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El infalible laboratorio del Cholo
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7 goles a balón parado en 8 partidos del atleti

El infalible laboratorio del Cholo

En el triunfo por la mínima en Almería, el Atlético volvió a demostrar su poderío en las jugadas a balón parado, donde han logrado siete goles en 8 partidos

Foto: Godín, uno de los estiletes ofensivos a balón parado del Atlético de Madrid.
Godín, uno de los estiletes ofensivos a balón parado del Atlético de Madrid.

Sin gol, pero con estrategia. Cuando la angustia sobrevuela el ambiente y los corazones rozan el colapso, aparecen una cabeza o una oportuna pierna dispuestas a salvar los muebles y hacer que los colchoneros miren al futuro con optimismo y aparquen, aunque sea por un rato, sus miedos y preocupaciones. Grosso modo, y con algún matiz, éste es el sentir que invade a los atléticos desde que Diego Pablo Simeone regresó a la ribera del Manzanares en el invierno de 2011 para hacerse cargo de un banquillo en peligro de derrumbe. Un guión que el pasado miércoles en el Estadio de los Juegos del Mediterráneo de Almería volvió a transformar la impotencia en alegría en apenas un chispazo. Lo que tardó Koke en servir al primer palo un corner desde la derecha para que Miranda, quién si no, cabeceara con poderío y diera un merecido triunfo al Atlético (0-1).

Al final, el Atlético hizo añicos el maleficio que le impedía conocer la victoria en la renovada casa de la UD Almería. Sus cinco anteriores visitas se habían saldado con dos derrotas y tres empates. A la sexta llegó el triunfo. Y sí, como casi siempre, exprimiendo hasta la extenuación una pizarra que sigue salvando la papeleta cuando más feas pintan las cosas. Y eso que en el arranque pareció contagiarse el Atlético del inhóspito ambiente que envuelve una plaza moderna donde los almerienses no suelen acudir en tromba (poco menos de 12.000 espectadores). Ante el sopor del primer acto, el colegiado no quiso prolongar la agonía. Tres segundos antes de llegar al 45, Gil Manzano hizo sonar su silbato. Cojan aire, respiren profundamente y vengan dentro de un cuarto de hora con otros argumentos, que estos no sirven a nadie. Los del Almería protestaron. Decían que ellos estaban encantados con las gafas en el luminoso. Un cabezazo a quemarropa de Godín tras uno de los seis saques de esquina que trataron de agobiar la meta de Rubén, y un disparo dentro del área de Raúl García, el nueve postizo de Simeone, fueron lo único potable.

Dispuso de inicio el Cholo un 4-4-2 que, previo paso por el 4-2-3-1 acabó mutando al 4-3-3, con Koke, Tiago y Saúl (salió tras el descanso para sustituir a un gris Mario Suárez) en la medular y Arda, Cerci y Raúl García en ataque. Esta vez desconocemos si, en caso de haber jugado en casa, la pasional grada del Calderón hubiera pitado el cambio de Griezmann por Alessio Cerci. Ante la apatía mostrada por el galo suponemos que el pueblo hubiera aprobado la sustitución sin rechistar. Un tibio remate de cabeza sin esperanza fue el escaso botín del hombre que ante el Celta fue un derroche de creatividad. No se siente cómodo en su faceta de segunda punta. La responsabilidad goleadora le atora y agarrota esa zurda prodigiosa que con tanto anhelo recuerdan en Anoeta. Con el italiano en el verde, el Atlético gozó de dos oportunidades claras de marcar. Una con Arda, con una inercia natural para dar el último pase antes que de ajusticiar, y otra con el propio ex jugador del Torino, ésta vez por la derecha.

En su último partido de sanción en Liga, el Cholo se mantuvo el nivel de excitación habitual. Contenido en una jaula acristalada, las huellas de sus manos se quedaron grabadas en el cristal a base de mamporros impregnados de ansiedad. Para colmo, tuvo que lidiar con un aficionado almeriense que, ataviado con la camiseta de su equipo con el ‘9’ de Álvaro Negredo a la espalda, le increpaba cada vez que tenía ocasión. Eso sí, siempre que la negra silueta del argentino no miraba al campo. Sólo rebajó la tensión con el tanto del ‘pichichi’ Miranda (tres goles en Liga). Un déjà vu que no cesa.

El brasileño revivió el tanto que consiguió en la final de Copa del Rey de 2013 en el Santiago Bernabéu, o, más cerano en el tiempo, al de hace menos de un mes ante el Eibar en el Calderón. Así logró Godín, su incansable compañero de fatigas en el eje de la zaga, la Liga en el Camp Nou y, de sutil testarazo, abrió el camino de la esperanza en Lisboa. Un camino que sólo torció la estragia de Ancelotti y la cabeza bendecida de Sergio Ramos. La estrategia como sublimación del orden y el concepto de equipo. En el pasado curso liguero, el Atlético de Madrid marcó 13 goles en jugadas de estrategia. Cinco de ellos acontecieron en las últimas nueve jornadas y supusieron 11 puntos. Una acierto brutal que aderezó con la imbatibilidad en 20 jornadas. Este año la tónica se acentúa. En los ocho partidos disputados hasta la fecha (cinco de Liga, dos de Supercopa y uno de Champions), los rojiblancos han marcado 7 de sus 11 goles tras un corner o una falta.

Ante el aluvión de voces que se alzan para loar la encomiable labor del cuerpo técnico rojiblanco en el estudio y preparación de las jugadas de estrategia, el Cholo tiene algo que decir. "Todos hablan de la estrategia, pero para que haya una acción a balón parado, hay que llegar al córner y hay que llegar a crear ese córner. El equipo lo aprovecha porque genera esa posibilidad", comentó el técnico argentino tras el encuentro en Almería. Suena a obviedad pero, como suele ocurrir en la vida, nunca está de más repetir todo aquello que se sobreentiende. Para que nadie se lleve a engaño, más que nada. Porque no hay nada más difícil es sacar partido de lo que todo el mundo espera que hagas. Si saben que Miranda remata en el primer palo un corner de Koke o Gabi, ¿por qué no lo paran? He aquí el indiscutible triunfo de este equipo.

Hace un año, antes de arrancar la que muy probablemente haya sido la mejor temporada de la historia atlética hasta la fecha, alguien muy cercano a la rutina del club desgranaba la clave del éxito en las jugadas a balón parado. “La clave es no cansar a los chicos, darles pequeñas píldoras que se aprendan rápido y así, por repetición y sin darse cuenta, acaban todos controlando con el tiempo un buen puñado de jugadas a balón parado”, reconocía. Porque si algo sacó en claro Simeone de su experiencia con los Bilardo, Bielsa, Passarella o Antic es que la repetición representa una incontestable fuente de conocimiento y sabiduría. La liturgia se lleva a cabo con disciplina militar. Cuando el Cholo tiene claro su once, aparta a los elegidos en los entrenamientos alejados de la mirada indiscreta de las cámaras que preceden a cualquier compromiso oficial.

En apenas diez minutos, una vez estudiadas al dedillo las debilidades y fortalezas del oponente, les recuerda las jugadas que, marcadas al detalle con signos del lanzador como en el baloncesto, mejor se adaptan a las condiciones del rival. Un amplio ramillete de variantes que procura no repetir para tratar de no ser previsible. Generalmente es el Cholo quien focaliza esfuerzos en los pateadores (Koke y Gabi, principalmente). El ‘Mono’ Burgos es el encargado de coordinar a los rematadores para que maximicen un oportunismo abrumador, cuya eficacia suele ser mortal. Porque bajo esa alma rockera de percha ruda, chándal perenne y cronómetro atrasado se esconde un cerebro que funciona a pleno rendimiento. Una figura insustituible en la que reside gran parte del tremendo rédito que saca el equipo en las jugadas que nacen con el balón en el piso.

Sin gol, pero con estrategia. Cuando la angustia sobrevuela el ambiente y los corazones rozan el colapso, aparecen una cabeza o una oportuna pierna dispuestas a salvar los muebles y hacer que los colchoneros miren al futuro con optimismo y aparquen, aunque sea por un rato, sus miedos y preocupaciones. Grosso modo, y con algún matiz, éste es el sentir que invade a los atléticos desde que Diego Pablo Simeone regresó a la ribera del Manzanares en el invierno de 2011 para hacerse cargo de un banquillo en peligro de derrumbe. Un guión que el pasado miércoles en el Estadio de los Juegos del Mediterráneo de Almería volvió a transformar la impotencia en alegría en apenas un chispazo. Lo que tardó Koke en servir al primer palo un corner desde la derecha para que Miranda, quién si no, cabeceara con poderío y diera un merecido triunfo al Atlético (0-1).

Diego Simeone Mono Burgos
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