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Alemania da la sorpresa más grande posible: el campeón está fuera del Mundial
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termina última en su grupo de la primera fase

Alemania da la sorpresa más grande posible: el campeón está fuera del Mundial

Alemania perdió contra Corea del Sur y se va de Rusia expulsada por Suecia y México. El equipo teutón no caía en la primera fase de un Mundial desde Francia en 1938

Si quieren lo pueden llamar la maldición del campeón. Alemania, que es uno de los países de los que todo lo que se espera es que sean previsibles en la excelencia, no estará en los cruces. De su victoria en Brasil, brillante como pocas -al fin y al cabo desarticularon a los anfitriones con un 7-1 en la semifinal-, han pasado en cuatro años a uno de los mayores fracasos de su historia. Porque la Verdeamarelha es la selección con más títulos mundiales, pero los germanos son, con diferencia, el equipo más regular del campeonato. El fútbol ha cambiado, la hecatombe es máxima.

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No perdían en un Mundial en la primera fase desde 1938. Y en el del 50 fueron excluidos por la Guerra Mundial. Desde entonces, segunda fase en 1978 como peor actuación. Contando desde el de España en 1982, dos títulos, tres subcampeonatos, dos terceros puestos y dos veces perdieron en cuartos de final. Constantemente entre los ocho mejores del mundo durante más de 35 años. Casi nada. Todas las rachas se rompen alguna vez.

Lo del equipo de Löw es, por lo tanto, el punto más bajo de la historia del país. La selección germana ha tenido un campeonato horrible y aunque futbolísticamente es posible que haya merecido más, lo cierto es que su incapacidad para ganar a México y Corea les ha terminado condenando a una salida mucho más rápida de lo que cualquiera podría haber esperado. Terminan cuartos en un grupo que, antes de empezar, sonaba a coser y cantar para la Mannschaft. El gol de Kroos, que parecía en su momento uno de los puntos más altos de este Mundial, será finalmente una anécdota diluida en un fracaso.

Entre todos los horrores destaca lo que ha ocurrido en Kazán. Porque México les sorprendió y les hizo una soberbia primera parte que no supieron equilibrar en la segunda, no deja de ser un enorme equipo. Contra Suecia cumplieron, sufriendo muchísimo, pero con un gol al final. Fueron mejores, como también lo fueron contra Corea del Sur pero, sorprendentemente, no les sirvió. Hay partidos en los que los grandes sufren, y Corea es un clásico rival pegajoso y doloroso, de los que nunca dejan de trabajar. Pero por más esfuerzo del rival, esta derrota es injustificable. Cuando los grandes caen la explicación suele estar en ellos más que en su competencia.

placeholder México esperaba una ayuda de Corea, y llegó. (EFE)
México esperaba una ayuda de Corea, y llegó. (EFE)

La alegría en México

Se marcha un equipo de leyenda y lo hace por la puerta de atrás, casi humillado. Perder contra Corea no entraba en los planes, porque en los planes de los alemanes nunca es posible una derrota así. Queda fuera uno de los equipos potencialmente campeones, una de las mejores plantillas del campeonato y lo hace sin ningún tipo de duda. Dos derrotas y una victoria 'in extremis' son un mal balance, y aunque el fútbol que se ha visto tiene matices, el peso de los resultados es la primera lección que siempre da el deporte. El diagnóstico en este caso es obvio: Alemania ha fracasado.

La pena de Alemania contrasta con el júbilo mexicano, que durante un rato de su partido veía que todo el trabajo se iba al traste y volvían a la rueda del horror, de la derrota y el escarnio. Lo pensaban porque ellos, como cualquiera en el planeta, asumía como imposible una opción que no fuese la supervivencia de Alemania. Tantas veces hemos visto ese desenlace, ese equipo de rubicundos y forzudos sacando en el último minuto sus problemas adelante, que llegó el punto en el que ni siquiera planteábamos que hubiese otra opción posible. La había y esa derrota es también el suspiro de un país enorme que sueña con ver a la Tri pasando rondas en un Mundial. Las sensaciones no son las mismas que en el primer partido, cuando creían que eran un equipo de primer nivel, pero estar vivo es seguir soñando. Lineker no tenía razón, los alemanes son muy fiables, pero no son infalibles. El mítico delantero inglés, que hoy es estrella televisiva, se apresuró a poner un tuit para enmendarse.

Sería curioso hacer también un recorrido rápido por lo que pasó por la cabeza de los seguidores suecos. Están en Rusia gracias a una victoria agónica en el 'play off' contra Italia. Iban a pasar a la historia por dejar fuera a la Azzurra, pero pocos les daban opciones de mucho más. Es un equipo primario, algo rústico, pero con las ideas claras. Antes de que comenzase este Mundial, cuando hubo que confeccionar la lista, Ibrahimovic se dejó querer. Él es una leyenda del equipo y el jugador más diferencial posible, pero los suecos prefirieron no llamarle. Si no estaba en la clasificación, tampoco viajaría a Rusia. Qué bien les ha salido la jugada, son primeros de grupo y les toca seguir compitiendo.

Foto: Juan Carlos Osorio, en el partido contra Alemania. (Reuters)

Rusia ha visto el estrambote, lo que no se podía imaginar porque soñaba imposible. Está siendo un Mundial de emociones intensas, de grandes victorias y horribles derrotas, un campeonato en el que cada tarde el aficionado al fútbol se levanta del asiento como si tuviese un resorte. En realidad, esa misma, la emoción más absoluta, es la definición básica de esto.

Si quieren lo pueden llamar la maldición del campeón. Alemania, que es uno de los países de los que todo lo que se espera es que sean previsibles en la excelencia, no estará en los cruces. De su victoria en Brasil, brillante como pocas -al fin y al cabo desarticularon a los anfitriones con un 7-1 en la semifinal-, han pasado en cuatro años a uno de los mayores fracasos de su historia. Porque la Verdeamarelha es la selección con más títulos mundiales, pero los germanos son, con diferencia, el equipo más regular del campeonato. El fútbol ha cambiado, la hecatombe es máxima.

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