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El fantasma de Cristiano Ronaldo recuerda que hay rupturas que solo salen a perder
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los errores del verano se notan en invierno

El fantasma de Cristiano Ronaldo recuerda que hay rupturas que solo salen a perder

Cristiano Ronaldo y el Real Madrid rompieron con trauma el pasado verano. Ahora a los blancos le faltan gol y al luso le falta el espíritu del Madrid. Mariano su 'sucesor', se quedó en la grada

Foto: Vinicius se lamenta tras uno de sus fallos en el Real Madrid-FC Barcelona- (Miguel J. Berrocal)
Vinicius se lamenta tras uno de sus fallos en el Real Madrid-FC Barcelona- (Miguel J. Berrocal)

Sí, es ventajista pensar en Cristiano Ronaldo en una noche en la que el Real Madrid perdió otra competición. Y, sin embargo, es casi imposible no hacerlo. Sí, es cierto, hubo ocasiones suficientes para que el desenlace fuese otro, para que el equipo blanco llegase a la final del Benito Villamarín. Por eso mismo, porque las opciones existieron pero nadie fue capaz de meterlas en la portería, en el ambiente flotaba el espíritu de uno de los mejores jugadores de la historia del club, que se fue el pasado verano entre celos y malas caras. Que dejó un vacío evidente, de un equipo que marcaba sin merecerlo a otro que lo merece pero no le llega.

Unas horas antes del encuentro, cuando los jugadores todavía paseaban los nervios en el hotel, se supo que Solari mandaba a la grada a Mariano. Esto, que en sí es solo una decisión sin más, porque tampoco el futbolista es una superestrella, explica mucho de los males que tiene el Real Madrid esta temporada. El hispanodominicano es el único delantero puro del equipo. Se le fichó en verano a última hora, levantándoselo al Sevilla, con la idea de que fuese un suplente de lujo que pudiese marcar mucho en muy poco tiempo. Todos los planes que se hicieron con él fueron estériles: no es que no acierte, es que ni siquiera su esfuerzo es suficiente para que le consideren para el banquillo.

Foto: Vinicius, tras fallar durante el Real Madrid - Barcelona de Copa del Rey (Reuters)

Y ese, 'grosso modo', fue el cambio del Madrid. Cambiar a Cristiano por Mariano y rezar. Pensar que Bale no se iba a lesionar, que Asensio iba a convertirse en un goleador constante o que Benzema iba a dejar de ser Robin para convertirse en Batman. De todo esto, lo más parecido a la realidad ha sido esto último, pues Benzema está haciendo una gran temporada. Ahora, no ha dejado de ser él, un jugador que ayuda, hilvana y entiende el fútbol, pero que no tiene una obsesión por el gol, lo considera solo una más de las artes del fútbol. Nadie pensó en Vinicius como solución al equipo, se le consideraba en estado embrionario. Ha salido de todo eso un futbolista, más rápido incluso de lo que se esperaba, pero desde luego no un goleador.

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FOTO ©MIGUEL BERROCAL

El gol como único principio

Los grandes goleadores desprecian el pase, el centro, el regate y todo lo demás. Para ellos la vida primero es gol, luego es gol y, más adelante, también gol. Cristiano Ronaldo, ese que se puso una camiseta blanca y negra y se marchó del Real Madrid, era exactamente así. A veces, hasta el paroxismo. Incluso hasta la mala educación. No siempre fue ejemplar, no cabe duda, pero lo que nadie le puede negar es el hambre, su contribución en goles, esa inmensa capacidad de sacar rendimiento del equipo cuando sus compañeros estaban a la altura y de la nada cuando el equipo naufragaba. Es, en números, el mejor goleador de la historia blanca.

Cómo no se le va a echar de menos, si durante años era la solución única para todos los problemas. Es posible analizar los equipos en los que jugó Cristiano y ver muchas más carencias que en el Madrid de este año, y algunas de ellas son incluso atribuibles al luso, a su ambición y a esa manera tan suya de reprochar a sus compañeros sus errores. A veces no fue el más combinativo ni el más generoso, pero siempre, desde el día en el que empezó a vestir de blanco, le quitó a sus compañeros la parte nuclear de lo que se necesita para ganar un partido: marcar goles.

Y claro, justo cuando termina el Clásico y el Real Madrid vuelve a quedarse en la calle, y las pocas opciones de terminar la temporada se van menguando, es imposible no recordar al jugador que muchas veces, muchas, perdió contra el Barcelona, pero que también fue, durante nueve años, el principal argumento del club para plantarle cara. Del mismo modo que esta Copa del Rey el Madrid la ha perdido única y exclusivamente por la falta de gol, tiene motivos para temer en la Champions. No son pocas las eliminatorias que se decidieron por el genio de un jugador que es historia de este club.

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Cristiano Ronaldo muestra su mano a la grada del Metropolitano. (Efe)

El lamentable final

Se rompió el amor (de tanto usarlo). Hubo un momento en el que Cristiano no estaba cómodo ni en el país, ni en la ciudad ni, sobre todo, en el club con su presidente, Florentino Pérez. El constructor tampoco acostumbra a ceder, como le pasa al delantero, no está en su naturaleza la negociación fácil, ni ceder con el que tienes enfrente ni aceptar una posición de inferioridad. Así que llegó un punto en el que la relación que tan fructífera fue, la del club —y su presidente— y Cristiano que saltó por los aires sin posibilidad de arreglo. Se fue mal del Madrid, porque tampoco había otra forma posible de que se fuese. Él siempre se considerará una víctima, el club verá en él una pieza prescindible.

El fantasma que cruzaba la Castellana en esta noche de febrero no fue lo suficientemente intenso en el verano como para que Florentino viese que el caos era quedarse como estaba. Decidió, inexplicablemente, no fichar más que remiendos. No es que no hubiese dinero, esto es el Real Madrid. La inversión quedó en un portero —muy bueno, pero prescindible—, en un suplente del lateral derecho y en un delantero que, por lo que se ve, no da siquiera para el banquillo. Y lo que dejó de gastar, que igual ha ido por miedo a un bonito tejado, es la diferencia entre un muy buen equipo y otro que se queda corto.

Hace solo una semana, Cristiano Ronaldo se desquiciaba en el Metropolitano. Su equipo perdió 2-0 y le dio para entender que el fútbol es mucho más difícil cuando no se está en el Real Madrid. Este miércoles, a pocos kilómetros de allí, el Real Madrid falló una docena de ocasiones claras y vio cómo el Barcelona le aplastaba con un par de manotazos mal contados. El fútbol también es mucho más difícil sin Cristiano. Hay relaciones que se rompen porque no hay otro remedio, porque ya no son soportables y tienen pasada la fecha de caducidad, pero una cosa es que se pierdan y otra que lo que llegue después sea mejor que lo que se dejó atrás.

Sí, es ventajista pensar en Cristiano Ronaldo en una noche en la que el Real Madrid perdió otra competición. Y, sin embargo, es casi imposible no hacerlo. Sí, es cierto, hubo ocasiones suficientes para que el desenlace fuese otro, para que el equipo blanco llegase a la final del Benito Villamarín. Por eso mismo, porque las opciones existieron pero nadie fue capaz de meterlas en la portería, en el ambiente flotaba el espíritu de uno de los mejores jugadores de la historia del club, que se fue el pasado verano entre celos y malas caras. Que dejó un vacío evidente, de un equipo que marcaba sin merecerlo a otro que lo merece pero no le llega.

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