Es noticia
Ancelotti, ortodoxia y élite: este Madrid tiene futuro y una joya incrustada, Bellingham
  1. Deportes
  2. Fútbol
CANDIDATOS AL TÍTULO

Ancelotti, ortodoxia y élite: este Madrid tiene futuro y una joya incrustada, Bellingham

Los blancos hicieron su presentación en esta Liga con una victoria en San Mamés. Su nuevo fichaje, el inglés Bellingham, ha demostrado que se ha adaptado a la perfección al equipo

Foto: Los jugadores agradecen el apoyo de la afición. (EFE/Javier Zorrilla)
Los jugadores agradecen el apoyo de la afición. (EFE/Javier Zorrilla)

El final de la pretemporada más pelmaza de la historia del Real Madrid fue un triunfo en sí mismo. El partido frente al Athletic de Bilbao debería haber comenzado con un minuto de silencio por toda esa picaresca que ha florecido en los alrededores del Bernabéu, y que se dedica a comer íntegramente del cadáver viviente de Mbappé. De su presunto advenimiento. Un jugador que siempre está a la misma distancia del club. Pero, a través de un juego de simulaciones y silencios, consigue apoyarse en el deseo infinito del club blanco para obtener contratos cada vez más jugosos.

Todo es previa del Madrid hasta que el equipo juega. Esta es una sentencia infantil y, por tanto, verdadera. Así que el sábado a las 21:30 se paró el reloj insufrible de la pretemporada, y comenzó lo real. Antes de lo real había sobrevenido la catástrofe: la lesión de ligamento cruzado de Courtois, el principio del equipo. Sin principio ni fin, así se presentaba el club blanco en el atolladero de Bilbao. No estaba Kroos de mediocentro. Tras tantos años, todo había cambiado. La renovación del equipo era hoy. Un nuevo mundo sin pensadores, sin una zona en tres cuartos —la zona Benzema— donde todo se paraba y ocurría de nuevo.

Un equipo con seis canteranos, por cierto. Lunin, Carvajal, Fran García, Fede Valverde, Vinícius y Rodrigo. Y otros cuatro jugadores, Belligham, Tchouaméni, Militao y Camavinga, fichados en su adolescencia para que se construyan ante las cuatro torres de la Castellana.

placeholder Bellingham marcó el segundo gol. (Reuters/Vincent West)
Bellingham marcó el segundo gol. (Reuters/Vincent West)

La adaptación de Bellingham

Dos estructuras ferruginosas rozándose, chocando sin miramientos, escapando por los laterales. Todo ruido, ningún silencio. Así comenzó el encuentro. Fútbol contemporáneo. Ese tipo de infierno al que en el Madrid ponían freno Modric, Kroos y Benzema. Y ahora nadie. El equipo blanco se fue desenvolviendo mejor en esa batalla perpetua. Eran dos líneas tensas que, sin llegar a avasallar, parecían impenetrables. Un 4-4-2 en defensa que se volvía un rombo ambiguo —por la omnipresencia de Bellingham— en ataque. Fran García se escapaba por la banda y quería llegar a la siguiente jugada antes de comenzarla. Es rápido y tajante. Se desenvuelve muy bien en ese juego de pausas y aceleraciones con el que va a tener que convivir, Vini mediante. Pero, en esas jugadas en el alambre, en salida, donde la pelota le viene tensa o loca, nunca católica, el chico las suele perder cuando lo aprietan, y le van a apretar.

El equipo era capellista. Físico para aterrorizar, devenir constante y el exquisito solo para dar el pespunte. ¿Y quién era el exquisito? Toda la murga inmisericorde que se ha dado con Mbappé ha tenido un efecto positivo: esconder la llegada del prodigio inglés, al que se le ha mirado en el verano como un fichaje más. Jude no causó un tsunami, fue una marea que subía sin pausa y que se adueñó del partido de punta a cabo. En la primera parte, fue a la guerra. Es duro y recupera abajo, va al suelo y su elasticidad le permite surgir con la cabeza levantada de los sitios donde otros se hacen un nudo. Marcó un gol, el segundo, en semifallo. Un toque extraño y genial que vino de ninguna parte, como aquellos de Zizou. El gesto estético del inglés es reconocible desde muy arriba. Conduce y quiebra con un subrayado y lleva la pelota como un cisne; la cabeza arriba y las piernas al compás. No organiza, mejora las jugadas. Sale con facilidad de los atolladeros y para descubrir los horizontes donde se esconden Vinícius y Rodrigo.

Bellingham como Karim o Zidane es de acero reforzado, y, a la vez, tiene un cuerpo humano hecho para evitar la tierra y pisar solo las estrellas. Todo eso pareció esta primera vez. Fue el jugador del partido.

placeholder Rodrygo fue el autor del primer gol del Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Rodrygo fue el autor del primer gol del Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Las ganas de Vinícius

Vinícius hizo su juego del último año, pero con menos ganas. De repente, con la severa complejidad que alcanzó el Madrid, su juego pareció algo banal. Un chico que solo corre y regatea hacia adentro. Algo notó el brasileño, porque hizo una jugada inverosímil, con recortes y regates llenos de acelerones y cristales que nunca se habían visto y que nunca se volverán a ver. Definió mal, a la antigua, y se quedó con la amargura.

Valverde seguía haciendo cobertura tras cobertura cuando Rodrigo hizo el gol. Un gol extraño en el sentido de que no fue limpio, y Rodrigo es, ante todo, un jugador que gusta de salir limpísimo de las peores ciénagas. Estuvo Carvajal de por miedo, siempre en la antesala de la noticia. Sabe cuándo tiene que luchar hasta el final, tiene aquella cualidad tardofranquista del pundonor. Va en el momento justo, cuando a los rivales se les abre la duda. Y, por ahí entró Rodrigo, se quedó esperando el penalti en el área y, como no llegó, disparó duro y al primer palo. A lo Cristiano. Esos goles suelen entrar y valen lo mismo que los demás. El partido se había ido decantando y a partir de ahí, ya no hubo más que un acorazado blanco navegando las olas bilbaínas.

Tantos años después, y Benzema no estaba. Se le echaba en falta como se echa en falta la infancia o el sitio donde uno fue feliz. Era el sumo sacerdote de nuestra religión, la religión del agua. Esa pausa en la mediapunta, que era casi una nostalgia de un mundo mejor, ya no existe.

Foto: Álvaro Rodríguez celebra el gol a Atlético de Madrid. (EFE/Juanjo Martín)

Otras canteras, otros mundos

¿De dónde sale Bellingham? ¿De dónde surgió Tchouaménique hizo un partido fenomenal, de profesión mediocentro— o Camavinga? De otras canteras no contaminadas por el avasallador triunfo moral del juego de posesión español. La moral reduce la libertad del ser humano a un gesto conservador, repetitivo, ajeno al riesgo. En el fútbol español se impuso una ley moral, el tiki-taka. Y ese estilo victorioso colonizó todas las canteras con su correlato ético. Parecía el fin de la violencia, el inicio de una nueva era de compañerismo y pases amables entre amigos.

Sin embargo, en el fútbol francés o en el inglés no hay nada de eso. Solo chavales desarrollando su libertad, su egoísmo infantil para conquistar ese trozo de cielo cada vez más pequeño que se ve desde el césped del Bernabéu.

Ancelotti ha construido un vehículo blindado hecho para transitar el planeta más hostil sin perder la compostura

Penetrar en el Madrid era penetrar en un laberinto de hierro. Los bilbaínos apenas si tuvieron oportunidades en la segunda mitad con Modric y Kroos jugando a algo muy diferente. Ese juego de espejos y engaños que ahora llega a su fin. Militao tuvo una mala pisada y se fue con los peores augurios. El púbico vasco lo ovacionó al salir. Fue un final hermoso a un partido que es una revelación.

Ancelotti ha vuelto del revés las expectativas cochambrosas que este equipo sin portero y sin delantero centro tenía. Y ha construido un vehículo blindado hecho para transitar el planeta más hostil sin perder la compostura.

El final de la pretemporada más pelmaza de la historia del Real Madrid fue un triunfo en sí mismo. El partido frente al Athletic de Bilbao debería haber comenzado con un minuto de silencio por toda esa picaresca que ha florecido en los alrededores del Bernabéu, y que se dedica a comer íntegramente del cadáver viviente de Mbappé. De su presunto advenimiento. Un jugador que siempre está a la misma distancia del club. Pero, a través de un juego de simulaciones y silencios, consigue apoyarse en el deseo infinito del club blanco para obtener contratos cada vez más jugosos.

Real Madrid
El redactor recomienda