Ancelotti 'copia' a Zidane y descubre la unidad B para revitalizar al Madrid cuando más lo necesita

El Real Madrid afronta este jueves un partido fundamental para sus aspiraciones en la presente temporada. El conjunto blanco parece haber recuperado parte del vuelo perdido en los últimos meses, donde un pequeño bache de resultados le ha llevado a quedarse sin el liderato de la Liga y sin el título en la Supercopa de España. Ahora, tiene un derbi en los cuartos de final de la Copa para dar un puñetazo sobre la mesa y confirmar que el equipo está volviendo a encontrar su mejor versión. Y los responsables son la conocida como unidad B.

La temporada 2016-17 sigue siendo muy recordada por la afición madridista, en buena parte por el doblete logrado con los títulos de Liga y Champions. Sin duda, un logro para enmarcar, pues no es nada sencillo hacerse con los dos grandes títulos en un mismo curso. Aquella campaña dejó de manifiesto que el gran éxito de Zinedine Zidane, por aquel entonces técnico blanco, radicó en ser capaz de sacar el mejor provecho de su plantilla y de dar muchas oportunidades a los jugadores menos habituales. Y el equipo no defraudó.

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Zidane, que no era excesivamente amigo de las rotaciones, supo dar su lugar a cada jugador y logró meter en dinámica de competición a una plantilla larga. O, dicho de otra manera, consiguió tener enchufados a 19-20 jugadores, cuando lo habitual en un equipo es que solo lo estén 14 o 15. ¿El resultado? Tener a todos los integrantes del equipo a disposición para jugar en cualquier momento, motivados y, sobre todo, hacerlos partícipes del éxito colectivo a lo largo de la temporada.

Aquel curso, la llamada unidad B estaba formada por jugadores como Raphaël Varane, Nacho Fernández, Danilo, Mateo Kovacic, James Rodríguez, Isco Alarcón, Marco Asensio, Lucas Vázquez o Álvaro Morata, eso sin contar con otros que no tuvieron demasiados minutos como Achraf Hakimi, Marcos Llorente o Martin Odegaard. Una plantilla realmente completa en la que los jugadores menos habituales son, en muchos casos, jugadores de renombre a día de hoy.

Han tenido que pasar seis cursos para que, después de mucho tiempo, el Real Madrid vuelva a contar con una importante unidad B. Ya la pasada temporada, Ancelotti confirmo que la columna vertebral de su equipo era intocable y que, siempre que pudiera, jugaría con su equipo de gala, donde los retoques estéticos para descargar de minutos a piezas fundamentales no entraban en sus planes. Y fue un pilar del éxito, contando con varios jóvenes de refresco como revulsivos que daban vitalidad y brío al equipo en los minutos finales de cada encuentro. De hecho, fue una de las claves de las famosas remontadas de la Champions.

Pero esta temporada, la situación ha cambiado. El Mundial a mitad de campaña y el enorme cansancio acumulado por los jugadores -lesiones incluidas- en este inicio de curso, ha provocado que varios estandartes del equipo se hayan caído físicamente, lo que ha obligado a Carletto a improvisar un plan secundario. Y el técnico italiano se ha visto gratamente sorprendido cuando ha mirado al banquillo y ha descubierto que muchos de esos jugadores menos habituales son capaces de mantener la talla en el Real Madrid. Ancelotti ha descubierto una nueva unidad B.

La aparición de jóvenes talentos como Eduardo Camavinga, Aurélien Tchouaméni y Rodrygo Goes, así como de otros más asentados, como Fede Valverde, Dani Ceballos, Marco Asensio, Nacho Fernández, Antonio Rüdiger o Lucas Vázquez le han confirmado al entrenador que puede confiar incluso los menos habituales para llevar el peso de los partidos. Incluso futbolistas que esta temporada no han tenido prácticamente apariciones, como es el caso de Jesús Vallejo, llegaron ser importantes el pasado curso en el tramo final de temporada. Ancelotti ha conseguido 'copiar' al mejor Zidane, aunque el equipo tiene una diferencia: el gol.

En aquel Madrid de la 2016-17, cuando Cristiano o Benzema no estaban del todo finos, contaba con jugadores como Morata o Asensio que estaban en racha con el gol. En esta ocasión, Mariano y Eden Hazard, los encargados de anotar cuando no está el Balón de Oro sobre el césped, no saben dar la talla y solo suman un gol entre los dos en todo el curso. De momento, esta faceta está bien cubierta por la aportación de la medular, pero ya veremos qué ocurre cuando llegue la hora de la verdad. Y el partido entre Atlético es, sin duda, una final adelantada.