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El Bernabéu pita, Butragueño ratifica a Lopetegui y Marcelo salta contra la prensa
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el viktoria plzen se fue saludando al campo

El Bernabéu pita, Butragueño ratifica a Lopetegui y Marcelo salta contra la prensa

El estadio se mostró enfadado desde el descanso ante el mal partido de su equipo. El directivo aseguró que Lopetegui estará en el banquillo del Camp Nou. Casemiro hizo autocrítica

Foto: El Bernabéu pitó al equipo. (Reuters)
El Bernabéu pitó al equipo. (Reuters)

Aunque el equipo ganaba, y terminó ganando, el sonido era inconfundible: pitos. La grada enfadada, triste, cabreada. De poco servía que la megafonía subiese los decibelios, la conclusión no iba a cambiar, a lo sumo se iba a generar más y más ruido. Porque el aficionado blanco viene de un mes horrible de su equipo y ganar a un equipo menor, como es sin duda el Viktoria Plzen, no es suficiente para aplacar sus ánimos. Los tres puntos eran necesarios, entre otras cosas porque otro tropiezo podía poner en peligro incluso su continuidad en Champions, pero más allá de eso las sensaciones no podían ser suficientes para rebajar la tensión.

En realidad, es probable que no hubiese ninguna alternativa posible para que un partido así cambiase las sensaciones. La grada llegaba crispada y sus sensaciones no cambiaron en estos 90 minutos. La defensa sigue como un flan y el ataque se mantiene en las mismas coordenadas de las últimas semanas, se tienen ocasiones pero cuesta un mundo convertirlas en gol. Con fallos tan enormes en las dos áreas, el futuro del equipo es escaso y el del entrenador, que siempre será el primero en caer, corto.

Foto: Marcelo celebra su gol. (Reuters)

El Real Madrid confiaba en un balón de oxígeno en el Bernabéu, encadenando los partidos contra el Levante y el Viktoria Plzen para llegar al Camp Nou, el examen definitivo, con algo de moral. No ha valido para esto ese tramo del calendario, las dudas que venían de lejos se dispararon contra los valencianos y no se frenaron en el último partido. Quizás una goleada podía haber sido salvadora o motivadora, igual mantener la portería a cero hubiese sido un paso adelante. Nada de eso se produjo.

La afición no se cebó con el técnico, no pitó los cambios, pero sí al equipo. Y mucho, especialmente en la segunda parte, tras el gol de los checos, cuando no parecía una locura que el Plzen empatase y se montase la de San Quintín. El propio Lopetegui, unos minutos después, aceptaba que había existido "inquietud" en los últimos minutos, no por el juego, que en su opinión sigue siendo bueno, pero sí por la opción de que llegase el equilibrio al marcador.

Si no estaba clara la inquietud que se vive en el ambiente, ahí estaba Marcelo para demostrarlo. El segundo capitán del equipo, que salió algo tocado del campo, compareció ante la prensa nervioso, saltando a la primera, muy irritado e incluso faltón. "Es duro cuando no ganas, pero de crisis habláis vosotros que intentáis hacer daño a este vestuario, todos los periodistas intentáis hacer daño, igual es envidia porque no sabéis jugar al fútbol", exclamaba ante una de las primeras preguntas. También fue capaz de decir, sin perder la sonrisa, que Lopetegui está haciendo "un trabajo estupendo".

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"Muchísimas ocasiones"

El ambiente era extraño, con toda la razón. Porque el equipo no está al nivel y porque se da al entrenador por amortizado. Lopetegui sigue siendo el técnico del Real Madrid, pero ya son pocos los que tienen fe de que llegue al final de la temporada. A tiempo está de darle la vuelta al tema, hasta que no firme el finiquito tendrá opciones, pero en los jugadores, en la grada, incluso en las palabras, hay algo de cartón-piedra, la sensación de que se viven los últimos compases de un drama que va a terminar con Lopetegui guillotinado. Butragueño, siempre tan correcto, aseguró que se sentará en el Camp Nou.

El histórico jugador, ahora en tareas de relaciones públicas, quitó importancia a los pitos y pidió que, en lo sucesivo, remen todos en la misma dirección: "El estadio estaba casi lleno, obviamente el madridismo quiere ver ganar a su equipo y que meta cuatro o cinco goles. Tenemos que intentar cambiar la situación entre todos, respetamos muchísimo al público, pero en momentos delicados, necesitamos ¡su apoyo y cambiar esto".

En las frases de los protagonistas ya no había intención de negar que hay crisis. Es muy evidente que existe, por más que se ganase contra los checos, una victoria que Lopetegui definió como "un bálsamo", a la vez que achacaba todos los males del madridismo a la falta de acierto de cara a gol. "Hemos generado muchísimas ocasiones, nos cuesta marcar goles, esa tranquilidad te la dan los triunfos", decía, no sin cierto voluntarismo por su parte.

Foto: Isco, junto a Lopetegui, el día antes del partido de la Champions contra el Viktoria Plzen. (Efe)

Más claro, y más sincero, fue Casemiro. Él también resaltó la falta de remate, pero no se quedó en eso, quiso asumir que el problema es mayor y que el equipo no está a la altura. "Hay que ser sinceros. No estamos jugando bien. Estamos teniendo una racha mala, pero tenemos total confianza en la plantilla y el míster", señalaba el jugador, a quien esta noche de martes solo sirvió —como a buena parte del madridismo— por el resultado.

Aunque la falta de remate es evidente, también cabe señalar que los propios protagonistas, aunque sea desde el subconsciente, saben que hay errores atrás. Casemiro, por ejemplo, dijo que no le hubiese extrañado que la cosa terminase 5-2. Sí, el Madrid pudo marcar muchos más, pero también pudo encajar más. Y no es que el rival fuese de nivel, tan flojo era que terminó dando la vuelta olímpica al Bernabéu, como si no se creyesen que acababan de disputar un partido en uno de los grandes templos del deporte mundial. Porque el contexto era este, el Viktoria Plzen es un equipo que, probablemente, se fue de Madrid reforzado, pensando que le pudo hacer ocasiones a un equipo que es infinitamente más grande.

Las cosas, en cualquier caso, seguirán iguales hasta el domingo. Butragueño, siempre tan diplomático, aseguró la continuidad del técnico. Y pidió calma, como si eso, con todo, fuese posible.

Aunque el equipo ganaba, y terminó ganando, el sonido era inconfundible: pitos. La grada enfadada, triste, cabreada. De poco servía que la megafonía subiese los decibelios, la conclusión no iba a cambiar, a lo sumo se iba a generar más y más ruido. Porque el aficionado blanco viene de un mes horrible de su equipo y ganar a un equipo menor, como es sin duda el Viktoria Plzen, no es suficiente para aplacar sus ánimos. Los tres puntos eran necesarios, entre otras cosas porque otro tropiezo podía poner en peligro incluso su continuidad en Champions, pero más allá de eso las sensaciones no podían ser suficientes para rebajar la tensión.

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