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Luis Enrique y Messi, obligados a firmar una tregua ante el Atleti para no tirar la Liga
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la cuerda sigue y seguirá muy tensa

Luis Enrique y Messi, obligados a firmar una tregua ante el Atleti para no tirar la Liga

Que hay tensión entre Messi y Luis Enrique es obvio. Pero el Barça sigue compitiendo y ahora le llega al Camp Nou el peor rival posible, el Atlético de Madrid

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“Me va la gresca, la juerga”. No había ninguna duda al respecto, en realidad. Para ser entrenador de este Barcelona hay que ser capaz de soportar una inconmensurable cantidad de pascales de presión sobre los hombros, la cabeza y el alma. Luis Enrique dice que lo sabía cuando aceptó el cargo en su momento y lo mantiene una vez que han pasado varios meses y una vorágine ha absorbido cualquier atisbo de importancia deportiva en el entorno azulgrana. Lo más destacable ya no es lo que pase en el campo, sino lo que diga Luis Enrique, lo que supuestamente exija Messi y lo que convoque Bartomeu. El fútbol ya es secundario en la jauría culé.

Pero el entrenador del Barça no tiene ninguna intención de ponerse a desmentir nada de lo que se ha dicho, se haya dejado de decir o se haya hecho o esté por hacer. Una medida, según parece, para no enturbiar aún más el sucio ambiente que rodea Can Barça. Tiene cierto sentido, claro. El que se limpia las manos no se mancha, como bien sabe Pilatos. Sin hablar no hay daño. ¿O sí? Sea o no sea Luis Enrique, en el Barcelona alguien debería tomar la palabra y explicar con pelos y señales todo lo que está pasando porque será la única forma liberar presión de verdad. ¿Por qué no se hace? Porque rodarían cabezas, y puede que la primera fuera la de Luis Enrique.

Quizás no haga falta que diga que su relación con Messi no es la mejor ya que resulta del todo evidente. Y llevarse mal con el emblema del Barça es probablemente la peor idea que se puede tener como miembro del equipo culé. Es una especia de firma a una sentencia de muerte indiscutible que se ejecutará a lo largo de la temporada. Puede que al final de la misma, puede que antes, pero no se sale vivo de ahí. Bien lo sabe el Tata Martino, sin ir más lejos.

En su opinión, bastante discutible por cierto, en la grada del Camp Nou no se vive ninguna diferencia, ni división entre los que se decantan por Messi (muy buena parte del barcelonismo) y los que le apoyan más a él. Contra el Elche, en Copa, con la entrada más baja de toda la temporada (27.099 espectadores), hubo una pequeña parte de los presentes que comenzaron a corear el nombre del entrenador. “Luis Enrique, Luis Enrique, Luis Enrique”, se oía de fondo mientras unos silbidos ponían la música a la canción a capela. Es decir, unos quieren a Lucho, y otros no.

Pero como ya comprobamos en este periódico, hay también una amplísima mayoría de los lectores de El Confidencial que consideran éste el momento oportuno para traspasar a Leo Messi. Más de 5.000 votos después, el 84% de los votantes dijeron que vender a Messi era buena idea. Que no tienen por qué ser azulgranas los que dieron su voto, por supuesto, pero la encuesta refleja claramente que Messi ya no resulta tan intocable como parecía para la opinión pública. Es lógico dudar que se hubiese dado ese resultado abrumador hace un par de años.

No faltan muchos protagonistas de esta historia por reconocer que hay una tensión incómoda en el Barça. De hecho, falta Messi y poco más. El problema en todo esto es que aunque se hable menos de fútbol que de otra cosa, al final este equipo va a seguir jugando. Y si los resultados siguen sin acompañar en demasía, va a haber aún más problemas. Y en medio de la tormenta, llega al Camp Nou el Atleti, el campeón de Liga, ese que ya “no engaña a nadie”, como dijo Lucho. El mismo equipo que ganó con rotaciones al Real Madrid invencible es el primer rival de entidad al que se enfrenta el Barça después del anuncio de las elecciones anticipadas. No es, que digamos, el enemigo más cómodo al que enfrentarse en estos días de incertidumbre sin fin. Debería ser el momento en el que Messi y Luis Enrique firmen una tregua para no morir.

Y claro, al Barça le toca competir y bien, además. La derrota en Anoeta no fue tan grave porque el Madrid se la pegó en Mestalla, pero pudo ser un golpe mortal. Si no ocurrió entonces, puede que sí suceda ahora. El Atleti es uno de esos equipos que puede ganar en el Camp Nou por la enorme calidad que tiene y lo magníficamente bien que es capaz de disputar este tipo de partidos bajo presión. Ambos equipos se encuentran ahora mismo empatados a 38 puntos, a uno del líder, que tiene un partido menos, eso sí. Lo normal sería que el Real ganase al Espanyol en casa.

Es decir, que uno de los dos, o Barça o Atleti, se va a alejar. Y si el Madrid le gana al Sevilla en el choque aplazado, el que pierda este domingo puede decir adiós a la Liga. De ser el Barça el afectado, no solo subirían terriblemente los pascales, sino que puede que Luis Enrique ya deje de tener toda la gresca y la juerga que le gustaría.

“Me va la gresca, la juerga”. No había ninguna duda al respecto, en realidad. Para ser entrenador de este Barcelona hay que ser capaz de soportar una inconmensurable cantidad de pascales de presión sobre los hombros, la cabeza y el alma. Luis Enrique dice que lo sabía cuando aceptó el cargo en su momento y lo mantiene una vez que han pasado varios meses y una vorágine ha absorbido cualquier atisbo de importancia deportiva en el entorno azulgrana. Lo más destacable ya no es lo que pase en el campo, sino lo que diga Luis Enrique, lo que supuestamente exija Messi y lo que convoque Bartomeu. El fútbol ya es secundario en la jauría culé.

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