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La ley del anfitrión: por qué el país que acoge los Juegos Olímpicos multiplica sus medallas
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La economía determina el 'factor casa'

La ley del anfitrión: por qué el país que acoge los Juegos Olímpicos multiplica sus medallas

Japón aguanta el pulso en el medallero a China y Estados Unidos, como lo hizo Reino Unido en 2012. España no llegó tan lejos en Barcelona 92, pero todavía no ha conseguido igualar las cifras

Foto: El gimnasta japonés Daiki Hashimoto celebra su medalla de oro. (EFE)
El gimnasta japonés Daiki Hashimoto celebra su medalla de oro. (EFE)

Era de esperar que Estados Unidos y China se disputaran las primeras plazas del medallero olímpico, pero no todos contaban con que el país anfitrión les aguantaría el pulso. Aunque Japón nunca ha estado alejado de la cabeza, llama la atención que lidere la clasificación junto a las dos grandes potencias. A estas alturas, lleva más de la mitad de las preseas que consiguió en Río y ha superado los oros que obtuvo entonces.

Brasil, que ocupa el puesto número 30 en el medallero histórico, acabó decimotercero en sus Juegos, con siete oros, seis platas y seis bronces. Fue la mejor actuación de su historia. Reino Unido ha tenido dos hitos: Londres 1908, donde consiguió la mareante cifra de 146 medallas (56 de oro, 51 de plata y 39 de bronce), y Londres 2012, que acabó con 65 (29 oros, 17 platas y 19 bronces). Pueden parecer pocas en comparación, pero no ha habido una cosecha británica mejor en los 100 años que van de un evento al otro. El dragón chino también despertó en casa, con una brillante participación en 2008 que dejó el listón en 58 medallas de oro, 22 de plata y 30 de bronce.

Foto: El actual rey Felipe VI, abanderado de los JJOO de Barcelona 92 (EFE)

¿Cuáles son las razones de que una delegación olímpica aumente su rendimiento cuando juega en casa? La primera y más evidente es económica. Cuando se organizan unos Juegos, el Comité Olímpico Internacional (COI) recauda fondos a través de varias vías. De acuerdo con el informe 'Olympic marketing fact file', el 73% de la financiación procede de los derechos televisivos; el 18%, de los patrocinadores globales, entre los que se incluyen marcas como Coca-Cola, Airbnb o Alibaba, y el 9% restante, de otras licencias, como por ejemplo la cesión de derechos de marca para vender artículos promocionales.

El COI reparte el 90% de este presupuesto (unos 6.000 millones de dólares, aproximadamente) entre los comités olímpicos nacionales, las federaciones deportivas internacionales, otros organismos encargados de promocionar el desarrollo del deporte y el comité organizador de los Juegos. He aquí la primera ventaja de los anfitriones que, además de recibir una partida especial para que el evento celebrado en su país sea un éxito, cuentan con sus propias fuentes de ingresos: la venta de entradas —que este año dejará poco o nada a las arcas japonesas—, la comercialización de licencias locales y el apoyo de patrocinadores locales.

Japón ha captado 3.300 millones de dólares en patrocinios locales. Estos ingresos revierten en más dinero para sus deportistas

"Aquí es donde Japón ha hecho saltar la banca", explica Benito Pérez, coordinador del máster en Dirección y Gestión de Entidades Deportivas de UNIR y miembro fundador de la Sociedad Española de Economistas del Deporte. El comité organizador de Tokio 2020 ha captado 3.300 millones de dólares de 67 empresas de ámbito nacional, cuatro veces lo recaudado por este concepto en Río (848 millones) y más del doble que en Londres (1.100 millones) y Pekín (1.200 millones). "No tengo noticia de que ninguno de estos contratos se haya rescindido, a pesar de que estos patrocinadores lo tienen más difícil por la pandemia, al no poder activar sus marcas por medio de las relaciones públicas, las invitaciones a clientes o las interacciones con espectadores", aclara el experto.

"Esa subida de los patrocinios locales hace que también haya más dinero para los deportistas", asegura Pérez. No hay que irse muy lejos para encontrar ejemplos. El plan ADO, programa de becas que sustenta a los deportistas olímpicos españoles, tuvo su mayor dotación durante el ciclo de 1988 a 1992, previo a los Juegos de Barcelona. La partida destinada a los atletas nacionales fue, entonces, de 79 millones de euros al cambio, lo cual revirtió en un palmarés de 22 medallas (13 de oro, siete de plata y dos de bronce) que todavía no ha podido superarse. "El dinero bien invertido se convierte en medalla —recuerda—. Se buscaron medallas hasta debajo de las piedras".

Foto: El equipo italiano de esgrima celebra su medalla de plata en Tokio 2020. (EFE)

Desde entonces, el presupuesto para los atletas olímpicos españoles ha tenido altibajos, como la propia economía del país. Para los participantes en Atlanta, Sídney y Atenas, se destinaron 32, 42 y 46 millones, respectivamente. De cara a Pekín 2008, la dotación fue de 61 millones, y para Londres, de 51. A los 'Juegos de la crisis', en Río, se encomendaron 36 millones; mientras que en el ciclo olímpico de Tokio, que ha durado cinco años, el programa ADO ha contado con 38.187.500 euros. "Hay menos patrocinadores y alguno que estaba en el primer nivel ha bajado al segundo", reconocía Víctor Sánchez, tesorero del Comité Olímpico Español (COE), tras la asamblea en la que se decidió la cantidad.

Reino Unido consiguió dos medallas menos que España en Barcelona 92 y solo cinco fueron de oro. No era un resultado extraño, puesto que iba en la línea de las últimas 15 décadas, pero chocaba que países con economías más débiles estuvieran por encima en el medallero de la nación que acogió el nacimiento del deporte moderno. Todo cambió en 2012, cuando las islas británicas dieron el salto a las primeras posiciones de la tabla... y se asentaron allí.

El 'efecto arrastre' de Londres 2012 hizo que los atletas británicos consiguieran 67 preseas en Río, 27 de ellas de oro, lo que les confirió una histórica segunda plaza en el medallero. En Tokio, la delegación de las islas lleva ya 18 metales (cinco de oro, siete de plata y seis de bronce). "Hay un momento en el que las empresas, las federaciones y los programas deportivos se ponen a trabajar de la mano. Las empresas se dieron cuenta de que el olimpismo vende y ahora siguen interesadas en asociar su nombre a los Juegos Olímpicos", sostiene Pérez.

El dinero lo es (casi) todo

El componente económico explica, en gran parte, que los deportistas locales tengan un mejor desempeño, pero no es el único a tener en cuenta. "El 'factor casa', competir en tus instalaciones habituales, en tu territorio, puede favorecer el rendimiento. Se reduce la incertidumbre, el deportista se habitúa, disminuyendo la ansiedad. Es habitual que el país anfitrión obtenga un mayor número de medallas", argumenta Alejo García-Naveira, coordinador de Psicología del Deporte del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

Foto: Imagen: El Confidencial Diseño.

El calor del público cuando lo habíatambién ayuda. "Puede favorecer, motivar, estimular... El deportista suele estar acostumbrado y lo necesita. A pesar de ello, en algunos casos, según el perfil de personalidad y modalidad deportiva, puede tener un efecto contrario", aclara García-Naveira. Por eso, los Juegos de Tokio suponen un reto sin precedentes: "Puede ser un factor de estrés ver las gradas sin gente, un efecto desolador. Se requiere una preparación mental específica, habituarse ante ello, estar concentrado en la prueba o imaginarse que las gradas están a tope animándote".

Un estudio publicado en la revista 'Plos One' analizó más de 36.000 partidos jugados en las principales ligas de fútbol profesional desde la temporada 2010, incluyendo los 1.006 que hasta entonces se habían jugado sin público por las restricciones. Los resultados mostraban que la ausencia de aficionados no tuvo un impacto significativo en la ventaja que suelen tener los equipos locales. Antes de la pandemia, ganaban el 45% de partidos en casa y empataban el 27%. Con la irrupción del covid-19, el porcentaje de victorias se redujo al 43%, y el de empates, al 25%.

El silencio en las gradas también es un aspecto a tener en cuenta en el caso de los árbitros y los jueces, que en esta ocasión están libres de presión ambiental para tomar sus decisiones. En los Juegos de Moscú 80, el clavadista local Aleksandr Portnov, gran favorito para la prueba de trampolín de tres metros, realizó un pésimo salto, pero uno de los jueces consideró que el ruido del público le había desconcentrado y le permitió repetirlo. Ganó el oro. El contexto es muy distinto en la actualidad. Sin boicots ni batallas ideológicas (al menos, tan evidentes) de por medio, las federaciones internacionales de cada deporte eligen a los mayores expertos del mundo como colegiados y miembros de los jurados encargados de valorar las actuaciones de los olímpicos, por lo que estas situaciones son difíciles de imaginar. Más aún cuando la tecnología estrecha el margen de error.

Era de esperar que Estados Unidos y China se disputaran las primeras plazas del medallero olímpico, pero no todos contaban con que el país anfitrión les aguantaría el pulso. Aunque Japón nunca ha estado alejado de la cabeza, llama la atención que lidere la clasificación junto a las dos grandes potencias. A estas alturas, lleva más de la mitad de las preseas que consiguió en Río y ha superado los oros que obtuvo entonces.

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