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El Atleti, el peor enemigo de su destino: ni Morata ni Correa olvidarán Dortmund
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4-2 en Alemania y eliminados de la Champions

El Atleti, el peor enemigo de su destino: ni Morata ni Correa olvidarán Dortmund

Ambos mano a mano fallados por los delanteros colchoneros estarán en la cabeza de los aficionados los próximos días. Ocasiones tan claras como esas deciden las eliminatorias

Foto: Correa, antes de fallar el mano a mano. (Reuters/Wolfgang Rattay)
Correa, antes de fallar el mano a mano. (Reuters/Wolfgang Rattay)

Son dos instantes, dos momentos que quedarán en la retina colchonera, al menos en las próximas semanas, para otros, para la eternidad. Son Ángel Correa y Álvaro Morata, camino a la portería del Borussia Dortmund. Son carreras en las que se ven superiores, en las que notan la ventaja ante el portero. Pero en las que el miedo escénico los invade. Y piensan. Y en la Champions no se puede pensar, porque fallas. Y el error te penaliza, te hunde, te deja fuera de la Copa de Europa cuando todo parecía más a tu favor. Un 4-2 en el marcador, 5-4 en el global, que acaba con los sueños rojiblancos.

Son dos momentos en los que tiempo se congela, en los que todos los colchoneros desplazados a Alemania empujan. Son dos segundos que sirven como augurio de los vientos, los malos que están por venir. Son dos jugadas que son el preámbulo de una noche aciaga, de esas que servirán para valorar lo bueno que venga en el futuro.

Los fallos, sin embargo, sirven como aprendizaje. Son dos errores que dejan al equipo fuera de la Champions, la competición soñada. Esa que añoran en El Metropolitano. La kryptonita, hasta ahora, de Simeone, por mucho que haya elevado (y mucho) el nivel de un equipo que nunca había estado tantas veces en la máxima competición continental.

Son los errores de dos jugadores distintos, pero complementarios. Es el protagonista habitual, el que falla el día que los focos apuntan a él. Y es el revulsivo cuya trascendencia es asidua en los días menos afortunados. A pesar del error, Correa marcó y puso a su equipo por delante en la eliminatoria antes de los tres minutos de infarto que congelaron al Atleti en Dortmund.

placeholder Morata falló una ocasión clara en Dortmund. (EFE/Yoan Valat)
Morata falló una ocasión clara en Dortmund. (EFE/Yoan Valat)

El recuerdo de Lino

Estos dos fallos, no obstante, no resumen la eliminatoria, porque dos acciones no son la síntesis de 180 minutos. Además, fueron dos partidos en los que pasó de todo. Quizá sean el ejemplo de que hay que marcar en la Champions, de que perdonar se paga. Y Simeone lo confirmó, pero en referencia al 3-0 que tuvo Samu Lino en la ida.

Es una eliminación que duele, porque el Borussia Dortmund era la cenicienta del sorteo, el rival deseado por todos. Pero hay regalos envenenados. Facilidades que se transforman en dificultades, como si la Champions fuera una novela de Albert Camus. Y el Atleti hubiera entrado dentro de El mito de Sísifo. Nadie daba un duro por los rojiblancos hace dos meses, la evolución de las eliminatorias y el favorable sorteo acabó por situar al equipo de Simeone como un serio candidato. Duele más por eso.

placeholder El Dortmund celebró el pase a semifinales. (EFE/Yoan Valat)
El Dortmund celebró el pase a semifinales. (EFE/Yoan Valat)

Tres minutos de infarto

Son tres minutos que equivalen a un puñal en el corazón. 180 segundos que dejan anonadados a todo el banquillo, porque el equipo estaba bien. Era una segunda parte más que digna, de gallardía. Un segundo tiempo que dignificaba los valores del equipo, ese coraje y corazón al que alude el himno.

Es una derrota que duele más que nunca, como le pasó a Giménez. Son sus gestos de desolación, por saber que enfrente estaría el PSG. Por saber que la gloria estaba cerca. Por entender que volverían a unas semifinales, lugar conocido que no frecuentan desde 2017. Eso, sin embargo, tendrá que esperar. Hay derrotas que se explican con errores, pero no con los de la pasada noche. Aunque todos recordaremos esas dos carreras, esos dos uno contra uno.

Son dos instantes, dos momentos que quedarán en la retina colchonera, al menos en las próximas semanas, para otros, para la eternidad. Son Ángel Correa y Álvaro Morata, camino a la portería del Borussia Dortmund. Son carreras en las que se ven superiores, en las que notan la ventaja ante el portero. Pero en las que el miedo escénico los invade. Y piensan. Y en la Champions no se puede pensar, porque fallas. Y el error te penaliza, te hunde, te deja fuera de la Copa de Europa cuando todo parecía más a tu favor. Un 4-2 en el marcador, 5-4 en el global, que acaba con los sueños rojiblancos.

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