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Juan Barbas: "El Gobierno de Videla nos utilizó para tapar la dictadura"
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ENTREVISTA AL EXJUGADOR

Juan Barbas: "El Gobierno de Videla nos utilizó para tapar la dictadura"

Pasó por el Zaragoza, donde ganó dos veces el premio al mejor jugador extranjero, y por el Lecce. Pero su celebridad llegó cuando ganó el Mundial juvenil de 1979 junto a Maradona

Foto: Barbas, en un partido con la selección argentina. (EFE)
Barbas, en un partido con la selección argentina. (EFE)

La Argentina de los 70 permitía a los chavales desarrollar sus inquietudes futbolísticas en el potrero, donde aprendían la picardía de calle. Allí creció Juan Barbas (San Martín, Argentina, 1950), que cumplió su sueño de ser futbolista profesional tras debutar en Racing de Avellaneda.

La celebridad, eso sí, la consiguió en el Mundial juvenil de 1979. Era en Japón, con una diferencia horario brutal con Argentina, pero aquello no importó para que aquellos chavales liderados por Maradona congregaran a todo el país frente al televisor. Tan buena era la camada que el mismo Menotti, campeón del mundo un año antes, los dirigió en el torneo. Barbas pasó por el Zaragoza, donde fue dos veces elegido mejor extranjero de la Liga, y por el Lecce antes de tener malas experiencias en Suiza y su posterior retiro en Argentina. Ahora ha vuelto a Italia, a Lecce, para entrenar a chavales en el Atlético Racale.

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PREGUNTA. Es raro que unos juveniles congreguen a un país frente al televisor, pero ustedes lo consiguieron en el Mundial sub-20 de 1979.

RESPUESTA. Fue un grupo que se formó tras el Mundial de 1978 por Ernesto Duchini, que integraba el cuerpo técnico de César Luis Menotti. Como El Flaco estaba encargado de la selección absoluta, Duchini se encargó de buscar los futbolistas juveniles. Me siento un afortunado de haber integrado aquel equipo, porque no tenés ni idea de la cantidad de buenos jugadores que había.

P. ¿Cuál fue la clave para que ese equipo le llegara tanto a la gente?

R. La gente se entusiasmó poco a poco con nosotros. Antes de viajar a Japón, disputamos varios partidos amistosos en el interior de Buenos Aires, organizados por Menotti. Uno de los rivales fue el Como, al que vencimos 1-0. Aquel equipo generó mucha expectativa porque estaba Diego (Maradona), un futbolista muy talentoso y que ya estaba asentado en Primera.

P. Menotti era ya campeón del mundo y entrenó a los juveniles en ese torneo. ¿Le sorprendió esa decisión?

R. Fue una decisión complicada para él, que se la jugó y tuvo un coraje enorme. Es arriesgado entrenar a una selección juvenil después de haber sido campeón del mundo. Eso sí, estaba al tanto de cómo era el equipo porque Duchini le dijo: "No sé si van a salir campeones del mundo, pero tenga claro que son muy buenos jugadores y que van a divertir a la gente". Así fue.

P. ¿Cómo recuerda a Menotti?

R. Un tipo muy sencillo y que te convencía con su discurso. Siempre nos decía que nos divirtiéramos cuando estuviéramos en la cancha y que hiciéramos disfrutar a la gente, que para eso pagaban la entrada. Nunca nos impuso nada raro, nos dio total libertad para jugar.

P. La lucha entre el menottismo y el bilardismo perjudicó al fútbol argentino. ¿Verdadero o falso?

R. Ni una cosa ni otra. Ambos estilos sirvieron a la selección, que ganó los dos primeros Mundiales con esos técnicos. Yo tuve la fortuna de ser entrenado por ambos y era fácil hacer los que nos pedían. Pero me siento más identificado con el fútbol de Menotti y no tanto con el de Bilardo. Adaptarse a Carlos no fue complicado, porque no había tantas diferencias con César.

placeholder Menotti entrenó a Barbas. (Getty/Ricardo Ceppi)
Menotti entrenó a Barbas. (Getty/Ricardo Ceppi)

P. ¿No notó diferencia entre ambos?

R. No, no. El estilo del Flaco era más vistoso y asociativo, mientras que el del Narigón era más vertical. Tuve la suerte de adaptarme a ambos estilos.

P. ¿Qué tal el trato con Videla? A ustedes los recibió en la Casa Rosada.

R. Nosotros éramos unos pibes en ese momento. Con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que el Gobierno de Videla nos utilizó para tapar la dictadura. Nosotros no éramos conscientes de todo lo que estaba pasando dentro del país, donde había cientos de desaparecidos. Por cierto, de Japón nos hicieron regresar muy rápido.

P. ¿Cómo rápido?

R. Nosotros regresamos hasta Brasil en vuelo normal y allí nos estaba esperando un avión de las fuerzas aéreas. Luego nos llevaron a la Casa Rosada, porque nos dijeron que nos esperaba el presidente del país. Éramos sólo unos chicos que habíamos participado en un Mundial.

P. ¿Cómo se vivía la dictadura en el fútbol profesional?

R. Normal. La realidad era que uno no sabía qué estaba pasando alrededor, pero con el tiempo nos enteramos todos de lo que ocurrió realmente con los desaparecidos, los muertos… Afortunadamente, a ningún familiar mío le pasó nada.

P. Usted debutó en una liga argentina plagado de estrellas. ¿Cree que había más nivel que en el fútbol europeo?

R. Es difícil decir si era mejor. Yo tuve la fortuna de competir en una Liga repleta de buenos jugadores como Daniel Bertoni, Ricardo Bochini, Beto Alonso, Osvaldo Ardiles, Diego Maradona, Alejandro Sabella… Igual que yo te digo esto, si hablás con jugadores más viejos, te dirán que la época de Ángel Labruna fue mejor.

P. Había muchos futbolistas salidos del potrero. ¿Está en peligro de extinción?

R. No existe más. Los lugares en los que había canchas de fútbol ahora son edificios. En los clubes, hay que pagar para aprender a jugar. Todo está mucho más comercializado que en aquella época, en la que se jugaba en la calle o en cualquier lado.

placeholder Bochini era uno de los estandartes del potrero. (EFE/Javier Lizón)
Bochini era uno de los estandartes del potrero. (EFE/Javier Lizón)

P. ¿Ha mejorado o ha empeorado el fútbol sin el potrero?

R. Ha empeorado, porque el que venía del potrero tenía mucha picardía y vivencias. No hacía falta ir a un club para que te enseñaran todo eso. En el fútbol actual faltan formadores que se preocupen más de enseñar a los chicos que de ganar un campeonato.

P. Usted hizo el servicio militar cuando era futbolista profesional. ¿Cómo lo compaginó?

R. A los futbolistas nos daban la posibilidad de ir a entrenar y el privilegio de no ir tanto al cuartel. A nosotros, por ejemplo, nos dieron permiso para viajar a Japón a jugar el Mundial juvenil. Cuando volvimos de Asia, nos presentamos cada uno en nuestros respectivos cuarteles porque aún estábamos bajo bandera.

P. ¿Algún militar le pidió camisetas o autógrafos en alguna ocasión?

R. Camisetas nunca me pidieron. Recuerdo que era un caos cada vez que llegaba al cuartel. Como el resto de chicos sabían que yo había sido campeón del mundo juvenil, venían directamente hacia mí para pedirme fotos. Entonces un día vino uno de los responsables del cuartel para pedirme, por favor, que llegara a una hora a la que no estuvieran trabajando para evitar eso.

P. Usted disputó el Mundial de 1982. ¿Qué tal la experiencia?

R. Muy linda. Fue algo increíble, porque no me esperaba para nada la convocatoria. Yo había sido campeón del mundo juvenil en 1979, pero no pensaba que estuviera en los planes de Menotti. Aunque me había citado varias veces, había grandes jugadores en mi posición, como Ardiles. Me enteré de que estaba convocado viendo la tele. Yo vivía en una villa humilde y me fui fuera de mi casa a llorar porque era algo muy importante para mí.

P. ¿Cómo se enteró aquel equipo del verdadero desenlace de la Guerra de las Malvinas?

R. No había mucha información en Buenos Aires. Desde la concentración, teníamos que fijar una hora para llamar a Argentina. A nosotros nos llegaba la información, por medio de los periodistas, de que todo iba bien en la batalla y que la estábamos ganando. Pero luego nos enteramos de que el Reino Unido nos estaba bombardeando y nos preocupamos. Ahí nos dimos cuenta de cómo era el desenlace en realidad. Nosotros sentíamos mucha pena por la Guerra de las Malvinas. De hecho, nos perjudicó durante el Mundial.

P. El problema de aquel Mundial fue la concentración. ¿Verdadero o falso?

R. Falso. La concentración fue uno de los mejores lugares en los que yo viví. En ese Mundial nos pasaron muchísimas cosas. Por ejemplo, en el primer partido, frente a Bélgica, perdimos y nos jugamos la clasificación con Hungría y El Salvador. Luego nos tocó con Brasil e Italia en el mismo grupo, que era dificilísimo. Los brasileños tenían a Zico, Júnior, Falcao, Socrates, Éder… Siempre se buscan excusas, pero en realidad tuvimos el mejor entrenador posible, Menotti, que había ganado el Mundial cuatro años antes.

placeholder Maradona fue compañero de Barbas. (EFE)
Maradona fue compañero de Barbas. (EFE)

P. Aquel fue el primer Mundial de Maradona.

R. Diego no fue el que luego conocimos en ese Mundial. En el primer partido le hicieron un duro marcaje, y ni hablar del que le hizo Gentile. El italiano no hubiera acabado el encuentro en el fútbol actual. El mismo Maradona declaró que en el 82 no fue el futbolista que a la gente le hubiera gustado ver.

P. ¿Es el mejor de la historia?

R. Es uno de los mejores, sin duda. Tuve la fortuna de disfrutarlo como persona y como futbolista.

P. ¿El mejor Diego de todos fue el de Argentinos Juniors?

R. Sin ninguna duda. Cuando se inició, la gente pagaba la entrada para verlo a él. Era habitual que muchos aficionados se quedaran fuera porque el estadio de Argentinos no tenía la capacidad para albergar a tantos interesados en verlo.

P. Ustedes fueron compañeros de habitación. ¿Qué tal la relación?

R. Muy buena. Éramos parecidos en los orígenes, porque ambos veníamos de una familia muy humilde y pobre. Tanto nosotros como nuestros padres habíamos hecho muchísimos sacrificios para convertirnos en futbolistas profesionales. Él le compró una casa a sus padres con la primera plata que ganó y yo les alquilé un apartamento… Convivimos bien, porque yo era un tipo que me acostaba temprano y madrugaba. Y él era todo lo contrario. Nos complementamos de una gran manera.

P. ¿Alguna anécdota con él?

R. Estuvo a punto de ahogarme en el hotel en el que estábamos en Japón. Durante el torneo, podíamos salir a hacer compras, porque muchos familiares nos encargaron cosas, pero teníamos que seguir las normas de Menotti. Cuando fuimos campeones, no hubo restricciones ninguna. Estaba apoyado en el pletil de la piscina y Diego me empujó. Él no estaba al tanto de que yo no sabía nadar.

P. ¿Quién lo rescató?

R. Se creía que estaba bromeando y que no salía del agua, pero tuvo que tirarse rápido junto a Gabriel Calderón para rescatarme. También me echaron una mano unos japoneses que estaban en el hotel, a los que casi ahogué yo intentando salir. Todo esto fue un desafortunado accidente en el que no pasó nada. La relación con Diego era tan buena que su exmujer, Claudia Villafañe, es la madrina de mi segunda hija.

placeholder Claudia Villafañe es madrina de una hija de Barbas. (EFE)
Claudia Villafañe es madrina de una hija de Barbas. (EFE)

P. Tras el Mundial 82, usted fichó por el Zaragoza. ¿Cómo fue aquello?

R. Me comentaron que el Zaragoza estaba interesado en contratarme. Leo Beenhakker, el entrenador, y uno de los directivos vinieron a Buenos Aires a ver un partido que jugamos frente a Alemania, en el que estuve bien. Tras el encuentro, mi representante, Guillermo Coppola, me dijo que teníamos una reunión en un hotel con los representantes maños. Charlamos y acepté el paso a España. Los zaragozanos fueron maravillosos conmigo.

P. No se ganaba dinero en el fútbol de antes. ¿Verdadero o falso?

R. Verdadero. Cuando jugué en Europa, en España estaba la peseta y en Italia, la lira. Cualquier futbolista de la actualidad se hace millonario, pero en nuestra época había que tener muchas condiciones para ganar plata.

P. ¿Pudo ahorrar para su retirada?

R. Sí y no. Tuve la posibilidad de juntar algo de dinero en mis años en activo. Yo me compré un apartamento en Zaragoza, cerca del Pilar, por recomendación del presidente. Como me fui a jugar a Italia, lo vendí. Si hoy lo tuviera, el valor sería distinto. Lo mismo me pasó en Lecce, donde monté un instituto de belleza con más gente. Como yo no era de ese mundo, perdí mucho dinero en ese negocio.

P. ¿Cómo surgió la oportunidad del Lecce?

R. Ellos se interesaron en mí, porque en aquella época había emisarios de los equipos italianos por todos lados. Enzo Ferrari era mi entrenador en el Zaragoza, le preguntaron por mí y dio las mejores referencias. En el fútbol italiano me crucé con futbolistas extraordinarios: Platini, Zico, Maradona, Van Basten, Gullit, Rummenige, Matthaus, Brehme…

P. ¿Era la mejor liga del mundo?

R. Cuando llegué a Zaragoza era la española, pero a mediados de los 80 fue la italiana. Era imposible acumular más estrellas en el torneo.

P. El futbolista tiene muchos amigos interesados. ¿Verdadero o falso?

R. Verdadero. Cuando uno está en su mejor momento profesional, se le aparecen los amigos como las moscas. No sé de dónde salen. Uno trata de ser simpático y amable, y comete el error de no distinguir entre la gente que lo quiere de verdad y la que está por interés. Me pasó un poco eso, porque no tuve personas que me ayudaran a manejar la vida fuera del fútbol para eligir bien mis inversiones.

P. Ha hablado antes de Guillermo Coppola, su representante. ¿Cómo lo recuerda?

R. Fui uno de los 300 jugadores a los que representó antes de ligar su carrera a la de Diego Maradona. Luego me vine a Zaragoza y perdimos un poco el contacto, más allá de que nos comunicábamos por teléfono. Gracias a Guillermo, me pude comprar una casa en Buenos Aires que aún conservo.

placeholder Guillermo Coppola representó a Barbas. (EFE/Yoan Valat)
Guillermo Coppola representó a Barbas. (EFE/Yoan Valat)

P. ¿Le ayudó en las inversiones?

R. Sí, él fomentaba que los jugadores invirtiéramos bien lo que ganábamos. Cuando no tuve a Guillermo, no me fue tan bien en ese tema. De hecho, malvendí el apartamento de Zaragoza y un BMW 320. Recuerdo que en el primer día en Zaragoza se rio de mí durante la comida porque el presidente nos llevó a un restaurante de pescado donde pidió ostras. Y yo no las había comido en mi vida ni sabía cómo comerlas.

P. ¿Los representantes benefician o perjudican al futbolista?

R. Depende de cada uno. Guillermo me benefició muchísimo, pero los otros que no tuve no me hicieron ganar dinero o invertirlo. De hecho, luego me dejaron de coger el teléfono y me dejaron de lado.

P. Usted jugó las eliminatorias del Mundial 86. ¿Por qué no estuvo en México?

R. Nunca tuve la respuesta de Bilardo, porque tampoco le preguntaba cuando me convocaba. A ninguno le gusta quedarse afuera del Mundial, pero había una competecencia brutal. Hubo buenos jugadores que no viajaron como Enzo Trossero, Miguel Ángel Russo, Ricardo Gareca, Ubaldo Fillol… El fútbol es así.

P. También pasó usted por el fútbol suizo. ¿Eso fue subir o bajar un peldaño en la escalera?

R. No fue un momento bueno para mí por culpa de mi representante. En principio, yo iba a jugar en el Mónaco, donde estaba Ramón Díaz. Él buscó otros interesentantes con otros futbolistas y yo tuve que irme a Suiza, un club poco profesional.

P. ¿Era un equipo amateur?

R. Sí, era de la Segunda División de Suiza. Mis compañeros no eran profesionales: uno era abogado, otro trabajaba en un supermercado… Yo estaba acostumbrado a viajar por todos los estadios de Italia, con estadios repletos, y a nosotros venían a vernos 70 personas.

P. ¿Es difícil desengancharse del fútbol?

R. Yo llevo tres años desenganchado, desde el coronavirus, por los problemas económicos del fútbol argentino. Ahora estoy muy contento y a gusto enseñándole a los más pequeños.

La Argentina de los 70 permitía a los chavales desarrollar sus inquietudes futbolísticas en el potrero, donde aprendían la picardía de calle. Allí creció Juan Barbas (San Martín, Argentina, 1950), que cumplió su sueño de ser futbolista profesional tras debutar en Racing de Avellaneda.

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