquez presionándole en la frenada de la primera curva. Márquez resistió, llevando a Dovizioso a superar incluso los límites de la pista, pero se guardó su última carta para la última curva. Preparó la aproximación en la curva 9 y atacó en la 10.

Y ahí se produjo una de esas situaciones que el ojo es incapaz de ver. Sabiendo que Dovizioso iba a atacarle con toda seguridad, se preparó para su llegada con la intención de recortar hacia el interior, empleando la trazada que dio la victoria al italiano en 2017. Cuando Dovizioso lo adelantó, el protector de la maneta del freno delantero de Márquez se enganchó en alguna parte de la Ducati, arrastrando a la Honda e impidiendo la pretendida maniobra de Márquez.

Afortunadamente, el protector saltó, liberando a Márquez, que pudo parar la moto, salvándolo de una caída segura, al tiempo que dejaba libre y expedito el camino hacia la victoria para Dovizioso y Ducati, una vez más.