"Tiene cosas de Luis Aragonés": Diego Alonso, sangre uruguaya para lanzar a un Sevilla dividido

La epopeya de José Luis Mendilibar en el Sevilla concluyó como esos divorcios amistosos en los que uno no entiende qué ha ido mal. No importó la hazaña de ganar una Liga Europa contra todo pronóstico. Ni haber alejado a todo un campeón del abismo de descender. Aquella historia encuadrada a la perfección en el amor que desprende Ocho apellidos vascos no tuvo final feliz. Ahora ha llegado Diego Alonso con el objetivo de espantar el fantasma del descenso, que todavía revolotea por el Sánchez-Pizjuán.

El uruguayo estaba sin equipo después del fiasco como seleccionador uruguayo en el Mundial de Qatar, donde afrontó la ardua tarea de reemplazar a Óscar Tabárez. La oportunidad en el Sevilla le llega a pesar de no tener experiencia como técnico en la Liga, competición que, en cambio, conoce de su etapa como jugador. Alonso militó en el Valencia, el Atlético de Madrid, el Málaga y el Racing de Santander cuando era futbolista.

El escaso protagonismo en Primera

"Era un delantero muy pesado para los defensores. Se implicaba en el trabajo defensivo y, además, tenía gol. Estuvo a un gran nivel en el Atlético de Madrid; era un buen tío y muy sensato. Luis Aragonés quería gente comprometida y que hiciese equipo. Él contagiaba equipos", explica Jorge Otero, compañero de Alonso en el Atleti, en conversación con El Confidencial.

Los 22 goles de Alonso resultaron fundamentales para que los colchoneros regresaran a Primera tras aquellos dos años en el infierno. En la máxima categoría, sin embargo, no gozó de un rol tan protagónico. Lo explica Chuchi Cos, su entrenador en el Racing, en este periódico. "El fútbol ha evolucionado mucho. Antes se jugaba con delanteros potentes y él era de ese estilo. Aquel Racing jugaba más al contragolpe y él no tenía cabida. Yo lo utilizaba de revulsivo".

El Sevilla solo está dos puntos por encima del descenso, marcado por el Celta. Alonso, una apuesta personal de Víctor Orta, tendrá enfrente al Real Madrid en su debut. "Desde fuera puede parecer una apuesta arriesgada, porque no conoce la Liga y porque no ha tenido experiencia en Europa. Pero no creo en eso. Todos los entrenadores tienen una primera vez. Él ha vivido los vestuarios y tiene capacidad para comprender a los futbolistas. Lo más importante es tener las ideas claras y llegar a los jugadores", aclara Otero.

Las bromas en el vestuario

Los que se han cruzado con él hablan de su carácter extrovertido y de su capacidad para hacer grupo. Quizá eso es, precisamente, lo que necesita este Sevilla, la unión de los jugadores para sacar adelante la situación. Habla Cos: "Es un cachondo. Ahora parece un soso por el rostro serio con el que sale en los entrenamientos, pero no es así. Era muy divertido y unía mucho al vestuario. Siempre se juntaba con los sudamericanos".

"Era muy cordial, le gustaban las bromas y era extrovertido. Tenía ese puntito de risas que tienen los uruguayos cuando metían el dedo en la llaga a los demás. Era un tío con mucha implicación y eso le encantaba a Luis Aragonés, del que tiene cosas, seguro", confiesa Otero.

La sorpresa de verlo entrenar

El mismo año de su retirada, en 2011, Alonso comenzó su camino como entrenador en el Bellavista, un modesto equipo de Uruguay. A pesar de ese vertiginoso inicio, no dejó pistas en activo de su interés por ser técnico a toda costa. Así lo veía Cos: "Me sorprendió cuando supe que era entrenador. Hay futbolistas que entrenan cuando se retiran porque han mandado en sus equipos, como los centrocampistas y los defensas. Hasta ahora le ha ido bien en equipos que, salvo Uruguay, son de segundo nivel".

"Va a ser buen entrenador y ya lo ha demostrado. Su carácter le va a venir bien al equipo. Luego hay que ver si los jugadores se acomodan a lo que quiere, tener el balón y presionar alto. El Sevilla tiene muy buenos jugadores y seguro que lo consiguen", reflexiona Otero. El tiempo dirá si Orta ha acertado con Alonso, pero se necesita, irónicamente, tiempo para demostrarlo. Algo a lo que en el club del Nervión no se han acostumbrado en los últimos tiempos.