Hacer a Morata Balón de Oro o cómo entender el desastre defensivo del Real Madrid en el derbi

"He pensado en lo que ha dicho el míster, que mañana los niños vayan al colegio con la camiseta del Atleti y estén orgullosos de nosotros". Así resumió Álvaro Morata, el héroe de la noche, la victoria del Atlético de Madrid frente al Real Madrid (3-1) en el derbi, el primer gran partido de esta temporada en la Liga. Un triunfo que supo a redención tras la debacle vivida en Valencia, especialmente para el delantero, muy cuestionado desde que regresó al club colchonero. Tanto que, este mismo verano, se especuló, de nuevo, con una posible salida de la capital.

Morata es un perfil parecido al de Julio Salinas, porque es capaz de lo mejor y de lo peor. De errar goles cantados y de marcar cuando la situación es complicada. Con el pundonor no siempre alcanza en los equipos de élite. Y lo estaba notando, por eso era tan importante para él una noche como esta. Por la dosis extra de confianza que le genera, más allá de la victoria frente al eterno rival.

La mala defensa del Madrid

Esa especie de connivencia de la defensa del Madrid fue fundamental para que Morata se erigiera en la figura del partido. El delantero fue capaz de rematar dos balones de cabeza dentro del área, casi en la pequeña, en un fallo más propio de benjamines que de profesionales. Por algo dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

Haber pasado por el Madrid seguro que le ha servido a Morata para saber que dos goles no son un knockout suficiente frente a los blancos. Kroos recortó distancias porque no iban a entregar tan rápido la cuchara. Ese despertar recordó a las peores pesadillas que habían vivido los colchoneros frente al eterno rival. No era momento de que aparecieran viejos fantasmas en una noche que apuntaba a quedarse para la historia.

El Cholo, conocedor de este tipo de situaciones, apeló al sentimentalismo, un aspecto muy colchonero. Y Morata tomó nota. Los niños tenían que ir contentos al colegio y solo había una forma de lograrlo: conseguir la victoria. El arranque de la segunda mitad fue igual que el de la primera y así llegó el tercer tanto, con otro cabezazo del delantero. Es probable que Kepa haya tenido pesadillas con él.

Las idas y venidas de Morata

Muchos no entienden que todavía continúe en el Atlético de Madrid, por las propuestas que ha tenido a lo largo del verano y por su escaso encaje en el equipo. No es la primera vez que un futbolista está más fuera que dentro de un club y es capaz de redimirse. Porque los delanteros apelan a los goles como los feligreses a su divinidad. La fe es cuestión de cada uno y en algunos casos mueve montañas.

Simeone dijo en una ocasión que "hay dos cosas de las que uno no puede cambiar, de madre y de equipo". Morata ha cambiado de club, además, eternos rivales entre sí. Como la teoría del Cholo no se cumple en este caso, habría que recurrir a Eduardo Sacheri, que explicó en El Secreto de sus ojos que el hombre no puede cambiar de pasión. Y la del delantero del Atleti siempre ha sido marcar goles, ya fuera de blanco o de rojiblanco.

El aplauso del público, ese que tanto ha deseado, fue el epílogo perfecto para una noche de ensueño. La afición ha gritado pocas veces su nombre, así que es sensato pensar que Álvaro guarde en el recuerdo este día durante muchos años; quién sabe si durante toda su vida. Porque hay veces en las que la voluntad no es suficiente. Y otras en las que precede al acierto. La noche frente al Madrid fue una de ellas. De las que Morata utilizó el disfraz de Salinas.