José Mourinho odia a la prensa española, a la que culpa de su salida del Real Madrid

José Mourinho odia a la prensa española. El portugués no soporta al periodismo que se hace en el país en el que vivió los últimos tres años. Lo demostró en la rueda de prensa anterior al partido de ida de la semana pasada y lo ratifica cada vez que tiene ocasión de hacerlo. Hoy y mañana tendrá que tener que pasar el trago de ponerse delante de los focos, pero es algo que empieza a ser superior a sus fuerzas.

El pasado martes llegó tranquilo y relajado al Vicente Calderón. Incluso, estuvo bromeando con sus ayudantes antes de iniciar su comparecencia o charlando de manera distendida con aquellos con los que se cruzaba y conocía. Eso sí, en cuanto pisó la sala de prensa, el técnico cambió la cara, dejando en frases cortantes y secaslo que antes era un diálogo cómodo y distendido. Al terminar, vuelta a la normalidad de un Mourinho excesivamente cansado de tener que lidiar con tantos frentes que tiene abiertos.

El técnico del Chelsea ha tenido problemas tanto con la prensa inglesa como con la italiana (fue denunciado en el país transalpino por la asociación de periodistas tras un altercado que se saldó con un empujón a un periodista), pero es la española la que le hace aflorarsuspeores sentimientos posibles. Es una relación presidida por el odio del técnico hacia los periodistas, que se ha trasladado hacia el terreno de lo enfermizo del lado periodístico, que ve en el portugués aquello de 'todo vale'.

Mourinho culpa directamente a la prensa de lo que le sucedió en el Real Madrid, de no poder culminar el trabajo que, según el técnico, se quedó a medias. Se sintió perseguido y nada ha cambiado. Salvo uno o dos periodistas que se pusieron a favor de su obra, el resto de la prensa española forma parte de esa lista de proscritos para el técnico. Incluso periodistas afines a su agente, Jorge Mendes, terminaron por enfrentarse con el entrenador por culpa de la relación que mantuvo con Cristiano Ronaldo y Pepe en sus últimos meses de estancia en el club blanco.

Desde un principio Mourinho quiso mantener distancia con la prensa. Buscó alejarse de los periodistas y que el club y, en especiallos jugadores, se aislaran de cualquier contacto con los representantes de los medios de comunicación. Cero contacto. No querían filtraciones que no dejaban de producirse. Veía a la prensa como enemiga y, tras un primer año de medio convivencia, se pasó a una guerra abierta y sin cuartel.

Florentino Pérez intentó normalizar una relación que elevó a la categoría de muy complicado el día a día del técnico durante su estancia en el Real Madrid. En la segunda pretemporada en Los Ángeles quiso llevar a la práctica un acercamiento con una charla sobre el césped de entrenamiento con los enviados especiales. Nada que hacer. Ni la conquista de la Liga sirvió para rebajar el clima bélico que caracterizó una relación que se inició hace cuatro años y que parece no tener fin.

Tres incidentes marcaron un tanto esa relación. Uno fue cuando su hijo sufrió ataques en el colegio, un segundo cuando un fotógrafo intentó capturar una imagen de la familia en un centro comercial y, la tercera, la caza y captura de Mourinho viendo entrenar a sus hijos en Canillas.

En Inglaterra se siente cómodo. Nada rompe su tranquilidad, al menos circunstancia alguna que suceda más allá del terreno de juego. El club y la prensa hacen vida divergente y el entrenador se siente satisfecho con ello.

Hoy el técnico portugués volverá a poner mala cara durante su presencia ante las cámaras. Sabe que a la cita acudirán periodistas españoles y, sin mostrar ese lado tan frío y lejano de hace una semana, volverá a tener respuestas frías y secas al máximo. Ni sabe ni quiere disimular. Se le pone mal cuerpo, tal y como confiesa a su círculo más cercano.