Silvio Berlusconi y su último gran "acto de amor": auge y caída del todopoderoso Milan

Silvio Berlusconi ha fallecido este lunes a los 86 años. Excesivo y arrollador, Italia dice adiós a una de sus figuras más carismáticas y polémicas de la escena política, pero también a una de las más relevantes del fútbol mundial durante varias décadas. Y es que, durante casi tres décadas —en dos mandatos diferentes—, el italiano fue capaz de lo mejor y de lo peor en el AC Milan, un equipo al que llevó a la gloria y al que, también, enterró rodeado de dinosaurios en el césped.

En sus primeros años de vida, el Milan consiguió varios títulos, pero pronto quedó en la más absoluta indiferencia. No sería hasta los años 50 y primeros 60 donde viviría su primera gran época de esplendor, tanto en Italia como a nivel internacional con la recién creada Copa de Europa. Y, de nuevo, desapareció en el más absoluto ostracismo... hasta que apareció Berlusconi en las oficinas del club para llevarlo a la excelencia.

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Berlusconi llegó al AC Milan en 1986 y, con él, llegó la revolución: jóvenes valores del club como Paolo Maldini, Alessandro Costacurta, Franco Baresi o Mauro Tassotti fueron claves, junto a fichajes de renombre como Roberto Donadoni, Carlo Ancelotti, Frank Rijkaard, Ruud Gullit o Marco van Basten, entre muchos otros. Acababa de nacer el gran Milan de los años 90, con Fabio Capello y Arrigo Sacchi como entrenadores que tocaron la gloria.

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Aquel equipo hizo historia en el fútbol mundial, teniendo continuidad en los primeros años del nuevo siglo, con jugadores de talla mundial como Dida, Alessandro Nesta, Andrea Pirlo, Clarence Seedorf, Kaká, Rui Costa, Filippo Inzaghi o Andriy Shevchenko, entre muchos otros, volvió a vivir una época gloriosa, tanto en Italia como a nivel internacional. Pero, entonces, el equipo rossonero se encontró con un problema: incapacidad absoluta para su renovación.

Tras coger el equipo en 1986, Adriano Galliani se hizo con el equipo de manera interina de 2004 a 2006. Berlusconi volvería de nuevo al Milan en 2008, aunque en 2012 retomaría el cargo Galliani, hasta que Berlusconi decidió vender el equipo: "Hace 30 años, compré el Milan por amor. Ahora, lo vendo por un acto de amor aún más grande", afirmaba. Pero ¿por qué el presidente más glorioso del club decidía dar un paso al costado con el equipo de sus amores?

Con Berlusconi como presidente, el Milan ganó ocho Scudettos, una Copa de Italia, seis Supercopas de Italia, cinco Champions League, tres Mundiales de Clubes y cinco Supercopas de Europa, pero había llegado el momento de salir del equipo. Y es que el Milan se convirtió en un cementerio de elefantes, con un equipo plagado de veteranos con sueldos elevados y escaso rendimiento sobre el césped, convirtiéndose en un equipo anquilosado, sin renovación y abocado a los fracasos.

Ronaldo Nazario, Ronaldinho, Robinho, Rivaldo, Redondo, Cassano o la segunda vuelta de Kaká fueron algunos de los claros ejemplos, coincidiendo con la veteranía de los Maldini, Costacurta, Ambrosini, Inzaghi, Seedorf, Abiatti, Kaladze o Jankulovski. El equipo dejó de ser competitivo y llegaba el momento de la renovación. Pero no a base de talonario, sino fomentándola desde la base y buscando jóvenes canteranos que sintieran el escudo y los colores.

Tras la salida de Berlusconi, tuvieron que pasar varios años para que el Milan volviese a reverdecer sus viejos laureles, ganado el Calcio el pasado curso y alcanzando las semifinales de la Champions esta temporada. Tras abandonar definitivamente el conjunto rossonero, se había hecho con el Monza, donde ejercía de nuevo como presidente, aunque en cotas mucho más modestas del fútbol italiano. Auge y caída de un hombre que vivió las dos caras de la moneda con el equipo de su corazón.